La Exposición Nacional de 1872 se realizó en el Parque de la Exposición de Lima entre julio y octubre de 1872 con el propósito de atraer inversión extranjera, demostrar el progreso del Perú y conmemorar los cincuenta años de la independencia del Perú.
El edificio y las instalaciones creados para la Exposición fueron posteriormente reutilizados y actualmente forman parte de un espacio público de la ciudad de Lima.
Historia
El presidente peruano José Balta había ordenado la demolición de las murallas de Lima en 1870 y la creación del Parque de la Exposición para albergar la exposición.[1] El proyecto fue impulsado por el escritor Manuel Atanasio Fuentes quien movilizó a los sectores influyentes de la capital como medio de promocionar el país y atraer inversiones.[2]
La comisión debatió, desde septiembre de 1869, importantes asuntos somo el emplazamiento de la exposición, eligiéndose los terrenos del antiguo fundo Matamandinga, que lindaba con el antiguo camino a Chorrillos, hoy Vía Expresa, perteneciente a la marquesa de San Miguel. El gobierno peruano adquirió el terreno el 7 de octubre de 1869.[2]
Obras
Las obras se iniciaron en 1870, aunque sufrieron diversas demoras debido a que los materiales tardaron en llegar, así como la insuficiencia del presupuesto asignado, que finalmente fue de 2 millones de soles.[3] No estuvo exenta de críticas por parte de algunos políticos que consideraron un despilfarro el levantar un edificio para una exposición temporal. En los trabajos de construcción participaron inmigrantes chinos, algunos de ellos fallecieron en las obras y fueron enterrados en el mismo parque, existiendo un pequeño cementerio.[2]
El Palacio estuvo terminado a finales de 1871. Además se construyeron diversos pabellones, kioskos, glorietas y fuentes ornamentales.[2]
Inauguración y clausura
El 1 de julio de 1872 se inauguró oficialmente con la presencia del presidente Balta y altas personalidades del país. Previamente, desde enero de ese año, el lugar ya era visitado por los vecinos limeños. En los discursos inaugurales ya se mencionaba la intención de un posible uso de las instalaciones como parque público, zoológico y museo nacional.[2] El evento se vio ensombrecido por la rebelión de los hermanos Gutiérrez y el asesinato del presidente Balta, el 26 de julio, por parte de los amotinados.[3]
La exposición duró tres meses, siendo clausurada el 5 de octubre. A pesar de los sucesos políticos y el magnicidio, el lugar se convirtió en el lugar preferido para los paseos de los limeños.[4]
Descripción
Ingreso y parque exterior
El visitante podía ingresar por una de las tres puertas monumentales del espacio y jardín de 192.000 metros cuadrados. La principal, que se ubicaba frente al Panóptico, estaba coronada por una estatua de la libertad y el escudo nacional, y solo era abierta para momento especiales. Las otras dos puertas laterales fueron se llamaron Vivanco y Santa María, en honor al expresidente y al ministro de Balta. El parque exterior, que era el primer espacio visitable, tenía una fuente central con la escultura de bronce de Neptuno, obra del artista francés Gabriel Vital Dubray, y dos edificios: una sala de refrescos y licores hecho con columnas de hierro, y un teatro con capacidad para 250 personas.[2][4]
El Palacio y parque interior
Una vez atravesado el parque exterior se encontraba el edificio principal, el Palacio de la Exposición, de estilo neorrenacentista y dos plantas, que contenía diversos objetos arqueológicos en vitrinas para que los visitantes los admirasen, así como pinturas como Los funerales de Atahualpa de Luis Montero o la pintura alegórica El Perú libre y soberano amigo de todas las naciones aunque independiente de ellas. Otro edificio importante era el Salón de máquinas, donde se exponía maquinaria y motores de la Exposición Permanente de Industrias.[2][4]
Contenidos
Se presentaron unos 800 expositores en 80 categorías distintas: unos 600 peruanos, y el resto extranjeros, particularmente de Chile, Italia e Inglaterra. También se entregaron medallas a los mejores expositores y al mérito. Se mostraron al público limeño infinidad de productos, como animales de ganadería, muebles y objetos artesanos decorativos, pinturas, esculturas, modelos arquitectónicos, objetos de cuidado personal, joyas, complementos de ropa, vestidos, tejidos, productos alimenticios, y, de manera destacada, maquinaria moderna de diverso uso, como máquinas de coser, lavadoras, calderas de vapor, aparatos de alumbrado de gas, locomóviles, despepitadores de algodón, etc.[3][2]
Durante la feria hubo un jardín botánico y de arte precolombino.También había una huaca, un pabellón chino, un palomar, un lago con cisnes y el denominado como El gran reloj de Lima, diseñado por Pedro Ruiz Gallo,[5] ganador de un premio especial por los organizadores, que se instaló en una torre y además de la hora tenía seis esferas que mostraban el siglo, el año, el mes, la semana, el día y las fases de la luna. También incorporaba un órgano y un rectángulo de 3 × 1 m para mostrar un cuadro histórico diferente cada 25 horas. Asimismo se instaló un zoológico.[6] Todavía permanecen en el parque un pabellón bizantino y otro morisco así como la fuente de Neptuno.[7]