La Familia Real de Rumanía solía pasar el verano y los periodos de vacaciones en el castillo de Peleş, cerca de la ciudad de Sinaia. Con ocasión de la Navidad de 1921, se alojaron allí los soberanos rumanos, pero también el rey de los Serbios, de los Croatas y de los Eslovenos, Alejandro I de Yugoslavia. María y Alejandro se enamoraron rápidamente y el día del cumpleaños de ella tuvo lugar la petición de mano, casándose en la Catedral de San Miguel de Belgrado el 8 de junio de 1922. Este evento tuvo una gran importancia política en las relaciones internacionales de la época. Testigo de la novia fue el Duque de York, en representación de la Corona británica, con la que estaba emparentada María.
Mientras Pedro recibió el nombre de su abuelo paterno, un nombre típico de la dinastía de los Karadordevic y muy utilizado por el pueblo serbio, al príncipe Tomislav se le dio un nombre croata y a Andrés uno esloveno, para subrayar la unidad de Yugoslavia y la consideración de la familia real hacia todo el pueblo del reino.
Tras el asesinato del rey Alejandro I de Yugoslavia en Marsella en 1934, a manos de un revolucionario búlgaro afiliado a una organización separatista Macedonia, su hijo mayor llegó a ser Pedro II de Yugoslavia, el último rey de Yugoslavia. Al ser todavía menor de edad en ese momento, María siguió haciéndose cargo de la educación de su hijo y protegiendo sus derechos hereditarios durante la regencia de príncipe Pablo. Con la mayoría de edad de su hijo primogénito, se le dio el título de Reina Madre de Yugoslavia en 1941. Para entonces ella ya se había trasladado en 1939 a una granja en Bedfordshire (Inglaterra) y vivió una vida relativamente normal sin extravagancias. María tuvo una buena educación. Hablaba varios idiomas con fluidez y disfrutaba de la pintura y la escultura. También condujo su coche ella misma, lo que era muy inusual para la realeza de la época.
El 26 de mayo de 2013, sus restos mortales fueron trasladados al mausoleo de la familia real en Belgrado, situado en la cripta de la Iglesia de San Jorge en Oplenac, donde reposan sus antepasados.[1]
Trabajo humanitario
La reina María era popular y respetada por el pueblo serbio público, y todavía está muy bien vista en la región. Era considerada como una esposa y madre ideal, de acuerdo con los ideales contemporáneos serbios, y se describía como una persona humilde. Estaba comprometida en varios proyectos sociales. A los ojos de los serbios, sigue siendo uno de los grandes mecenas humanitarias de Serbia.
Algunas calles se nombran en su memoria, como "Marije Ulica Kraljice" o "Calle de la Reina María", y numerosas escuelas y otras organizaciones que aún llevan su nombre.