El principado episcopal de Hildesheim (del alemán: Hochstift Hildesheim) fue un Estado del Sacro Imperio Romano Germánico desde la Edad Media hasta 1803. Fue un principado eclesiástico regido por los titulares de la diócesis de Hildesheim, desempeñando por lo tanto funciones seculares y religiosas como príncipes-obispos. Recibió el nombre de su capital, Hildesheim.
Historia
Después de que el ducado de Sajonia hubiera sido conquistado por el reino franco, el emperador Carlomagno en 800 fundó una diócesis misionera en su corte de Ostfalia en Elze (Aula Caesaris), a unos 19 km al oeste de Hildesheim. Su hijo el rey Ludovico Pío estableció el obispado de Hildesheim en 815, dedicado a la Virgen María.
De acuerdo con la leyenda proporcionada por los hermanos Grimm, el rey estaba cazando en el bosque invernal de Elze, cuando se dio cuenta de que había perdido su colgante con la reliquia de la Virgen María. Angustiado envió a su asistente quien finalmente descubrió un rosal florecido con la reliquia en sus ramas, que no la soltaba. Luis hizo construir una capilla en el costado del rosal, la futura catedral de Santa María. Una rosa canina todavía crece en el ábside de la catedral, llamada la Rosa milenaria (Tausendjähriger Rosenstock).
Su hijo el rey Luis el Germánico eligió al famoso anterior arzobispo de Reims, Ebbo, como obispo entre 845 y 847. El sucesor de Ebbo, Altfrid, empezó la construcción de la catedral, cuya disposición en planta no ha sufrido ningún cambio desde entonces. Durante la dinastía otoniana sajona, Hildesheim, conjuntamente con los obispados vecinos de Halberstadt y Magdeburgo, se convirtió en el territorio eclesiástico central del Sacro Imperio Romano Germánico. El obispo Bernward (993-1022) y su sucesor Gotardo (1022-1038) añadieron importante tradición arquitectónica y cultural al actual Patrimonio Mundial.
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