Está ligado a la llamada Escuela de Barcelona, cuya refinada estética fue una novedad en el cine español. Fata Morgana (1965) es una de sus obras más representativas y encuadradas en esta corriente.
Después, con más rigor, trató la transexualidad en Cambio de sexo (1977) y llevó a la pantalla, con talento, La muchacha de las bragas de oro (1980), adaptación de la obra de Juan Marsé que trata sobre la incursión de un escritor franquista en su pasado. Ambos filmes contribuyeron al despegue profesional de Victoria Abril.
A finales de los años 1980 Aranda alcanzó sus mayores éxitos comerciales. En 1987-88 rodó dos filmes sobre el personaje de El Lute que lanzaron al estrellato a su protagonista Imanol Arias y alcanzaron buena acogida de crítica y público. Amantes (1991) fue tal vez el mayor triunfo de Aranda: causó sensación por su audaces escenas sexuales, ganó los dos principales premios Goya (mejor película y mejor director), así como el Oso de Plata a la mejor actriz en Berlín para Victoria Abril, y contribuyó a la consagración de unos jóvenes Maribel Verdú y Jorge Sanz.
Nuevamente con uno de sus actores fetiche, Imanol Arias, a principios de la década de 1990 Aranda rodó El amante bilingüe (con Ornella Muti) e Intruso (con Ángel Valero y Victoria Abril). En 1994 le siguió La pasión turca, con Ana Belén y Georges Corraface.
Insistiendo en el drama de raíz histórica, Aranda abordó posteriormente una adaptación de la narración medieval, Tirante el Blanco, con un reparto internacional y heterogéneo: desde Victoria Abril y Rafael Amargo hasta Giancarlo Giannini y Charlie Cox.