El cine político es aquel que trata temas políticos, unas veces para suscitar la reflexión o para denunciar injusticias sobre problemas políticos o sociales y otras veces para adoctrinar, en cuyo caso más puede hablarse de propaganda o de cine revolucionario que de cine político.
El género
Incluido dentro del más general cine social, se encuentra entre el drama y el cine documental, géneros que pretende unir, aunque también puede orientarse a la sátira y volverse cómico-grotesco o recurrir a la historia del pasado o la distopía o la utopía del futuro para criticar el presente; de hecho, suministra interpretaciones de la historia y reflexiones éticas y estéticas sobre el pasado, el presente y el futuro del espectador, a quien pretende concienciar y desalienar; el más digno no solo defiende los derechos del hombre, sino que reclama también sus deberes.
En realidad, cualquier película es susceptible de una interpretación o lectura política, sobre todo las históricas y las que tratan de dramas colectivos. Para que sea legítimo el espectador ha de tener la oportunidad de apropiarse de este cine o de rechazarlo, algo que, sea por lo que fuere, no suelen facilitar ni los gobiernos totalitarios ni las Majors y los mecanismos de la distribución cinematográfica y televisiva, que ejercen precisamente su abuso de poder por medio de la silenciosa censura del mainstream y la mercadotecnia.[1] Resulta esto tanto más grave en cuanto que el cine tiene un destinatario colectivo, por lo que a duras penas puede ser clandestino e insurgente. De modo que son otros medios, como las plataformas de Internet o la televisión independiente los que han mostrado un nuevo cauce para el análisis político con series como The Prisoner, Borgen, Chernobyl, Veep, The Wire, El cuento de la criada, Crematorio, El ala oeste de la Casa Blanca, Black mirror, Mr. Robot, Humans o El fin de la infancia.
En el Tercer Mundo el cine refleja la lucha anticolonial en Argelia y contra la pobreza secular, así como los modelos revolucionarios de Cuba y de la guerrilla campesina en Latinoamérica.
Aunque el cine colombiano cuenta con figuras tan excepcionales e internacionales como Rodrigo García Barcha, su agitada realidad político-social solo se ha recogido en contadas ocasiones. Destaca sobre todo En la tormenta (1982), dirigida y escrita por el iconoclasta Fernando Vallejo. Muy discutivo ha sido lo que Luis Puenzo llamó, por su impostada complacencia y sentimentalismo, el cine de "pornomiseria"; una de sus películas más representativas y atacadas desde esta perspectiva fue Gamín (1978), de Ciro Durán. Muy diferente es la anarquista La estrategia del caracol (1994) de Sergio Cabrera, fundada en hechos reales y muy premiada en festivales internacionales.
En Bolivia, La bala no mata (2012) de Gabriela Paz Ybarnegaray se desarrolla como una investigación de tipo periodístico apoyada en los recuerdos de personas que lucharon en la Revolución boliviana de 1952.[8] El también boliviano Jorge Sanjinés, una de las cumbres del llamado Tercer Cine, trata en Yawar Mallku (1969) del programa de esterilización realizado con medios norteamericanos a mujeres indígenas de la altiplanicie boliviana; también destaca su El coraje del pueblo (1972) o su galardonada La Nación Clandestina (1989), donde muestra la transculturación sufrida por el pueblo Aymara mediante la inmolación de un indígena que baila hasta morir según el rito del Jach'a Tata Danzanti. Olvidados (2015), del mexicano Carlos Bolado, trata sobre el terrorismo de Estado en Bolivia dentro del llamado Plan Cóndor para toda Latinoamérica con apoyo de la CIA en las décadas de 1970 y 1980.
En Perú destaca La cantuta en la coba del diablo (2011) de Amanda Gonzales, sobre el terrorismo de Estado en la época de Alberto Fujimori.[9]
En Alemania, traumatizada por un pasado que sus habitantes se resisten a evocar, fuera del ya citado Uli Edel, La ola (2008) de Dennis Gansel intenta explicar con un famoso experimento sociológico la génesis del fascismo.
El cine político tras el llamado Telón de acero es mucho más críptico, y con frecuencia se disfraza de farsa o comedia; entre otros cabe mencionar Rojos y blancos (1967) y muchas otras obras del húngaro Miklós Jancsó; también húngaro es László Benedek, quien en EE. UU. fue aclamado por su versión de La muerte de un viajante (1951), ilustración de la tragedia homónima de Arthur Miller sobre el sueño americano, y en Polonia Andrzej Wajda, con Człowiek z marmuru / El hombre de mármol (1977) y Człowiek z želaza / El hombre de hierro (1981), entre otras. El georgiano Tenguiz Abouladzé criticó el estalinismo en la premiada Arrepentimiento (1987). Para celebrar el cuadragésimo aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, el ruso Elem Klímov rodó un espeluznante pero histórico episodio del genocidio nazi en Bielorrusia con crímenes contra la humanidad en Idí i Smotrí ("Ven y mira"), 1985. Pero ya en sus primeros tiempos se atrevió a atacar subrepticiamente a la burocracia comunista en Bienvenido o Prohibido el paso / Добро пожаловать, или Посторонним вход воспрещён (1964), bajo la apariencia de una historia de aventuras en un campamento de verano para niños. Aun así, tuvo problemas con la censura. El nuevo cine checoslovaco reveló, entre otros, a Miloš Forman, luego emigrado a los EE. UU., donde hizo obras tan notables y premiadas como Alguien voló sobre el nido del cuco, y Jiří Menzel, director, en 1969, de Skřivánci na niti / Alondras en el alambre de espino sátira sobre los absurdos de la burocraciaestalinista censurada durante más de veinte años.[12]
Realmente perturbadora es Chien (2017) del francés Samuel Benchetrit, una exasperante parábola en la que se contemplan los efectos de la total sumisión y alienación de la sociedad contemporánea. La galardonada El hoyo (2019), de Galder Gaztelu-Urrutia, es una parábola kafkiana sobre la desigualdad social y el capitalismo salvaje.[15] El Festival de cine de Venecia de 2020 reconoció este cine en un año de gran crisis, premiando Nomadland (2020) de la chino-estadounidense Chloé Zhao y, asimismo, Nuevo Orden (2020), del mexicano Michel Franco.
↑Santillán Buelna, José Ramón (21 de junio de 2016). «Un siglo de cine político mexicano». Ámbitos. Revista Internacional de Comunicación. Consultado el 1 de febrero de 2020.