El virrey o visorrey fue la autoridad responsable de administrar y gobernar, en nombre del rey de España, un reino de la Monarquía. El título de virrey lo encontramos en el siglo XIV en un documento en latín de Pedro el Ceremonioso (1381).[1] A mediados del siglo XVI, se introdujo en la Corona de Aragón el vocablo virrey derivado de la palabra visrei ya utilizada al menos en el siglo XV[2] y del catalán pasaría al castellano visorey.[2] En los documentos de la Corona de Aragón del siglo XV (1428), redactados en latín, se empleaba el término vice rex para referirse al virrey de Sicilia.[3][4]
El virrey en la Monarquía española
La figura tuvo especial importancia en la Monarquía española a partir de los Reyes Católicos y su nieto Carlos I de España (y V de Alemania) por la enorme acumulación de territorios que, por su extensión y la imposibilidad de comunicaciones rápidas, no podían gestionarse de forma centralizada. Tras la guerra de las Comunidades quedó claro que el centro vital de la Monarquía iba a ser Castilla, algo que se confirmó con el establecimiento definitivo de la Corte en Madrid por Felipe II, a excepción del breve período en que la Corte se trasladó a Valladolid en el reinado de Felipe III.
En cada reino se instituyó la figura del virrey, además de una serie de reformas dirigidas a imponer el poder real por encima de la nobleza y el clero; incluso en los vastos territorios del Nuevo Mundo la instauración de virreyes confirma que estos territorios se consideraban como una provincia del imperio.[5] La importancia de dicha forma de gobierno llevó a que la historiografía denominara al periodo histórico de su vigencia como: «el Virreinato».
Hubo una evolución en la Monarquía Española respecto a la calidad de la persona que debía ocupar dicho cargo. Para los Habsburgo, los virreyes debían ser personas de la nobleza (generalmente militares); en cambio para los Borbones, los virreyes eran preferentemente de clase media (generalmente funcionarios de carrera que fueran letrados).
El virrey, como representante personal del rey de España, es recibido en América con toda solemnidad, contaba con una guardia personal y era recibido con un palio, que era un privilegio del Rey y del Santísimo Sacramento.
Debido a la gran extensión de sus posesiones en América, la Corona Española creó los siguientes virreinatos (virreynatos en una antigua ortografía) como las principales autoridades regionales: