Rafael Gil Álvarez (Madrid, 22 de mayo de 1913- Madrid, 10 de julio de 1986) fue un director, guionista y productor de cine español.
Biografía
Hijo de Felipe Gil y Gil —nacido en Aragüés del Puerto (Huesca) en 1869—, conservador del Teatro Real de Madrid, y de Presentación Álvarez de la Puente (nacida en Zaragoza en 1871). Residió durante sus primeros dos años de vida en el Teatro Real con sus padres y su hermano Felipe. Cuando tenía tres años, la familia se trasladó a una vivienda en el Paseo de Extremadura, 101 (hoy número 95), de Madrid, recientemente derribada.
Empezó su actividad en 1931 como crítico cinematográfico, en el diario ABC y otras revistas especializadas como Popular Film y Films Selectos. Durante la Guerra Civil rodó varios documentales para el bando republicano. Al concluir la guerra inició su relación con la productora valenciana CIFESA, dirigiendo su primera película en 1941: El hombre que se quiso matar, adaptación del libro de Wenceslao Fernández Flórez y protagonizada por Antonio Casal. Su primer gran éxito fue Eloísa está debajo de un almendro, basada en la obra de Enrique Jardiel Poncela, producida también por CIFESA. El éxito impulsó a Rafael Gil a continuar su relación con CIFESA, con la que llegó a dirigir ocho películas, de las que casi todas obtuvieron un fuerte éxito.
De no existir el cine cuando él abrió los ojos a los gustos y a la razón, lo habría inventado; porque el cine, para Rafael Gil, llegó a ser una auténtica necesidad física.
Carlos Fernández Cuenca, «Rafael Gil», en Revista Internacional del Cine, núms. 11–12
Desarrolló una extensa actividad que abarcó más de cuarenta años de ejercicio como director, rodó sesenta y ocho películas, también trabajó como guionista y productor. En todas ellas contó con un sobresaliente equipo técnico, como el decorador Enrique Alarcón.
Inició su cine en los años cuarenta con tres películas pequeñas, sin que supusieran grandes éxitos, pero que los críticos destacan, de aquí pasó a una fase en la que realizó algunos melodramas de gran éxito y adaptó gran cantidad de obras literarias de clásicos autores españoles como Galdós, Lope de Vega, Wenceslao Fernández Flórez, Jardiel Poncela, Blasco Ibáñez y otros, también cultivó el cine histórico y religioso. En esos años fue una de los realizadores básicos de la industria española del cine. En los últimos años de su carrera, durante los años ochenta, realizó varias adaptaciones del escritor Fernando Vizcaíno Casas.