Un Fab lab (acrónimo del inglés Fabrication Laboratory) es un taller de fabricacióndigital de uso personal, es decir, un espacio de producción de objetos físicos a escala personal o local que agrupa máquinas controladas por ordenadores. Su particularidad reside en su tamaño y en su fuerte vinculación con la sociedad más que con la industria.
Historia
El concepto de Fab lab aparece al principio del año 2001 en el Center for Bits and Atoms (CBA) del Massachusetts Institute of Technology (MIT) cuyo director era ya en esa época Neil Gershenfeld. Nace de una colaboración entre el Grassroots Invention Group y el CBA, en el seno del Media Lab del MIT, cuyas investigaciones giran en torno a la relación entre el contenido de la información y su representación física y al empoderamiento de las comunidades gracias a una tecnología de base.
En el marco del desarrollo de sus investigaciones, el CBA recibe una financiación del National Science Foundation (NSF) para adquirir máquinas capaces de “construirlo casi todo”.[1] El Fab lab nace como una manera de justificar esa financiación, “haciendo lo que se hacía en el MIT, en lugar de solamente hablar de ello”.[2] En 2002, emergen los primeros Fab labs en India, Costa Rica, Noruega, Boston y Ghana, siendo una unidad de producción a escala local.
Características
Según la definición de la Fab Foundation, un Fab lab se define de la siguiente manera:
Misión: los fab labs son una red global de laboratorios locales que favorecen la creatividad proporcionando a los individuos herramientas de fabricación digital.
Acceso: cualquier persona puede usar el Fab lab para fabricar casi cualquier cosa (que no haga daño a nadie); debe aprender a hacerlo por sí solo y debe compartir el uso del laboratorio con otros usuarios.
Educación: la enseñanza en el Fab Lab se basa sobre proyectos en progreso y aprendizaje entre pares; los usuarios deben contribuir a la documentación y a la instrucción.
Responsabilidad: los usuarios son responsables de :
seguridad: saber trabajar sin hacer daño a las personas ni a las máquinas
limpieza: dejar el laboratorio más limpio aún que antes de usarlo
operaciones: contribuir al mantenimiento, a la reparación, y al seguimiento de las herramientas, de las necesidades y de los incidentes.
confidencialidad: los diseños y los procesos desarrollados en los Fab labs deben quedarse accesibles al uso individual aunque la propiedad intelectual pueda ser protegida según elección del usuario.
negocio: actividades comerciales pueden incubarse en los Fab labs pero no pueden entrar en conflicto con el acceso abierto; deberían crecer más allá del laboratorio en lugar de dentro; se espera que esos negocios beneficien a los inventores, laboratorios y redes que han contribuido a su éxito.
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Funcionamiento
Los Fab labs son unos espacios de experimentación en el campo de la producción que se integran dentro de los contextos locales donde se sitúan. Por lo tanto, existe una gran diversidad entre los objetivos, proyectos y realizaciones, modelos de negocio y articulaciones locales según cada Fab lab.
Algunos se dirigen explícitamente a artistas y cruzan la fabricación digital a las experiencias y ambientes de los hackerspaces, cuando otros se orientan a la solución de problemas sociales y de salud; algunos se financian de forma pública, otros buscan los modelos de negocios que les sostendrán.
Los proyectos que han sido desarrollados en los Fab labs incluyen turbinas solares e hidráulicas, ordenadores y redes de datos wireless (cliente ligero), instrumentos de análisis para la agricultura y la salud, casas personalizadas, máquinas de prototipado rápido y muchos otros.
FabFi
Uno de los proyectos más grandes llevadas a cabo por los Fab lab incluyen comunidades gratuitas de redes inalámbricas FabFi en Afganistán, Kenia y EE. UU. La primera ciudad a escala de red FabFi, creada en Jalalabad, Afganistán, se ha mantenido activo en el lugar durante tres años bajo supervisión de la comunidad y sin ningún mantenimiento especial. El FabFi en Kenia, a partir de esa experiencia, comenzó a experimentar con el control de la calidad del servicio y ofrecer servicios de valor añadido por medio de cuotas, para desarrollar un servicio de red sin costos elevados.
Formación
En 1998, Neil Gershenfeld propone el curso llamado How To Make (almost) Anything[3] en el cual explica como manejar cada máquina que compone un Fab lab. Esta clase sigue dándose en 2018. En 2004, elabora otro curso, How To Make Something That Makes (almost) Anything,[4] más orientado a la fabricación personal, en el cual aborda los conceptos de fabricación digital y Hardware libre, aunque la parte más amplia del curso esté dedicada a la máquinas y aspectos técnicos. Desde 2009, en el modelo de este curso, la Fab Academy[5] propone una formación a distancia que permite completar y profundizar los recursos educativos accesibles en los Fab labs locales y certificar técnicamente a las personas que lo han seguido.
Consecuencias
Los laboratorios de fabricación digital abren el camino a la fabricación personal y a la individualización de la producción. Por lo tanto provocan una relocalización de la producción a escala media o individual.
Desplazan asimismo el objeto de la transacción, ya que la escasez de capacidad a construir el objeto físico desaparece, hacia el diseño y/o los servicios añadidos. Los servicios anexos de tipo transporte, aduanas... pueden también verse afectados.
Socialmente permite empoderar muy fácilmente las personas de manera a que se apropien técnicas de producción y puedan solucionar problemas reales de su vida cotidiana o sencillamente producir algo que no existe o que desean producir.
Red internacional
Hoy en día, se estima[6] que existen 1168 Fab labs oficiales en el mundo.[7]
Su extensión geográfica es amplia y sigue desarrollándose. Además otros espacios de experimentación y de fabricación digital existen aunque no pertenecen a la lista de los Fab labs oficiales que la Fab Foundation reconoce.