La Iglesia católica (en chino tradicional y simplificado, 天主教; pinyin, Tiānzhǔ jiào; Wade-Giles, Tʽien¹-chu³ chiao⁴; literalmente, ‘Religión del Señor del Cielo’) tiene una larga tradición en la historia de China y se estima que tiene allí alrededor de siete millones de fieles. Hoy en día, el cristianismo católico es practicado principalmente por una minoría cristiana en constante crecimiento dentro de la República Popular China.
Historia
Los frailes franciscanos italianos fueron los primeros en llegar a estas tierra lejanas de oriente; pocos años después de la muerte de San Francisco de Asís en 1245 el Papa Inocencio IV envió a fray Juan de Pien del Carpine y una diligencia de frailes franciscanos a la corte mongola.
Fray Juan de Monte Corvino llega a la ciudad Pekín en 1297 donde fue ordenado obispo de la ciudad bajo autorización de la emperatriz china. Después de la muerte de Fray Juan, llegaron otros franciscanos que se quedaron en la capital del imperio chino hasta 1371, cuando la dinastía Yuan fue destronada por la dinastía Ming a causa de una guerra.
En 1952, el régimen comunista de Mao Zedong expulsó a los misioneros cristianos y al nuncio[1] y restringió la propagación del cristianismo por todo el territorio nacional.
Macao fue el lugar de entrada a China de los misioneros que buscaban difundir el catolicismo por el país, como el jesuitaMatteo Ricci. La presencia de diversas órdenes religiosas, sobre todo jesuitas, dio un impulso a la educación en Macao. Asimismo, el desarrollo del cristianismo católico en China originó un interesante proceso de hibridación cultural y artística durante la temprana globalización y hasta el presente. Ejemplo de ello lo constituyen las obras de arte cristianas realizadas en la técnica del cloisonné[2].