Farsa judicial es una expresión utilizada para referirse a la situación en que, para disimular la intención de condenar a una persona en particular que resulta especialmente molesta para el poder establecido, y conferirle a dicha maniobra una apariencia de legalidad, se la somete a un juicio fraudulento, cuyo resultado final es previsible, y en el cual no se le confiere a la persona contra la que se entabla ninguna de las garantías propias de un debido proceso que le permitan obtener acceso a la justicia.
Características
Estas situaciones son propias de aquellos sistemas judiciales en que no impera el estado de derecho, debido a que en estos se pone el énfasis en consideraciones ajenas a los derechos fundamentales. Sin embargo, aunque dentro de un estado de derecho puede resultar más difícil generar una farsa judicial, también se producen. En cierto sentido, situaciones como los "alegatos de pasillo" (es decir, las conversaciones privadas entre el juez y un abogado sobre un caso en que ambos están involucrados) o las presiones indebidas por parte del poder público o de grupos de poder hacia la judicatura, generan también posibles escenarios para montar una farsa judicial.
Farsas judiciales históricas
Algunos ejemplos históricos de farsas judiciales podrían ser los siguientes:
El proceso del Sanedrín contra Jesucristo, en el que no hubo posibilidad alguna de defensa y ninguna garantía jurídica.
Los procesos contra los amigos de Pericles, en la Antigua Grecia. Los enemigos políticos de Pericles, no atreviéndose a derribarle directamente, siguieron juicio con varios pretextos, contra personalidades allegadas a este, como Protágoras de Abdera o Aspasia de Mileto (hacia 429 a. C.).
El proceso del Concilio de Constanza contra Jan Hus (1415), cuya principal finalidad era no tanto obtener la retractación de este por sus afirmaciones consideradas heréticas por la Iglesia católica, como condenarle para servir de escarmiento contra los rebeldes de Bohemia.
El proceso contra Juana de Arco en 1431, tendiente a condenarla como bruja, para de esa manera desacreditar y cuestionar la legitimidad del monarca Carlos VII de Francia (coronado por Juana siguiendo, según ellas, instrucciones divinas) frente al interés de anexión por Inglaterra.
El proceso contra Ana Bolena en Inglaterra, destinado a eliminarla y restablecer la soltería de Enrique VIII, además de otras purgas llevadas a cabo por este, incluyendo la ejecución de Tomás Moro.
El proceso contra Alfred Dreyfus, a fines del siglo XIX, para culparlo de una inexistente traición y usar su caso para la expurgación de judíos del Ejército francés.
Los procesos conocidos como la "caza de brujas" promovidas por el senador Joseph McCarthy en Estados Unidos, muchos de los cuales fueron efectuados en infracción a las garantías de los acusados.
Los procesos contra los terroristas de Sendero Luminoso, donde bajo la modalidad de «jueces sin rostro», fueron condenados por jueces sin vinculación directa al proceso. Esto es la no garantía de saber que el juez es el mismo durante la duración del proceso. El enmascaramiento de los jueces en este caso facilitó que estos pudieran puedan dictar sentencias a conveniencia sin derecho a réplica.