La Nueva canción fue un movimiento musical de izquierda de América Latina y España (Nueva canción española) que apareció más o menos al mismo tiempo —a mediados de la década de los años 1960— en varios países del continente. Se trataba de una canción que difería de la producción popular anterior debido a que poseía un fuerte compromiso social nuevo en América Latina.[1][2]
La nueva canción latinoamericana se caracteriza por recurrir al folclore musical tal como se presenta en cada región del subcontinente, arraigado a su vez en tradiciones afroamericanas, indígenas e ibéricas, pero con un espíritu abierto hacia la fusión y el desarrollo de nuevas formas.[1][2]
La nueva canción también ha recibido la influencia de la música popular española moderna, principalmente a través de la obra de Joan Manuel Serrat; del folclore "blanco" estadounidense, a través de figuras como Bob Dylan y Pete Seeger[5] y Joan Báez; y del jazz y el rock, tomando contacto cercano, en este último sentido con las formas progresivas del rock en español, como en el caso del rock nacional argentino.
Posición política
Ideológicamente, la nueva canción se ha llegado a identificar con la música de protesta porque en sus letras, generalmente, se manifiesta un profundo rechazo por la intervención extranjera (militar, política o económica) en los países americanos; sin embargo, lo ideológico no se queda en esta posición de rechazo a lo extranjero, sino que se extiende a un profundo respeto por la vida de los obreros, los campesinos y los indígenas, todo esto a la par de un claro rechazo al imperialismoestadounidense y europeo, al consumismo y a la desigualdad social.[1]
En Argentina el movimiento tomó forma en 1963 como una propuesta cultural que se denominó Nuevo cancionero, liderado entre otros por Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez.
En Cuba, la nueva canción se llamó Nueva trova y estuvo respaldada por el gobierno de la revolución cubana. En Chile, el presidente Salvador Allende incluso llegó a decir antes de su derrocamiento que no podía haber revolución sin canciones. A veces era común que algunos se refirieran a la Nueva canción latinoamericana simplemente como Canción latinoamericana.[1][2]
Con la caída las dictaduras sudamericanas en la década de 1980, el regreso de los artistas exiliados de la nueva canción dio lugar a grandes recitales históricos, que se convirtieron en acontecimientos culturales en sí mismos, como sucedió con Mercedes Sosa en Argentina, Quilapayún e Inti Illimani en Chile, Viglietti y Zitarrosa en Uruguay, etc.
Aunque esté claramente ligada a un pensamiento de izquierda, no se trata necesariamente de una canción panfletaria. Víctor Jara lo definió así: "Nuestra canción no es una canción de protesta, es una canción de amor."; no sólo en el sentido de amor de pareja hombre-mujer, sino también por sus hijos, por la vida, por su hogar, por la dignidad, por la libertad.[1][2]