Fernando II de las Dos Sicilias (Palermo, 12 de enero de 1810-Caserta, 22 de mayo de 1859) fue el rey de las Dos Sicilias desde 1830 hasta su muerte en 1859.
En su juventud se pensaba de él como un muchacho de tendencias liberales, lo que le granjeó una cierta popularidad, y su actitud le ganó el afecto de los lazzaroni napolitanos. Después de suceder a su padre en 1830, Fernando II prometió administrar de forma imparcial la justicia, reformar las finanzas de las Dos Sicilias y ayudar a cicatrizar las heridas de los numerosos conflictos que afectaron durante décadas a su reino. Estas promesas, aparentemente, las hizo para apaciguar a sus opositores, pues aunque sí llevó a cabo algunas reformas económicas en las Dos Sicilias, muchos problemas relacionados con los impuestos apenas sufrieron alteraciones y mejoras, la corrupción siguió floreciendo en todos los ámbitos de la administración, y el absolutismo acabó por establecerse como sistema político de forma aún más dura que en tiempos de sus antepasados. Fernando II era astuto por naturaleza, aunque no había sido bien educado; era enormemente supersticioso y poseía una desorbitada autoestima. Aunque la maquinaria de su reino siguió siendo eficiente gracias a sus esfuerzos, y teniendo en cuenta que Fernando era un gran patriota hasta el punto de impedir cualquier interferencia extranjera, hizo poco o nada por complacer los deseos de sus súbditos.
Tras su segundo matrimonio en 1837, con una archiduquesa de Austria, los lazos con el despotismo se vieron reforzados, y el descontento de sus súbditos se manifestó en varias insurrecciones, todas fallidas; en 1837 tuvo lugar un levantamiento en Sicilia tras un brote de cólera, y en 1843 La Giovine Italia intentó organizar un levantamiento general que, no obstante, sólo se manifestó en sublevaciones puntuales.
En enero de 1848 otra sublevación en Sicilia, comenzada el día 12 en Palermo, dio el pistoletazo revolucionario que pronto recorrió toda Italia y el continente europeo; el levantamiento se vio acompañado de otro en Nápoles, y Fernando II aceptó jurar una constitución el día 29, la cual sería promulgada el 10 de febrero.[1] No obstante, hubo varias disputas acerca de la verdadera naturaleza del texto, y el 15 de mayo se produjeron disturbios en la ciudad de Nápoles. Con la excusa de retirar su promesa, el rey disolvió el parlamento el 13 de marzo de 1849.
El rey se retiró a Gaeta para contactar con otros déspotas que habían sido depuestos. Cuando llegaron las noticias de la victoria austríaca en la Batalla de Novara en marzo de 1849, Fernando II decidió retomar su política férrea. Sicilia, de donde los partidarios del rey habían sido expulsados, estaba bajo el poder del General Filangieri, y las ciudades principales de la isla fueron bombardeadas. Este episodio de su reinado le ganó al rey el sobrenombre del Rey Bomba.
Durante los últimos años de su reinado el espionaje y las detenciones arbitrarias previnieron cualquier tipo de insurrección en contra del rey. En 1851 William Gladstone estimó que en Nápoles había más de 15.000 prisioneros políticos (la cifra probablemente se acercaba más a los 40.000). Tal fue el escándalo que esta información produjo en Europa, que en 1856 Francia e Inglaterra mandaron representantes diplomáticos a las Dos Sicilias para mitigar la crueldad del rey y procurar una amnistía general, sin éxito.
En 1856 hubo un atentado contra la vida del rey, que fracasó. No obstante, Fernando II falleció finalmente el 22 de mayo de 1859 poco después de que Francia y Piamonte-Cerdeña le declarasen la guerra al Imperio austríaco, que acabaría con la propia existencia del reino de las Dos Sicilias y de su propia dinastía.