León XI (Florencia, 2 de junio de 1535-Roma, 27 de abril de 1605) fue el papa n.º 232 de la Iglesia católica desde el 1 de abril de 1605 hasta su muerte, acaecida veintiséis días después.
Desde su juventud había llevado una vida de piedad deseando entrar en el estado clerical, pero la oposición de su madre lo impidió. Tras ser ordenado sacerdote, su primo, el gran duque de ToscanaCosme I, le envió como embajador ante el papa Pío V, permaneciendo en ese puesto quince años, hasta la muerte del pontífice (1572).
Nombrado obispo de Pistoia en 1573, un año después es nombrado arzobispo de Florencia, ciudad en la que no residirá hasta 1583 cuando Gregorio XIII le nombra cardenal. Alejandro de Médici será recordado más por su labor como cardenal que como papa, ya que trabajó como agente del gran duque de ToscanaCosme I de Médici y luego para el papa Clemente VIII.
En 1596, Clemente VIII le nombra legado apostólico en París donde trabajará por la reconciliación del rey francés Enrique IV con la Iglesia Católica después de los sucesos que siguieron a la Noche de San Bartolomé.
Papado
Su encendida defensa de la Contrarreforma y el ser partidario de san Felipe Neri le valieron a Alejandro de Médici el nombramiento de pontífice en 1605, a pesar de la oposición manifiesta del rey español Felipe III, en un cónclave de sesenta y dos cardenales dividido en tres facciones: la española, la francesa y la de los cardenales nombrados por el papa anterior. El candidato de los cardenales era César Baronio, pero habiendo criticado los métodos de la administración española en el sur de Italia, su nombre fue rechazado por el rey.
Apoyado por los españoles y por los cardenales franceses, resultó elegido. En su elección tuvo singular importancia el apoyo financiero de 300 000 escudos que el rey francés Enrique IV prestó. Por su boda con María de Médici, Enrique IV era pariente de Alessandro. Su papado duró pocas semanas. Falleció en un momento, precisamente, en que Europa entraba en nuevos tiempos de conflictos y controversias religiosas.
Su breve pontificado duró tan sólo veintiséis días. Falleció a consecuencia de un enfriamiento que cogió el día de su coronación. Los florentinos le apodaron el Papa Lampo (Papa relámpago). Alessandro Octaviano se distinguió por la gran defensa de la independencia de la Iglesia respecto a Francia y por su rechazo del nepotismo. Su trabajo consistió en mantener buenas relaciones entre Enrique IV y Roma, además de restablecer la paz con el rey español Felipe III. Para ello se valió de su red de espías, conocida como Santa Alianza.[1]
León XI fue enterrado en la basílica de San Pedro, donde Alessandro Algardi le erigió un suntuoso mausoleo por orden del cardenal Ubaldini.[2]
De acuerdo a una interpretación actual de la secuencia en las Profecías de san Malaquías puede aplicarse al breve reinado de este último papa de la familia Medici el lema Gens perversa (Gente perversa). La Villa Médici, situada en el inicio de Roma, sede actual de la Academia de Francia, lleva su nombre.