Jerónimo Román de la Higuera

Jerónimo Román de la Higuera, en otras fuentes Ramón de la Higuera, o Padre Higuera de Toledo (Toledo, 28 de agosto de 1538 - 14 de septiembre de 1611) fue un clérigo jesuita y pseudohistoriador español.

Biografía

Se había graduado en Artes y Teología por la Universidad de Santa Catalina de Toledo, donde llegó a regentar un curso de Artes. Era sacerdote y ejerció en Murcia y Toledo; enseñaba filosofía en Alcalá de Henares cuando decidió hacerse jesuita en diciembre de 1562. Fue maestro de gramática latina y humanidades en distintos colegios de la Compañía de Jesús. Escribió un poema en latín de Sancto Torpete Martyre sobre San Eutropio en dos libros y más de seiscientos versos.[1]​ Aficionado a la historia, coleccionaba y amontonaba datos y noticias sin sentido crítico, por lo que no llegaba a concluir sus obras ni imprimió ninguna; de carácter polémico, escribía memoriales a la Inquisición contra sus superiores en los colegios donde se le acogía.[2]​ En algunas bibliografías jesuíticas se le atribuyen hasta veinticinco títulos.[3]

Falsificó hábilmente la historia cristiana antigua de España para engrandecerla aprovechando el nombre de autores oscuros y sin apenas obra y rellenando con invención periodos vacuos de noticias, torciendo o desfigurando textos para apoyar sus propósitos y, en suma, mintiendo. De sus imposturas da un útil resumen Rubén Díaz Caviedes.[4]​ En el contexto intelectual de finales del siglo XVI, entre el manierismo y el barroco, propicio a la exageración y lo aparente, y contemporáneamente al descubrimiento de los famosos (y falsos) plomos del Sacromonte, Higuera redactó (1594) unos también famosos Cronicones que presentó como de origen paleocristiano, obra de Flavio Lucio Dextro, Luitprando, Marco Máximo, Heleca, Julián Pérez o Aulo Halo. Incluso antes de su impresión póstuma, en 1619 (Fragmentum Chronici sive omnimodae historiae Flavii Lucii Dextri Barcinonensis, in lucem editum et vivificatum zelo et labore P. Fr. Ioannis Calderon, Caesaraugustae, apud Ioannem a Lanaia et Quartanet, 1619), fueron ampliamente divulgados y discutidos en un debate en el que, curiosamente, él mismo intervino desde una posición escéptica.

Juan Bautista Pérez, obispo de Segorbe, los consideró falsos ya en 1595, pero Gregorio de Argaiz defendió su autenticidad en toda su obra (1667-1675). La Censura de historias fabulosas (1652), de Nicolás Antonio parecía haber terminado de probar el fraude,[5]​ pero el Padre Mariana, la mayor autoridad de la época, aunque también escéptico, no los había refutado completamente, de forma que siguieron ocupando el tiempo de los eruditos hasta el siglo XVIII, cuando Gregorio Mayans[6]​ todavía tenía que esforzarse en demostrar su falsedad.

Obras

  • Poema de Sancto Torpete Martyre
  • Fragmentum Chronici sive omnimodae historiae Flavii Lucii Dextri Barcinonensis, in lucem editum et vivificatum zelo et labore P. Fr. Ioannis Calderon, Caesaraugustae, apud Ioannem a Lanaia et Quartanet, 1619, póstumo.
  • Historia eclesiástica de España [en Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 1638]
  • Historia eclesiástica de la imperial ciudad de Toledo y su tierra (en BNE, mss. 1639-1641, y en Biblioteca de la Universidad de Salamanca, mss. 1830-1837)
  • Historia del levantamiento y motín de los nuevamente convertidos en el reino de Granada y algunos ilustres martirios que en ella padecieron algunas personas por la confesión de la Fee Catolica que fueron muchas en numero y sucesos de la guerra desde el año del Señor de 1068 (en Biblioteca de la Real Academia de la Historia)
  • Historia de la casa profesa de la Compañía de Jesús en Toledo
  • Defensa de las Reliquias del Sacro Monte de Granada
  • Historia del colegio de Plasencia
  • Historia del Colegio de Santa Anna y San Vicente martir, de la Compañía de Jesús que fundó el Ilustrísimo y Reverendissimo Señor D. Gutierre de Carvajal, obispo de la misma ciudad (en Biblioteca de la Real Academia de la Historia)
  • Discurso sobre si San Tirso mártir fue español y natural de Toledo, manuscritos en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, BNE, Biblioteca Universitaria de Salamanca y Archivo del Sacromonte de Granada.

Referencias

  1. Cf. José Luis Moralejo, "Literatura hispñano-latina", en VV. AA., Historia de las literaturas hispánicas no castellanas, dir. por José M.ª Díez Borque, Madrid: Taurus, 1980, p. 133.
  2. Burrieza Sánchez, Javier. «Jerónimo Román de la Higuera». Diccionario biográfico español. Real Academia de la Historia. 
  3. Augustin y Alois de Backer, Bibliothèque des écrivains de la Compagnie de Jésus..., Liège, 1839.
  4. Díaz Caviedes, Rubén (marzo de 2014). «El mayor mentiroso de la Historia de España». Jot Down. 
  5. Bruce W. Wardropper, «Don Quijote: ¿ficción o historia?», en G. Haley (ed.), El Quijote de Cervantes, Madrid: Taurus, 1984 (1965), pp. 237-252. citado en Centro Virtual Cervantes:[1] Pretendían haber sido escritos por Flavio Lucio Dexter, Marco Máximo, Heleca y otros cristianos primitivos, y contenían afirmaciones importantes y novísimas acerca de la primitiva historia civil y eclesiástica de España. En ellos se crearon a la medida ficciones halagüeñas para revestir hechos reconocidos, como si lo imaginado y lo auténtico estuvieran basados en la misma autoridad. Se inventaron nuevos santos para iglesias mal provistas en el departamento de hagiología; se encontró un origen decoroso a algunas familias nobles, que hasta entonces no habían podido presumir de sus fundadores; y un gran número de victorias y hazañas se insinuaron o se anotaron, las cuales enorgullecieron a la nación entera, tanto más cuanto que hasta entonces nadie había oído hablar de ellas. La creencia en estos engaños fue muy persistente. Todavía en el siglo XVIII algunos escritores archicrédulos seguían citando los libros plúmbeos y los falsos cronicones, pese a la evidencia en contra, como autoridad para apoyar los supuestos hechos históricos. Mientras tanto, la Iglesia de Roma —hacia mediados del siglo XVII— había declarado que los libros plúmbeos eran falsificaciones, y una España obediente tuvo que dejar de aceptar, a desgana, invenciones que habían pasado por historia. Resultó más difícil deshacerse de las crónicas inventadas. Durante casi un siglo se desencadenaban controversias enérgicas respecto a su autenticidad... Si los eruditos estaban perplejos de la enorme cantidad de historia ficticia que salía de las prensas españolas, ¿qué pensarían los legos? Un ingenuo, como el ventero en el Quijote, creía en la exactitud histórica de las supercherías, basándose en que se habían imprimido con autorización real. Un escéptico, como Cervantes, difería el juicio, y consideraba la dificultad que hay en separar el hecho histórico del engaño ficticio.
  6. Antonio Mestre, Ilustración y reforma de la Iglesia : Pensamiento político-religioso de don Gregorio Mayans y Siscar Capítulo IV : Falsos cronicones e historia eclesiástica - Formación del espíritu crítico (1699-1781). Gregorio Mayans digital. Bibliografía Serie Menor - Volumen II : Gregorio Mayans y la reforma universitaria : Idea del nuevo método que se puede practicar en la enseñanza de las universidades de España. 1 de abril de 1767. «Cuando se publica la Censura de Historias fabulosas de Nicolás Antonio, obra que descubre las falsificaciones de los cronicones hechas por el jesuita Higuera hacía más de un siglo, Mayans peligra. Rozaba asuntos delicados como la venida de Santiago a España. Se le denuncia a la Inquisición, pero con facilidad detiene el golpe; inmediatamente al Consejo de Castilla que decreta el embargo de la edición y de manuscritos de Mayans. De nuevo —por carta, por amistades— Mayans saldría del apuro, en oposición al prepotente cardenal Molina, gobernador del Consejo. Pero la mayoría de los académicos no le siguieron en sus penurias.» [2] Archivado el 28 de septiembre de 2007 en Wayback Machine.

Bibliografía

Enlaces externos