La literatura mundial se relaciona con la mirada que tenemos sobre las literaturas nacionales. Pese a lo extendido del estudio, actualmente no se puede ofrecer una única definición del concepto. Unos de los primeros en hablar sobre la literatura mundial (Weltliteratur) fue Johann Wolfgang von Goethe. Sin embargo, otros intelectuales como Karl Marx, Engels, Franco Moretti o Pascale Casanova han intentado esclarecer los lÃmites de la literatura mundial, aportando propias definiciones en relación con sus momentos de estudio.
El segundo factor tiene que ver con la organización interna de los estudios literarios, en relación con la ambición de incorporar todas las literaturas del mundo.
Goethe
El concepto de literatura mundial reaparece una y otra vez a lo largo de toda la producción literaria de Goethe. La primera vez es en 1827, durante una conversación mantenida con Eckermann:
El concepto sigue presentándose en otros textos como «literatura cosmopolita» e incluso como «literatura nacional», aunque en todos casos Goethe utilizó la palabra Weltliteratur. En estos momentos, para Goethe lo que se considera Weltliteratur es una literatura producto de una labor colectiva entre las naciones francesa, alemana e inglesa,[2] consideración que nace del momento histórico que se está viviendo: los paÃses americanos acaban de constituir sus respectivos Estados-nación, lo que supone uno de los primeros pasos de la modernidad hacia la poscolonialidad. En palabras de Hugo Achugar se trata de: «[la] consolidación de un “nuevo orden mundial†instaurado por la Santa Alianza luego de la derrota de Napoleón y del Congreso de Vieja de 1815».[2] Asà pues, para Goethe la literatura mundial no es más que la conjunción de unas prácticas y valores que, en trascendencia a las fronteras nacionales, permiten concebir el ejercicio de la literatura como una suerte de espacio transnacional. «Por ello [...] el entendimiento estrictamente goetheano de la noción apunta a un “mercado libre†de intercambio entre naciones. En suma, el origen de la conceptualización de Goethe apunta hacia un conjunto de cuestiones conceptuales que serán centrales para el debate posterior de la noción».[3]
«En virtud de su explotación del mercado mundial, la burguesÃa ha dado una conformación cosmopolita a la producción y al consumo. […] El sitio de la antigua autosuficiencia y aislamiento locales y nacionales se ve ocupado por un tráfico en todas direcciones, por una mutua dependencia general entre las naciones. Y lo mismo que ocurre en la producción material ocurre asimismo en la producción intelectual. Los productos intelectuales de las diversas naciones se convierten en patrimonio común. La parcialidad y limitación nacionales se tornan cada vez más imposibles, a partir de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal»[4].
Para Moretti, la literatura mundial deja de ser un objetivo para convertirse en un problema que hay que resolver, y debido a que la literatura comparada no ha cumplido las expectativas puestas en ella a la hora del estudio, es necesario volver a la idea de Goethe:
El primer presupuesto crÃtico en el que descansa el concepto de lectura distante es una lectura textual corresponderÃa a los especialistas en literaturas nacionales o regionales, mientras que el crÃtico de la literatura mundial deberá conceptualizar buscando patrones en común encontrados, de manera independiente, en los trabajos crÃticos especÃficos[3]
Casanova, en su libro La República Mundial de las Letras, muestra la misma preocupación que Moretti en torno a la articulación de la literatura y la escritura en los tiempos del capitalismo tardÃo, y al igual que el autor italiano, considera necesaria el replanteamiento del concepto de literatura mundial, asà como el de la propia lectura, fuera del campo de estudio de la literatura comparada.
Básicamente, necesitamos del contexto de la literatura mundial para comenzar a dirimir una literatura nacional o de cualquier otro tipo más restringido geográficamente. No obstante, ella señala que la historia literaria, igual que la geografÃa literaria, no puede reducirse a la historia polÃtica. Pone como ejemplo la incorporación a un determinado capital cultural de los escritores latinoamericanos, de modo que conquistan un determinado espacio internacional que conlleva la atención a sus literaturas nacionales.