Surgieron en la Edad Antigua, con el inicio de la historia, en todas las civilizaciones; albergando acontecimientos y protagonizando procesos políticos, sociales y económicos de trascendencia histórica.
En la Edad Contemporánea muchos palacios han sido transformados para otros usos, como parlamentos o museos. El término se emplea también habitualmente para denominar nuevas construcciones de edificios públicos especialmente lujosos que funcionan como hitos urbanos; sea cual sea su uso, siendo un caso extremo, los pasillos del Metro de Moscú, inspirados en lujosas estancias palaciegas, construido en la época estalinista con explícita referencia a los palacios zaristas.
Ya en la Edad Media, el uso de la palabra latina palatium con el sentido de "gobierno" es evidente en un comentario de Pablo el Diácono, escrito en 790 y que narra hechos de los años 660: Huic Lupo, quando Grimuald Beneventum perrexit, suum palatium commendavit ("Cuando Grimuald se puso en camino a Beneventum, encomendó su palacio a Lupo").[4] En esa misma época, Carlomagno revivió el uso del término como residencia imperial en su "palacio" de Aquisgrán, del cual solo sobrevivió la capilla. Previamente, los reinos germánicos, como el ostrogodo, pero especialmente el visigodo y el franco, habían desarrollado cada uno su respectivo officium palatinum con distintos cargos en torno al rey; los "palatinos" merovingios dieron origen a las figuras legendarias de los paladines.
Palas era el nombre que se daba a la residencia de gobierno en algunas ciudades germánicas de la Alta Edad Media. Los poderosos príncipes electores se alojaban en palacios (Paläste), evidencia de la descentralización del poder en el Sacro Imperio Romano Germánico. De una manera similar, en la mayoría de las monarquías feudales, aunque inicialmente sólo fuera el rey quien se permitía llamar a su morada palacio, tal denominación fue emulada por la nobleza y el clero.
En Francia y en idioma francés hay una clara distinción entre palais ("palacio") y château ("castillo"). El palais siempre ha sido urbano, como el Palais de la Cité de París (que fue el palacio real y ahora es la Suprema Corte de Justicia), o el Palais des Papes de Aviñón ("Palacio de los Papas"). En contraste, el château siempre ha sido de características rurales, sostenido por su demesne,[5] aun cuando no estuviera fortificado. El Palacio de Versalles, residencia del rey de Francia, y con él la fuente del poder, está alejado de la ciudad, y siempre ha sido denominado en francés como Château de Versailles, mientras que la denominación palais se reserva para el edificio urbano del Louvre en París. Esa distinción no es usual en otros idiomas o países, como en Inglaterra y en idioma inglés, donde se utilizan de forma intercambiable términos de contenido inicial muy diverso (palace, castle, manor o house). Tampoco en España y sus idiomas; por ejemplo, la nobleza gallega a partir del siglo XV transformó castillos y torres en pazos (vocablo cognado de "palacio" en idioma gallego), siendo ambas tipologías arquitectónicas eminentemente rurales. No se definen por su implantación, sino por su función; militar la de castillos y residencial o cortesana la de pazos y palacios. La identificación entre el término "palacio" y la burocracia, en castellano ha producido la sentencia las cosas de palacio van despacio.
Palacios por civilizaciones
Civilizaciones históricas
Próximo Oriente antiguo
Desde el nacimiento de la civilización, aparecieron el palacio y el templo como manifestaciones arquitectónicas de la dualidad del poder (poder político y poder religioso). En ambos casos, nacen con la historia, es decir, con la escritura; siendo la emisión, recepción y conservación de cartas y todo tipo de documentos en un archivo una de las funciones de los palacios desde su origen. Otra muy importante fue la custodia de todo tipo de almacenes (de alimentos, de materias primas para la construcción y la artesanía, de mercancías para el comercio exterior o provenientes de él, de armas), y especialmente la del tesoro (el almacén de las mercancías más prestigiosas: metales preciosos y joyas). A la burocracia cada vez más compleja que generaban las cancillerías y tesorerías (en Egipto, con el nombre de escribas) se sumaba el resto de los oficios palaciegos denominados por su función en el servicio doméstico de la casa del rey, que terminó convirtiéndose en una corte regia de altos funcionarios ennoblecidos (como el copero que aparece en la narración bíblica de la historia de José en Egipto, donde se describen detalles muy significativos de la vida palaciega).
Lo relativamente efímero de los materiales utilizados en su construcción ha provocado que de los palacios sumerios y egipcios apenas hayan quedado más que restos arqueológicos, lo que contrasta, en el caso de Egipto, con la mayor duración de los materiales utilizados en los edificios religiosos y las tumbas; cuya concepción (como casa del dios o casa para la eternidad) permite hacerse una idea de cómo serían aquellos.
Palacios cretenses o palacios minoicos, palacios micénicos, palacios griegos, palacios helenísticos.[9] La civilización cretense, por su parte, ha sido interpretada como una "civilización de palacios", dado el predominio absoluto de su presencia física en los yacimientos. En la Grecia continental, destaca la condición defensiva de las ciudades micénicas, rodeadas de murallas. El megaron es la construcción que representa el centro político, económico y social de esas ciudades, y —en su aspecto formal arquitectónico— es el precedente del templo griego.
Algunos emperadores eligieron entornos alejados de la ciudad de Roma, siguiendo el ideal bucólico que la poesía y la preceptiva arquitectónica (Vitruvio) fijaban para el descanso y los placeres de una supuesta "vida campestre":
Villa Jovis, el palacio de Tiberio en Capri y la mayor de las doce villas tiberinas
Villa Hadriana en Tívoli, un lugar de retiro, alejado de Roma, para el emperador Adriano
En el Bajo Imperio, la institución imperial se convierte en el Dominado (de dominus -"señor"-), y el palacio imperial pasa a denominarse como Sacrum Palatium ("palacio sagrado").
En las provincias romanas, además de los palacios helenísticos de Oriente, hubo otros edificios de carácter palacial: unos vinculados a la administración (praetorium); y otros pertenecientes a las familias enriquecidas del orden senatorial, especialmente en entornos rurales (villae). La corte imperial de Augusto residió en Tarraco entre el 29 y el 26 antes de Cristo (guerras cántabras); mientras que en los momentos finales del imperio la corte de Gala Placidia residió en Barcino. En ambas ciudades hubo de haber algún edificio usado como palacio.
Palacios visigodos. La existencia de palacios en el reino visigodo se atestigua en los documentos; tanto mientras la corte estuvo en Toulouse como cuando estuvo en Toledo. Los usos cortesanos a la romana de Teodorico I (no se confunda con "el grande", ostrogodo) en el Palacio visigodo de Tolosa fueron descritos por Sidonio Apolinar, incluyendo la expresión exclusa velis ("tras las cortinas") para indicar la parte del recinto en la que el rey podía hablar en voz baja.[10] El Palacio visigodo de Toledo formaba parte de un conjunto con la denominada iglesia pretoriense de San Pedro y San Pablo (donde se celebraban los Concilios de Toledo), y que a su vez estaba dividida en dos: San Pedro in Afficem, dentro del pretorio o palacio y San Pablo en la zona denominada Granadal. En el siglo XII (tras la reconquista cristiana) el lugar estaba muy deteriorado, quizá en ruinas, y se utilizaba con distintos fines, nombrándose como el barranco de San Pablo y la iglesia que allí existe.[11] También en la vega de Toledo hubo un monasterio de San Pedro el Verde fundado en época visigoda (obispo Aurasio, reyes Gundemaro y Sisebuto).[12] Hay indicaciones de la existencia de un palacio visigodo de Sevilla, cuyo recuerdo hizo nombrar un paraje como Corral de Rey, junto a la iglesia del Salvador.[13]
Palacios carolingios, asturianos y otonianos
Palacios carolingios. El más importante fue el Palacio de Aquisgrán, en torno al cual se creó todo un complejo de instituciones "palatinas" durante el llamado "Renacimiento carolingio". El propio Carlomagno obtuvo del papa Adriano I el permiso para arrancar los mármoles y pavimentos del Palacio de Rávena para decorarlo.[14] No fue el único: hubo un "palacio de Carlomagno" en Verberie,[15] otro en Ingelheim (palacio de Ingelheim)[16] y otro en Nimega (Palacio de Nimega), donde se supone que Carlomagno residió hasta en cuatro ocasiones, y que habría servido también como lugar de confinamiento de Ludovico Pío durante su breve deposición del año 830.[17] También se construyó un palacio carolingio en Reims, sobre una villa romana, y que fue convertido posteriormente en palacio episcopal (Palacio de Tau).
En el Sacro Imperio Romano Germánico se construyeron numerosos palacios con la denominación de "imperiales" o "reales" (Kaiserpfalz o Königspfalz respectivamente); y el título de Pfalgraf (conde palatino) terminó por identificar al elector del Palatinado, región identificada con el topónimo Pfalz ("palacio" en lengua alemana). La necesidad de mantener una multiplicidad de palacios es consecuencia del carácter itinerante de la corte, que implica constantes desplazamientos, como los palacios otonianos de Werla y Tilleda.[19] Los palacios servían al regni decor et commoditas itineris,[20] mientras que los lugares escogidos se beneficiaban de la praesentia regis.[21] El palacio imperial de Goslar (Kaiserpfalz Goslar, Goslar) se levantó sobre un pabellón de caza de época otoniana, engrandecido en el siglo XI, con la dinastía salia.[22]
Palacios islámicos
La expansión del Islam significó la construcción de nuevos espacios políticos en una amplia franja del Viejo Mundo, entre el Atlántico y el Índico. Los Palacios islámicos o palacios musulmanes no se limitan a los palacios árabes (en Arabia o en el resto del mundo árabe), sino que incluyen los de zonas islámicas no árabes, como el Imperio turco otomano y el Imperio moghul de la India. En general, en los palacios árabes o musulmanes hay un marcado contraste entre la austeridad del exterior frente a la riqueza del interior (estructura laberíntica de salones, galerías, pórticos, arcos de herradura y mixtilíneos, artesonados, mocárabes, patios, fuentes, jardines), caracterizado por lo que ha pasado a convertirse en un tópico literario: el "lujo oriental" y la sofisticación propios de Las mil y una noches. Ese rasgo implicó su carácter efímero, por la naturaleza de sus materiales de construcción.[23]
Ni del dorado techo / se admira fabricado / del sabio moro, en jaspe sustentado
Durante la Reconquista, en los reinos cristianos peninsulares se realizaron edificios de un estilo muy peculiar, el mudéjar, que utilizaba elementos arquitectónicos islámicos. La palabra "alcázar" (del árabe qasr) se conservó como denominación de los palacios reales de los reyes de Castilla. Se dice que los hechizaban y hacían mucha comida.
Palacios mayas. Las ciudades mayas tenían su centro en complejos político-religiosos, con palacios y templos. Uno de los palacios más grandes fue el de la ciudad de Cancuén.
Palacios aztecas. Los testimonios recogidos a la llegada de los españoles, confirmados por hallazgos arqueológicos, recogen que el centro principal de poder en Tenochtitlán era el palacio de Moctezuma II o Casas Nuevas de Moctezuma, sobre el que se levantó el actual Palacio Nacional (en la zona del Zócalo). Había muchos otros palacios de los anteriores tlatoani, entre ellos el Palacio de Axayácatl, donde se recibió a Hernán Cortés, y el primero en ser objeto de adaptación para su uso por los conquistadores (es muy significativa la anécdota de la construcción de un retablo cristiano por el carpintero Alfonso Yáñez, durante la cual, al modificar una pared, se halló un impresionante tesoro —denominado tesoro de Axayácatl o tesoro de Cortés—).[27]
Desde la Baja Edad Media, el desarrollo de las ciudades europeas se manifestó en una notable arquitectura civil que incluía palacios reales, episcopales y nobiliarios; y también palacios municipales y casas palaciegas de burgueses enriquecidos en los principales focos urbanos (especialmente Flandes e Italia). A partir de la Edad Moderna los palacios de ciertas ciudades europeas constituyen modelos y denominaciones características, adaptando las sucesivas innovaciones formales de los estilos artísticos de cada periodo (el Renacimiento, el Barroco y el Neoclasicismo). Con la expansión colonial, el modelo de palacio europeo se extendió por el resto del mundo.
Las ciudades italianas y flamencas
Flandes e Italia fueron los dos núcleos principales del desarrollo urbano medieval, que se prolongó durante la Edad Moderna. En particular, cada una de las grandes ciudades italianas desarrollaron modelos de palazzo muy peculiares de cada una.
La city de Londres creció en torno al poder del rey de Inglaterra que simbolizaba la Torre de Londres (otras residencias reales se construyeron en los alrededores, como el Palacio Savoy, destruido en las revueltas de 1381), mientras que el poder del parlamento inglés se manifestaba en la cercana Westminster. La reconstrucción urbana tras el incendio de Londres de 1666 y su pujanza económica con la revolución industrial y la expansión del imperio británico convirtieron a esta metrópolis en la ciudad más importante del mundo, lo que determinó la condición palaciega de muchos de sus edificios, incluidos algunos muy característicos, como los clubs.
El París medieval creció en torno a la fortaleza-palacio real de la isla de la Cité. Durante el Antiguo Régimen, muchos otros palacios se construyeron en la ciudad, a iniciativa regia o de particulares. El crecimiento urbano durante el siglo XIX (ensanche de Haussmann) permitió la construcción de palacios al gusto burgués, como el que habitó la reina exiliada de España Isabel II, llamado Palacio de Castilla.
La condición descentralizada del Sacro Imperio Romano Germánico se manifestó en la construcción de cortes palaciegas en edificaciones de distintas denominaciones (Residenz -"residencia"- Hof -"corte"-, Schloss -"castillo"-, etc.) para los príncipes electores (Kurfürsten) y otros aristócratas de la alta nobleza y el alto clero (Fürsten -"príncipes"-) que actuaban en la práctica como soberanos independientes; mientras que la condición de emperador del Sacro Imperio, electiva, recayó desde finales de la Edad Media en los Archiduques de Austria de la casa de Habsburgo, que mantenían su corte en Viena. Algunas ciudades tenían la condición de ciudad libre o ciudad imperial (freie Städte y Reichsstadt), con muy distintos grados de autonomía, aunque no llegaron a alcanzar el grado de independencia de las ciudades-estado italianas o de los cantones suizos. La unificación alemana del siglo XIX determinó la capitalidad de Berlín durante el Imperio alemán (Deutsches Reich entre 1871 y 1918).
Un caso diferente lo constituyen los palacios de indianos o casas de indianos, los suntuosos edificios que levantaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX los indianos enriquecidos, a la vuelta de su emigración, en sus poblaciones de origen, especialmente del norte peninsular. En Canarias se conserva el lugar que ocupaba una cueva-palacio prehispánico (la Cueva de Chinguaro). En Galicia son características las residencias palaciegas de tipo eminentemente rural denominadas pazos.
↑Cassell's Latin Dictionary, Marchant & Charles. Fuente citada en Demesne.
↑De los palacios sumerios (Eridu, Kiš, Tell Brak, Ur, Ešnunna) es también poco lo conservado, con excepción del palacio de Mari, reconstruido y ampliado a lo largo de su historia.Artehistoria «Sin embargo, son muchos más numerosos los ejemplos de arquitectura civil en el arte mesopotámico. Han quedado bastantes restos que nos han permitido levantar planos de los palacios reales de Ugarit, el palacio real de Ebla o el palacio real de Buyukkale. Estos edificios presentan como elemento común la organización de las estancias a través de diferentes patios, esquema que se continuará hasta el mundo romano». La arquitectura civil en el arte antiguo.
Apenas conservamos restos de edificios de carácter civil procedentes del mundo egipcio, ya que las casas y los palacios estaban construidos en materiales perecederos, mientras que tumbas y templos se levantaban en piedra. Sí nos han quedado muestras de las casas de Deir el-Medineh, todas ellas construidas en ladrillo y con unas dimensiones de 10 por 3 metros. En cuanto al urbanismo, conocemos con bastante exactitud la ciudad de Tell el-Amarna, ciudad de nueva planta fundada por Akhenatón en un llano desértico de la orilla derecha del río Nilo. –– Consultar:
El primer complejo destinado a residencia oficial y al ejercicio del poder central, es decir, el Palacio del faraón o del príncipe, asume un particular aspecto arquitectónico en las postrimerías del cuarto milenio a.C. y lo mantiene durante casi todo el tercero. Eficaces y de gran belleza son las imágenes en perspectiva de esos monumentales edificios, reproducidas en las tapas de los sarcófagos de fines de la IV dinastía (2620-2500 a.C). Una idea del sucederse de habitaciones y de patios interiores, la hallamos incluso en las construcciones de la primera dinastía, como en la tumba de Aha y, aún más, en la de Udimu (hacia el 2900 a.C). –– Consultar: Castillos egipcios
↑Epístola 1, 2, 4. Citado por J. Gouyon, Toulouse, la première capital du rouyame wisigoth, en G. Ripoll y J. M. Gurts (eds.), Sedes Regiae (ann. 400-800), Barcelona, 2000, p. 239; citado a su vez por Ramón Teja, y Silvia Acerbi, El palacio visigodo y el circo de Toledo, hipótesis de localización. Reti Medievali Rivista, XI, 2010.
(774-787), cerca de Maguncia, junto al Rin. Adopta una forma de villa romana, con gran hemiciclo en la parte oriental. El salón del trono tenía forma absidada, con importante tamaño. Otros palacios de Carlomagno
El rey Alfonso II el Casto de Asturias trasladó al comienzo de su reinado (791-842) la capitalidad del reino a la ciudad de Oviedo donde inició un extenso programa constructivo dotando a la ciudad de iglesias, monasterios, palacios y una muralla defesiva que rodeaba todo el conjunto incluyendo en ese recinto el Monasterio de San Vicente, fundado en tiempos de su padre el rey Fruela I, y que fue el origen de la ciudad. Las noticias documentales son muy escasas y genéricas. Es citada en el testamento del rey Alfonso II contenido en el Liber Testamentorum conservado en la Catedral de San Salvador de Oviedo. Aparece también citada en diversas donaciones como la del palacio-fortaleza de Alfonso III el Magno por el rey Alfonso VI de León al cabildo de San Salvador en 1057 y en la de la reina Urraca la Asturiana de otros palacios y edificios también a San Salvador en 1161. Oviedo. Muralla.
↑Hans-Georg Uhl: Die Kaiserpfalz Goslar. 2. Auflage. Stadtverwaltung, Goslar 1958. Fuente citada en Imperial Palace of Goslar.
↑En una ocasión el sultán Mahmud (...) mandó construir un palacio comestible hecho de halva (una pasta dulce de sésamo). Ala al-Din (...) hizo que se edificase un palacio de cristal. Ulug Beg (...) encargó una torre de cerámica de China (...) muchos otros palacios y cámaras de placer musulmanas construidas con ladrillo y yeso resultaron ser tan poco duraderas como aquellas. Robert Irwin, Vida palatina en Arte islámico, AKAL, 2008, ISBN 8446025248, pp. 103 y ss.
↑Japanese palaces are different from all other palaces in the world. They are quite simple and plain in architectural treatment, and yet they fully express elegance. European palaces, on the contrary, are characterized by rich decoration. Hideto Kishida (1954) Japanese architecture.