Margarita II de Avesnes , o de Henao, nacida en 1311, muerta en Valenciennes el 30 de septiembre de 1355, fue condesa de Henao desde 1345 a 1355, de Holanda y de Zelanda (bajo el nombre de Margarita I) desde 1345 a 1354. Era hija de Guillermo I, conde de Henao, de Holanda y de Zelanda, y de Juana de Valois.
La sucesión de Guillermo IV
Su hermano mayor Guillermo IV de Holanda había muerto sin descendencia. Juan de Beaumont, desde Frisia volvió a Geertruidenberg, donde estaba su viuda y asumió la administración de Henao, llegando a ser incluso reconocido por Holanda y Zelanda, porque confirmó los privilegios de Kennemerland.[1]
La ley natural operaba a favor de la emperatriz Margarita, por lo que quizás Eduardo III de Inglaterra redujo sus pretensiones y reivindicó solamente el condado de Holanda. El rey de Inglaterra encargó al conde de Beaumont la defensa de sus derechos; pero fue ganado a la causa del rey de Francia y Eduardo lo sustituyó por Otón de Kuik a quien autorizó para negociar con su cuñada.[2]
Henao, Holanda, Zelanda y Frisia eran feudos del Imperio y estaban dispuestos a reconocer a la emperatriz o alguno de sus hijos. Luis IV de Baviera reunió en Núremberg el colegio de príncipes para examinar los derechos de su esposa. La mayoría opinó que estos feudos se heredaban solo por línea masculina y que debían ser devueltos al Imperio. Otros opinaban que la sucesión también podía darse por la rama femenina y el emperador se pronunció a favor de su esposa el 15 de enero de 1346 y al mismo tiempo declaró a los condados un todo indivisible.[3]
Acuerdo con Inglaterra
Ese mismo año se produjo un acuerdo en Ypres entre Margarita y su hermana Felipa de Henao, esposa del rey de Inglaterra: Felipa renunció a sus derechos hereditarios de su hermano Guillermo en favor de su hermana.[4]
Margarita entró en Henao donde fue bien recibida y la reconocieron como su soberana.[5] A continuación pasó a Holanda y las ciudades aprovecharon la necesidad que ella tenía de su reconocimiento para exigirle nuevos privilegios. Entre ellos el de no poder declarar la guerra sin la aprobación de la nobleza y de las ciudades y si la condesa-emperatriz no respetaba la ley, sus súbditos quedaban eximidos de prestarle socorro y apoyo.[6] Las cartas que contienen esta obligación están selladas en nombre del conde de Beaumont, así como el acta de unión a perpetuidad de la ciudad de Ámsterdam al condado de Holanda. Las otras ciudades se hicieron recompensar con otros privilegios similares, aunque algunos fueron luego revocados. Margarita, temiendo la oposición del rey de Inglaterra, no rechazó estas demandas y fue reconocida por Holanda y Zelanda que le juraron fidelidad.[7]
Eduardo de Inglaterra, sorprendido por la rapidez de este reconocimiento, renunció a defender sus intereses con las armas y le propuso a su cuñada someterse al arbitraje de Teodorico, señor de Montjou, de Waljenburg y de Voorne. Pero este tema no progresó y la emperatriz tomó posesión de sus estados.
Margarita nombra gobernador a su hijo
La emperatriz tuvo que regresar a Alemania a solicitud de sus esposo y nombró a su hijo Guillermo gobernador de los cuatro condados, quien sería sustituido por su hermano Alberto si aquel fallecía sin descendencia.[7]
Guillermo convocó a la Asamblea General y su madre le concedió el título de "Verbeider", es decir, lugarteniente.
La ausencia de Margarita y la juventud de Guillermo hicieron creer al obispo de Utrecht, Juan de Arkel, que se le presentaba una buena ocasión para recobrar lo que los holandeses le habían arrebatado en la última guerra. El obispo reunió un ejército y, entrando en Holanda, redujo a cenizas la ciudad de Oudewater.
Guillermo convocó a toda prisa a sus vasallos y a las milicias de las ciudades y se dirigió a Schoonhoven, y desde allí le escribió una carta concretando el lugar de la batalla entre Ysselsteyn y Iutsaes. El combate fue tan sangriento, que aunque se decidió a favor del obispo, los dos ejércitos quedaron tan debilitados que renovaron la tregua.[8]
Tras la guerra el obispo encontró el tesoro agotado por los gastos de la misma y abandonó la diócesis partiendo para Roma.[9]
Guerra civil
En 1348, Margarita cedió oficiosamente la soberanía de Holanda, Zelanda y Frisia a su hijo Guillermo.[10]
Sin embargo, temiendo una intervención inglesa, Margarita se vio obligada a ceder de hecho Holanda a su hijo en 1351 a cambio de una pensión vitalicia que éste debía pagarle. Guillermo olvidó las condiciones del acuerdo no pagando la suma acordada, lo que provocó que Margarita entrara en Holanda y recobrara la administración del condado según una carta de 17 de marzo de 1351.[11]
La nobleza y las principales ciudades apoyaron a Guillermo y su madre solicitó el apoyo de Eduardo de Inglaterra al que le ofreció cederle el gobierno durante algunos años, bajo ciertas condiciones, si acudía en su socorro.[12]
Esto causó una revuelta en Holanda, los partidarios del conde Guillermo (que se denominaron "Kabelljauws") y los de la emperatriz Margarita ("Hoeks") desencadenaron una auténtica guerra civil. Los dos partidos se distinguieron por el color de sus gorros: gris, los Kabelljauws y rojo, los Hoeks.
Siendo más numerosos los grises asolaron diecisiete castillos de los nobles rojos.[13]
La emperatriz Margarita, que había pasado a Inglaterra, reunió una flota y se dirigió con ella a Veere, en la isla de Walcheren, donde libró una dura batalla contra su hijo, que comandaba la flota holandesa, en la que resultó victoriosa. Guillermo se retiró a Holanda y su madre, confiada en esa victoria, remontó el Mosa persiguiendo la flota de su hijo y librar un segundo combate donde fue derrotada.
Margarita se refugió en Inglaterra, donde consiguió la mediación del rey de Inglaterra y gracias a su arbitraje se reconciliaron madre e hijo mediante un acuerdo concluido el 7 de diciembre de 1354.[14]
La emperatriz cedía definitivamente Holanda, Zelanda y Frisia y el conde Guillermo renunciaba a sus derechos sobre Henao mientras su madre viviera.
Margarita murió en Valenciennes, donde residía, el 30 de septiembre de 1355.[15][16]