Eine Alpensinfonie, Op. 64 (en español, Sinfonía alpina) es un poema sinfónico compuesto por Richard Strauss entre 1911 y 1915. La obra está dedicada a Nicolaus Seebach y la real orquesta. Se trata del último poema sinfónico del maestro de Múnich.[1]
Historia
La composición de la obra se desarrolló entre 1911 y 1915. Los primeros esbozos proceden de 1911. En 1914 el maestro se dedicó con más intensidad a esta obra y tras cien días de trabajo la partitura está terminada el 8 de febrero de 1915. Aunque Richard Strauss era célebre como compositor de poemas sinfónicos, en la época de la Alpensinfonie llevaba una docena de años sin producir una gran obra sinfónica, ya que había centrado su atención en la ópera. Tal vez porque la Primera Guerra Mundial estaba en marcha y las oportunidades de producir nuevas óperas eran menores, volvió por última vez al poema sinfónico.[1]
La dedicatoria que figura en la partitura es para el condeNicolaus Seebach, que era el director de la Ópera Real de Dresde donde se habían estrenado cuatro de las seis óperas que Strauss había escrito hasta entonces.[2]
El estreno se celebró el 28 de octubre de 1915 en Berlín con una interpretación de la Dresdner Hofkapelle dirigida por el propio compositor.
La orquestación es opulenta. Para algunos es gloriosa, para otros resulta exagerada y ampulosa. Utiliza un oboe bajo poco común, el heckelphone, además de láminas de trueno, una máquina de viento y otros efectos inusuales.[1] El compositor consideraba esta pieza su más perfecto trabajo de orquestación. En ocasiones, si la plantilla de la orquesta lo permite, en el número 94 de la partitura (al final de Visión), se suelen duplicar las dos flautas, los oboes y los clarinetes en do y el mi bemol. En general, y de acuerdo a las especificaciones de Strauss, se necesitarían al menos 107 músicos. Si se tienen en cuenta las recomendaciones acerca del refuerzo de algunas secciones en pasajes determinados, y si se cuenta con la orquesta fuera de escena, la plantilla recomendada sería de, por lo menos, 129 músicos.
Estructura y análisis
La obra está dividida en las siguientes escenas:[4][3]
1. Nacht (Noche)
2. Sonnenaufgang (Amanecer)
3. Der Anstieg (El ascenso)
4. Eintritt in den Wald (Entrando en el bosque)
5. Wanderung neben dem Bache (Caminando junto al arroyo)
6. Am Wasserfall (Por la cascada)
7. Erscheinung (Aparición)
8. Auf blumigen Wiesen (En los prados floridos)
9. Auf der Alm (En los pastos)
10. Durch Dickicht und Gestrüpp auf Irrwegen (Perdido en la espesura y la maleza)
11. Auf dem Gletscher (En el glaciar)
12. Gefahrvolle Augenblicke (Instantes de peligro)
13. Auf dem Gipfel (En la cima)
14. Vision (Visión)
15. Nebel steigen auf (Aparece la niebla)
16. Die Sonne verdüstert sich allmählich (Comienzo de la puesta del sol)
17. Elegie (Elegía)
18. Stille vor der Sturme (Calma antes de la tormenta)
19. Gewitter und Sturm, Abstieg (Trueno y tormenta, descenso)
20. Sonnenuntergang (Ocaso)
21. Ausklang (Epílogo)
22. Nacht (Noche)
La interpretación de esta obra dura aproximadamente entre 45 y 50 minutos. La pieza tiene una considerable extensión de proporciones sinfónicas y sus diversas escenas se interpretan sin interrupción alguna. Se trata de un ejemplo de música programática porque cumple un programa (expresa un argumento) narrado por el compositor; en este caso su programa específico es la sucesión de etapas en la ascensión a un pico de los Alpes bávaros y el descenso de retorno al valle. Esta excursión también representa simbólicamente el ideal nietzscheano de alcanzar el objetivo de la vida mediante la fuerza de la propia voluntad, sin depender de creencias religiosas. El compositor emplea toda la variedad cromática de la orquesta para transmitir las impresiones que le producen cada uno de los momentos vividos y los parajes atravesados en la ascensión. Hace aquí un uso extensivo del leitmotiv, asociando cada uno de los elementos presentes (la noche, el sol, la lluvia...) a un tema musical.[1]
Strauss comienza la obra con un magnífico y silencioso efecto: antes de la salida del sol, la masa de la montaña se hace visible; el motivo de la Noche se escucha en unas trompas silenciosas contra un acorde que se va engrosando nota a nota hasta que todas las notas de Si menor quedan suspendidas en el aire. El amanecer sigue al imponente tema de la montaña. El motivo «Ascenso» inicia la acción. Los escaladores se encuentran con una partida de caza (oímos llamadas de trompa), cruzan un arroyo, pasan por una cascada, pasan por un prado (se oyen cencerros), se enredan en una espesura, cruzan el glaciar (el motivo «Cascada» se «congela» armónicamente aquí), superan los «Momentos peligrosos» y disfrutan de una sensación gloriosa cuando alcanzan la cumbre. Ahora comienzan el «Descenso» (una inversión del motivo «Ascenso», por supuesto), se ven atrapados en una repentina y violenta tormenta, vuelven sobre sus pasos y llegan al pie de la montaña mientras se entona de nuevo el motivo «Noche».[1]