El armamento de un avión de caza interceptor en el pasado (hasta mediados del siglo XX) lo constituían ametralladoras y cañones de pequeño calibre. Actualmente, el combate aéreo no se desarrolla a corta distancia y es necesario, una vez localizado en el radar de a bordo, derribar el avión enemigo mediante misiles aire-aire. Los cañones y ametralladoras han sido relegados para esta misión, pero siguen en la dotación de los cazabombarderos.
Hay dos clases generales de interceptor: aviones relativamente ligeros construidos para alto rendimiento, y aviones más pesados diseñados para volar por la noche o en condiciones climáticas adversas y operar en intervalos más largos, según se enfaticen diferentes aspectos de rendimiento. Ambos tipos sacrifican capacidad de superioridad aérea en combate con cazas puros. Los interceptores suelen parecer muy impresionantes, siendo capaces de superar en velocidad, trepada y armamento a un caza convencional, pero no en combate cerrado. En los años 1970 su utilidad se vio superpuesta a la de los cazas pesados de superioridad aérea.
Defensa puntual
Estos interceptores, normalmente de diseño europeo, estaban diseñados para defender objetivos específicos. Su objetivo era ascender rápidamente, destruir los bombarderos que se aproximan, y aterrizar. Un ejemplo extremo es el alemán Bachem Ba 349, propulsado por cohetes.
Este tipo de interceptor era más usual de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos y la Unión Soviética. Su objetivo era defender una extensa área de territorio frente a ataques. Su diseño enfatizaba el alcance, carga bélica de misiles y calidad del radar, más que aceleración o trepada. Usualmente portaban misiles de corto y medio alcance, y no solían tener capacidad de carga de bombas.