En la mitología griega, Eurídice (en griego Εὐρυδίκη/Eurudíkê) era una ninfadríade[1] de Tracia, cuyo amor por Orfeo terminó en desgracia. En otra fuente se la llama Agríope.[2] Eurídice a menudo es asociada como una de las ninfas, aunque tal denominación nunca aparece en las fuentes mitográficas, ni tampoco se especifica quiénes eran sus padres. Al menos Virgilio alega que Eurídice dirigía los coros de las ninfas napeas —ninfas de los valles—;[3] en tanto que Ovidio dice que era acompañada por un grupo de ninfas náyades. El mismo autor refiere implícitamente que Eurídice era una mortal y no una diosa o ninfa.[4][5] Eurídice sólo es citada por fuentes latinas; incluso fuera de la mitología a Eurídice se la ha llegado a imaginar como una hija de Apolo.[6]
El mito
Casada con Orfeo, Eurídice sufre un intento de rapto por parte de Aristeo mientras pasea por el bosque. Ella escapa, pero en su carrera pisa inadvertidamente una serpiente o víbora que le muerde un pie y le provoca la muerte. En otra versión, la picadura se produce cuando ella va paseando junto a un grupo de náyades.[7][8]
Orfeo, desesperado, decide bajar a buscarla al inframundo. Al llegar, pide a Caronte que lo lleve en su barca hasta la otra orilla de la laguna Estigia, a lo que Caronte se niega. Orfeo comienza a tañer su lira provocando el embelesamiento del barquero, quien finalmente accede a cruzarlo al otro lado. De la misma manera convence al canCerbero, el guardián del infierno, para que le abra las puertas de este. Ya frente a las divinidades del inframundo Hades y Perséfone, Orfeo suplica por su amada. Los dioses acceden, embelesados por su lira, pero con la condición de que Orfeo no contemple el rostro de Eurídice hasta tanto ambos no hayan salido de los infiernos.
Orfeo atraviesa todo el inframundo en su camino de salida, pero antes de que ella pase por la última puerta Orfeo no puede contener su impaciencia y mira hacia atrás para ver el rostro de su amada Eurídice. En ese momento ella le es arrebatada, se convierte de nuevo en sombra y él es expulsado del infierno, quedando definitivamente separados.[9][4][3]
Así, sin motivo alguno por el cual vivir, vaga por el mundo con su lira hasta cruzarse con las Ménades, parte del salvaje séquito del dios Dioniso, quienes lo despedazan.[10] Tras morir, vuelve al Inframundo y en los Campos Elíseos se reencuentra con su amada Eurídice.[11]