A la edad de dieciocho años, sintiéndose inclinado a imitar a sus ilustres ascendientes, el marqués de Terranova (así se titulaba por entonces) abrazó la carrera de las armas e ingresó, en clase de cadete supernumerario, en el primer escuadrón del Real Cuerpo de Guardias de la Real persona, el 27 de febrero de 1833, siendo nombrado cadete efectivo[1] en 4 de julio del mismo año. Comenzó sus servicios haciendo donación de todos los haberes que pudieran corresponderle, en beneficio de la enfermería del citado Real Cuerpo de Guardias, y jamás cobró dieta o pensión alguna. Estuvo destinado hasta mediados de 1835 en los destacamentos del Escorial, La Granja, El Pardo y Segovia, y fue destinado, en 27 de septiembre, al Ejército del norte, en clase de ayudante de campo del general en jefe, Luis Fernández de Córdoba, III marqués de Mendigorría.
En 1837, incorporado al cuartel general del general Espartero, asistió a los difíciles reconocimientos de las líneas fortificadas de Hernani y Tolosa; a los asaltos de Irún y Fuenterrabía, donde ganó otra cruz de San Fernando; a las acciones de Urnieta, de Andoáin, de Santa Cruz de Arezo, de Lecumberri,[4] de Urquiz y Berrioplano. Participó asimismo en todos los hechos de armas que llevó a cabo el ejército encargado de perseguir al expedicionario de don Carlos por Aragón y Cuenca. Estuvo en Madrid en septiembre de 1837, aprestando la desesperada defensa de la Villa y Corte ante la inminente llegada del ejército de don Carlos. Por último, tomo parte en las operaciones contra el pretendiente hasta el regreso de éste a las Provincias Vascongadas. Con su salud quebrantada por los rigores de la guerra, los suyos le obligaron a pedir Real licencia en diciembre de aquel año para restablecerse. El 16 de enero de 1838 se le concedió el empleo de exento supernumerario de Guardias Reales, y poco después fue nombrado caballero agregado, en la clase militar, a la embajada extraordinaria que asistió a la coronación de la reina Victoria del Reino Unido. De vuelta a la Península, el marqués de Terranova prestó algunos servicios como exento de Guardias Reales que era y gentilhombre de cámara de Su Majestad.[5]
Diputado a Cortes
Fue diputado a Cortes por Cádiz, en sustitución de Francisco Domecq Victor, que renunció al escaño el 12 de febrero de 1838.[6] A su vez, el 20 de noviembre de 1838 solicitó su renuncia mediante escrito al Ministerio de Gobernación.[7]
Osuna el Grande
El 29 de agosto de 1844 heredó de su hermano los títulos y estados de la Casa de Osuna,[8] y empezó una vida de lujo que acabó con su gran ruina. Todavía es famosa la expresión «ni que fueras Osuna» en referencia a un gasto disparatado. De él se decía que podía cruzar media España sin salir de sus posesiones. Fue el último habitante de su familia en la Alameda de Osuna, pequeño palacio a las afueras de Barajas en Madrid. Tenía importantes propiedades agrícolas en Sevilla, en Guadalajara y en Extremadura. Las medidas desvinculadoras tomadas a la vez que la desamortización de Mendizábal hicieron que la propiedad de la tierra fuera completamente suya, lo que le acabó condenando ya que podían ejecutar las hipotecas contra él.
Embajador en la coronación de la reina Victoria del Reino Unido, embajador en París en la boda de Napoleón III y Eugenia de Montijo (1853) y luego embajador extraordinario en San Petersburgo de 1856 a 1868, doce años, consiguiendo la reanudación de las relaciones diplomáticas rotas a la muerte de Fernando VII. Fueron famosas las fastuosas fiestas que daba en la embajada española pagadas de su propio bolsillo.
En 1881 fue el representante español en la boda del futuro káiser Guillermo II. Murió en junio de 1882, notificando su muerte al Senado el príncipe Solms Braunfels.
Murió sin descendencia y prácticamente en la ruina por lo cual a su muerte la biblioteca de los duques del Infantado fue comprada por el Estado, pasando a formar parte de la Biblioteca Nacional. La mayor parte de sus colecciones se vendieron y dispersaron en 1896 en posterior subasta.
Fue el último señor efectivo de todos los mayorazgos familiares que se desamortizaron por las leyes de Mendizabal (1842), lo que permitió que a su fallecimiento sin sucesión, y ya que su principal heredero era el duque de Alba (que poseía ya acumuladas siete grandezas de España de primera clase), se iniciara un descomunal pleito en el que intervino la Corona, que no vio con buenos ojos que una sola persona poseyera tantos títulos y posesiones, desbaratando la acumulación de los mismos y distribuyéndolos a diversas familias. El título de duque del Infantado pasó entonces a las manos de la familia Arteaga y Lazcano, quienes consiguieron recuperar parte de los bienes de la casa.
Vizconde de la Puebla de Alcocer, señor de las villas de Melgar de Fernamental y Villasandino, justicia mayor del Reino de Castilla, gran justicier del Reino de Nápoles, primera voz del Estamento o Brazo Militar del reino de Cerdeña, almirante de Castilla, merino mayor de Asturias y León, notario mayor de los Reinos de Castilla, camarero mayor del rey y gentilhombre de cámara de S. M., con ejercicio y servidumbre; señor de todos los mayorazgos, con sus ciudades, villas, lugares, juros, heredamientos, castillos, baronías, oficios, patronatos, etc., de las casas de los Girones y Téllez, Mendoza, Lasso de la Vega, Luna, Cisneros, Albornoz, Manzanedo, Sandoval, Enríquez, Toledo, Borja, Centelles, Vigil de Quiñones, Silva, Zúñiga, Ponce de León, Alfonso-Pimentel, Sotomayor, Maza de Lizana, etc.
CLAES, Marie-Christine & VAN DEN STEEN, Christian (avec des contributions de ROMMELAERE, Catherine et LAMAS-DELGADO, Eduardo), Faste et misère : le château de Beauraing au temps d'un Grand d'Espagne (Monographies du TreM.a, n° 66), Namur, 2014.
RAMÍREZ OLID, José Manuel: Mariano Téllez Girón. Claroscuros de un duque romántico. Comunicación presentada al I Congreso de Profesores-Investigadores. Hespérides. Sevilla, 1984, págs. 225-233
RAMÍREZ OLID, José Manuel: Cuando la realidad se hace leyenda. Mariano Téllez Girón (1814-1882). Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, nº 16, diciembre de 2014, págs. 35-43