Hijo y sucesor del emperador Maximiliano II y de María de Austria y Portugal, hija del emperador Carlos V, fue de carácter débil, enfermizo y excéntrico. Residió en el Castillo de Praga desde 1583 hasta su muerte en 1612. De personalidad extravagante y tribuliaria, pasaba de la euforia a la apatía y a la melancolía sin motivo alguno y tuvo gran afición a la alquimia, disciplina que conoció a la edad de once años en la corte de Madrid, donde se educó junto a su tío el rey Felipe II. Se relacionó con personalidades como el astrólogo Tycho Brahe y también con personajes populares como barberos, prestidigitadores y adivinos. También le interesaban la astrología, la alquimia, la magia, el coleccionismo de objetos raros y los juguetes mecánicos, especialmente autómatas, relojes y máquinas de «movimiento perpetuo», probablemente influido por su contacto con el ingeniero e inventor italiano Juanelo Turriano durante su estancia en la corte española de su abuelo Carlos V, persona que sería reemplazada en su corte por el artista italiano Arcimboldo, quien lo retrató en su famosa serie de Las Estaciones pintado con toda clase de frutas. Rodolfo fue educado en El Escorial durante 8 años bajo la tutela de Felipe II, quien, como jefe de la Casa, intentó sustraerlo a las influencias de su padre, Maximiliano II, de simpatías protestantes.[1] Tras instalarse en Viena siguió hablando el idioma que le era más natural, el castellano.[1]
Muy pronto instaló su corte en Praga. Durante su reinado Praga hospedó a casi todos los destacados alquimistas de la época y en la Academia Alquimista Praguense (a la que pertenecieron Simón Bakalar Hajeck, su hijo Taddeus Hajeck y otros alquimistas menos conocidos como Tepenecz o Baresch) se mezclaba la vieja sabiduría alquimista y conocimientos medievales con las nacientes ciencias naturales. Rodolfo II fue famoso por la inmensa colección de manuscritos y libros raros de magia, alquimia, misticismo y otras rarezas que tanto le gustaban, algunos de ellos del propio Roger Bacon, aunque sin despreciar los de ciencias: fue uno de los primeros en recibir un ejemplar del Sidereus Nuncius de Galileo —abril de 1610—, que dejó hojear a su «matemático imperial» Kepler, y el primero en recibir la solución al anagrama en el cual Galileo comunicaba a todos su descubrimiento de los anillos de Saturno, aunque se sospecha que algunos ilustres alquimistas hayan compaginado la transmutación de metales en oro con misiones de espionaje.
Dedicado por completo a sus entretenimientos y raras excentricidades —como coleccionar monedas, piedras preciosas, manuscritos de magia y alquimia, péndulos, cráneos, gente deforme y enanos, -con los cuales formó un regimiento de soldados—, se paseaba vestido de negro al estilo español por los pasillos del castillo dejándose dominar por algunos miembros de su familia mientras las arcas del Tesoro se vaciaban peligrosamente dejando, no pocas veces, el gobierno a manos de lacayos.
Católico fervoroso, Rodolfo sería uno de los impulsores de la Contrarreforma en Bohemia. Durante su reinado se fue fraguando un profundo conflicto religioso a causa del creciente descontento de los estamentos checos ante esa re-catolización forzada.[1]
Rey Rodolfo I de Hungría
Rodolfo, coronado como rey de Hungría en 1572, favoreció a una gran parte de la nobleza húngara en la lucha contra los otomanos, rodeándose de personalidades como el barón Ferenc Nádasdy y el barón Nicolás Pálffy, quienes en numerosas ocasiones condujeron exitosamente sus ejércitos recuperando incontables fortalezas húngaras de las manos de los turcos. Pálffy, en particular, resultó una figura muy cercana a Rodolfo y fue considerado una de las mentes militares más valiosas de la historia húngara, siendo nombrado al final de su vida conde de Bratislava.
Rodolfo, emperador germánico y la Guerra de los 15 Años
A la muerte de su padre Maximiliano II de Habsburgo en 1576, ascendió a emperador germánico un año después de haber heredado también la corona de Bohemia. Teniendo dichos títulos continuó favoreciendo las guerras de los húngaros contra los turcos e intentó entonces extender definitivamente la influencia de los Habsburgo sobre el recientemente creado Principado de Transilvania, gobernado por la nobleza de Hungría. Luego de la firma del Tratado de Espira entre Maximiliano II y el Príncipe Juan Segismundo Szapolyai de Transilvania en 1570, el reino húngaro estaba oficialmente dividido en tres partes. Una occidental bajo el control de los Habsburgo, quienes eran sus reyes, una central dominada por los turcos y una oriental en la forma del Principado transilvano de los húngaros. De esta manera, el objetivo era reunificar el reino, aunque por un lado la nobleza húngara deseaba hacerlo bajo la figura del Príncipe transilvano y los germánicos preferían hacerlo bajo la figura de los Habsburgo. Precisamente, meses antes de la muerte de Maximiliano II de Habsburgo, el Príncipe de Transilvania, el conde húngaro Esteban I Báthory, había sido coronado rey de Polonia. Sin renunciar al título transilvano, siguió gobernando desde Cracovia y dejó primero a su hermano y luego a su sobrino como regentes en Transilvania. Esta inestable situación alentó a los germánicos a querer apropiarse de Transilvania, lo cual resultó una empresa más difícil de lo que imaginaban.
Esto generó cada vez más conflictos entre las dos partes, que en efecto querían también expulsar a los turcos de Europa, y así décadas más tarde Rodolfo II se vio forzado a hacer frente a una crisis en el Principado de Transilvania, la cual, conjugada con los enfrentamientos con el Imperio otomano, provocó la llamada guerra de los Quince Años (1591-1606). Dicha guerra estuvo dominada por una larga inestabilidad en el trono del Principado transilvano, al cual renunció cuatro veces el conde Segismundo Báthory, y la hostil presencia del general mercenario Giorgio Basta al servicio del rey húngaro Habsburgo. Finalmente, tras el conflicto surgió la figura del conde Esteban Bocskai.
Durante su reinado, los húngaros, inicialmente con el apoyo de los turcos, se sublevaron bajo la dirección del conde Bocskai, Príncipe de Transilvania. Estalló la Guerra de Independencia de Esteban Bocskai (1604-1606). Bocskai luchaba por conseguir la independencia del reino húngaro respecto a la corona Habsburgo. Sin embargo, la difícil posición húngara entre las dos grandes potencias, el Sacro Imperio y los otomanos, determinó la firma del tratado de paz (otoño de 1606), por el que Rodolfo reconocía la independencia de Transilvania.
Destitución
En 1608 un consejo de familia, en vista de su ya desequilibrado raciocinio (tuvo problemas de salud mental y algunos de sus parientes intervenían en asuntos del gobierno), le obligó a ceder Hungría, Austria y Moravia a su hermano Matías de Habsburgo. Buscando el apoyo de los checos, concedió mediante la Carta de Majestad de 1609 la libertad religiosa a los nobles y las ciudades de Bohemia pero, a pesar de ello, su primo Leopoldo formó un ejército y ocupó parte de Praga (1611), tras lo cual tuvo que abandonar el país en mayo de ese año, para fallecer en enero de 1612.
Fue un gran mecenas de las artes, pues acogió en su corte a los pintores Arcimboldo y Bartholomeus Spranger y al grabador Aegidius Sadeler II, a quien encargó reproducir en grabado numerosos dibujos de Durero de su colección, muchos de los cuales se conservan en la Albertina de Viena. Protegió así mismo las ciencias, tanto experimentales (astronomía, botánica o matemáticas) como especulativas (alquimia, astrología o magia): bajo su reinado fueron nombrados Matemáticos Imperiales el danés Tycho Brahe (quien instaló en el castillo de Benatek, cerca de Praga, su observatorio desde 1599 hasta su fallecimiento en 1601) y el alemán Johannes Kepler (1601-1612): este último publicaría las famosas tablas astronómicas 'Tabulae Rudophinae' (Tablas Rudolfinas, 1627), basadas por completo en el trabajo observacional de Brahe y llamadas así en honor del emperador. El filósofo errante Giordano Bruno —condenado por la Inquisición a morir en la hoguera en 1600— también gozó del favor del emperador durante su breve estancia en Praga en 1588, recompensado por este con trescientos táleros por sus Articuli adversus mathematicos.[2]
↑ abcVega, Miguel Ángel (2013). «La Praga Española». Historia y vida (549): 47-53.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
↑Bruno, Giordano (2015). «Estudio introductorio: Giordano Bruno, el filósofo del infinito». En Miguel Ángel Granada, ed. La cena de las cenizas, De la causa, el principio y el uno, Del infinito. Gredos. p. xxvi. ISBN9788447378777.