Evaluación

Evaluación

La evaluación es un proceso que se utiliza para determinar, de manera sistemática, el mérito, el valor y el significado de un trabajo o capacidad, ya sea intelectual o física. Se realiza siguiendo unas normas.[1]​ Conduce a un juicio de valor y se expresa mediante la opinión de que ese algo es significativo o importante.

Para lograr este juicio, se explora la manera en que un objeto reúne un conjunto de criterios determinados. Así, la evaluación es esencialmente comparativa y cuantitativa.[2]​ El concepto aparece en el siglo xix con el proceso de industrialización[3]​ que se produjo en Estados Unidos. En este marco, surgió el moderno discurso científico en el campo de la educación, que incorporó términos tales como: tecnología de la educación, diseño curricular, objetivos del aprendizaje o evaluación educativa.

Para otros autores, la evaluación aparece con los mismos comienzos de la sociedad, la cual siempre ha buscado dar juicios de valor a las acciones y actitudes de los estudiantes. La evaluación como disciplina ha sufrido profundas transformaciones conceptuales y funcionales a lo largo de la historia, especialmente en los siglos xx y xxi.

En el contexto de los sistemas de calidad, es necesaria la evaluación para la mejora y la continuidad[4]​ de la calidad de un elemento.

Enfoques de evaluación

Enfoque tradicional

El enfoque tradicional o tradicionalista suele estar ligado al desarrollo de exámenes, evaluaciones y pruebas. Su razón de ser, es definida en función de instrumentos o técnicas. El rol fundamental de la evaluación tradicional está organizado como la fase final del proceso de enseñanza–aprendizaje, con la finalidad de determinar la cantidad de conocimiento y/o contenidos, mas no las capacidades, las actitudes y los valores que maneja el alumno durante un tiempo de enseñanza.[5]

Enfoque crítico

Integración de los tres enfoques anteriores.

Tipos de evaluación

La evaluación funcional se refiere al fin que pretende conseguir mediante el proceso evaluativo respecto al estudiante, determinando el uso que se hará de los resultados del mismo, generalmente en la bibliografía se encuentra ligada a la dimensión de temporalidad. De acuerdo con la naturaleza de la evaluación como actividad proyectada sobre todos los componentes del proceso didáctico, las decisiones tanto iniciales y/o diagnósticas, como continuo‐formativas y finales, se proyectarán sobre la misma función docente, la metodología, los recursos y las circunstancias contextuales.[6]

La evaluación inicial o evaluación diagnóstica proporciona información acerca de los conocimientos y las habilidades previas del sujeto. Debe considerarse siempre en términos de su utilidad para facilitar adaptaciones constructivas de los programas educativos a los individuos. En este sentido, cumple con la función reguladora que asegure que las características del sistema se ajusten a las de las personas a quienes se dirige; es decir, que va a servir de base para adoptar decisiones relativas a la realización de actividades de apoyo, específicamente orientadas a la superación de problemas que presente el alumno, o bien dará lugar a modificaciones específicas en otros componentes de la enseñanza en función de los problemas detectados.

La evaluación formativa o evaluación procesual cumple una función reguladora de los procesos de enseñanza y de aprendizaje lo cual, nos permite llevar a cabo ajustes y adaptaciones de manera progresiva durante el curso porque se centra más que en los resultados del aprendizaje en los procesos que se ponen en juego para el logro de tales resultados. Solo centrados en los procesos podremos identificar áreas de oportunidad para poder ofrecer una retroalimentación[7]​ apropiada a los estudiantes, de manera que ellos sepan qué es aquello que deben hacer o ajustar de su proceso para alcanzar los resultados esperados.[8]

En relación con la tipología en función de los agentes, la autoevaluación se produce cuando el sujeto evalúa sus propias actuaciones. Es un tipo de evaluación que toda persona realiza a lo largo de su vida; es recomendable que el alumno realice de manera continua ejercicios de valoración de su aprendizaje, de manera que le sea posible identificar aspectos que debe mejorar.[9]​ En la medida en que un alumno logre contrastar sus avances contra estándares de actuación establecidos, podrá identificar áreas de mejora, con lo cual estará en condiciones de regular su aprendizaje hacia el logro de sus competencias útiles para su desarrollo social y profesional.

En la autoevaluación, el alumno evalúa sus propias actividades, con pautas de seriedad y corrección fijadas por la cátedra, de modo que aprende a valorar sus propias capacidades. Se refiere a la evaluación que realiza el estudiante sobre sus propias actuaciones. Dentro del proceso educativo es de suma importancia que esta función sea tomada en cuenta, ya que esta permitirá al estudiante identificar los aspectos que requieren una mejora para una mayor eficiencia.[10]

La coevaluación como evaluación mutua o conjunta de una actividad realizada entre varios permite valorar las deficiencias o dificultades surgidas mejorando el propio aprendizaje y evaluar todo cuanto ocurre en el grupo. Se refiere tanto a procesos de evaluación compartidos por el profesor y el alumno como a aquellos en los que los alumnos evalúan a sus compañeros, debería ser usado como práctica habitual en el aula. La coevaluación tiene un valor añadido relacionado con el aprendizaje de valores y actitudes. Cuando los alumnos utilizan de manera habitual estos procedimientos de evaluación aprenden la importancia de destacar los aspectos positivos y no sólo los negativos del trabajo de sus compañeros, el valor de la ayuda y del trabajo en común, y a valorar el error como un paso necesario en el aprendizaje. También conocida como evaluación mutua.[11]

La heteroevaluación, por su parte, implica la evaluación del alumno por parte del profesor, con respecto a su trabajo, actuación y rendimiento. Detectando aciertos y errores y permitiéndole ajustar el proceso de enseñanza y el de aprendizaje.[12]​ Se basa en la evaluación que ejecuta el docente hacia el discente sobre el rendimiento académico que este muestra dentro del aula de clases, esta se orienta hacia los objetivos y tiene como finalidad el observar si se cumplieron las competencias necesarias de aprendizaje.[12]

Evaluación diagnóstica

  • Determinación del nivel de conocimientos que el alumno ya posee con respecto a su nuevo aprendizaje.
  • Grado de dominio de conocimiento, habilidades y destrezas previas y necesarias al aprendizaje que se inicia.
  • Detección del nivel real del alumno, con el fin de establecer actividades y métodos de enseñanza.
  • Mide conductas de entrada cognitivas y destrezas psicomotrices.
  • Los procedimientos que mayormente se emplean son las pruebas y las pautas de observación.
  • Los resultados deben de ser comunicados como dominio o no dominio y no mediante calificaciones.

Evaluación formativa

  • Pilar básico de retroalimentación durante el proceso de aprendizaje.
  • Permite la racionalización de los esfuerzos realizados en el aprendizaje.
  • Permite indirectamente una constante revisión del proceso de enseñanza aprendizaje.
  • Asegura el avance de los objetivos de aprendizaje.
  • Es eminentemente cognitiva y psicomotora, al igual que la diagnóstica.
  • No debiera ser cuantificable porque demuestran resultados transitorios pero no anula la razón de ser.

Evaluación sumativa

  • Se inclina a certificarse, calificarse y reciclarse el proceso de enseñanza aprendizaje. (El profesor comprueba si los alumnos han logrado asimilar o no los conocimientos, las destrezas y las habilidades).
  • Permite otorgar calificaciones mediante apreciaciones cualitativas y cuantitativas.
  • Los resultados entregan claridad de la metodología empleada, los medios y actividades.
  • Debe ser efectuados al culminar una o varias unidades, con el fin de llegar a determinar el grado de porcentaje de los objetivos terminales (pueden ser cognoscitivos, psicomotores e incluso afectivos).
  • Se presentan como logrado o no logrado por objetivos, a partir de ese grado de dominio emana la calificación.

Evaluación educativa

Históricamente, la evaluación tiene un rol fundamental en el marco educativo-institucional. La misma tiene la capacidad de determinar si se produjo o no el aprendizaje. Al respecto, la práctica evaluativa suele generar en quien aprende sentimientos de temor y angustia, y que, frente a ella, se desarrollan una serie de ritualidades: no se pueden hacer preguntas al profesor durante el examen, no se puede consultar el texto, no se puede hablar al compañero.[13]​ Esto se explica por las formas de evaluar que han sido y aún son hegemónicas, devenidas de la racionalidad técnica e instrumental -que enfatiza sobre aspectos empíricos, objetivos y cuantitativos-, donde se prioriza la acreditación y, como resultado, una calificación es determinante del éxito o fracaso escolar.[14]

Pero, intentando correrla desde esa lógica y pensarla desde una racionalidad práctica y crítica, la evaluación se torna como un momento más del proceso didáctico, que conlleva igual complejidad y tiempos de construcción como otras situaciones de enseñanza. Como proceso e instancia de aprendizaje, permite recoger, sistematizar, analizar, identificar y obtener información tanto del proceso de aprendizaje como del proceso de enseñanza. Se involucran sujetos que aprenden (estudiantes), sujetos que enseñan (docentes) y el objeto de enseñanza (saber curricular), insertos en el contexto institucional. Por lo tanto, la evaluación es situada; se adecúa al grupo de estudiantes, los propósitos de enseñanza y los fines socioeducativos más amplios.[15]

Instrumentos y estrategias

Para realizar una evaluación del aprendizaje y para el aprendizaje, se definen y describen una variedad de instrumentos y estrategias de evaluación: examen objetivo, quiz, lista de cotejo, rúbrica, portafolio, demostración, exposición oral, simulacro, ensayo, ensayo restringido, estudio de caso, resolución de problemas, proyecto, investigación, diario de campo y ECOE.[16][17]

Véase también

Referencias

  1. «¿Cuál es el origen de la evaluación?». organosdepalencia.com. Consultado el 1 de agosto de 2022. 
  2. De la Garza Vizcaya, Eduardo L. «La evaluación educativa.». 2004 (Ciudad de México: Revista mexicana de investigación educativa) 9 (23): 807-816. Resumen divulgativo. 
  3. Castro, Leví; Martínez, Benito (2014). «Tras el Concepto de la Evaluación Educativa». Paradigma: Revista de investigación educativa 20 (33): 103-115. doi:10.5377/paradigma.v20i33.1427. Consultado el 13 de noviembre de 2019. 
  4. «Jetzabel Domy Flores Ocampo (2017): “La importancia de la evaluación para la mejora de la educación y así obtener calidad educativa”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo». 
  5. López Pastor, Víctor Manuel (junio de 2005). «La evaluación como sinónimo de calificación. Implicaciones y efectos en la Educación y en la Formación del Profesorado». Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado 8 (4): 1-7. Consultado el 13 de noviembre de 2019. 
  6. Furman, Melina (2021). «La evaluación como fuerza poderosa para innovar». Enseñar distinto. Argentina: Siglo Veintiuno Editores. p. 253. ISBN 978-987-801-093-9. 
  7. Insuasty, Edgar Alirio (2011). «Caracterización de los procesos de retroalimentación en la práctica docente». Revista Entornos. Consultado el 28 de septiembre de 2020. 
  8. Díaz y Barriga, F. A. (2002). «Tipos de Evaluación». McGraw Hill. 
  9. Casanova, M. A. (2007). Manual de evaluación educativa. Madrid, España: Muralla. 
  10. Basurto, S., Moreira, J., Velázquez, A., y Rodríguez, M. (2021). «Autoevaluación, Coevaluación y Heteroevaluación como enfoque innovador en la práctica pedagógica y su efecto en el proceso de enseñanza-aprendizaje». Pol. Con. doi:10.23857/pc.v6i3.2408. 
  11. Rebeca Anijovich; Mirta Malbergier; Celia Sigal (2004). «Una introducción a la enseñanza para la diversidad». Editorial Fondo de Cultura Económica de Argentina S.A. (7): 20. 
  12. a b Leyva, Yolanda (2010). Evolución del aprendizaje: Una guía práctica para profesores. 
  13. Litwin, Edith (2008). El oficio de enseñar. Condiciones y contextos. Buenos Aires: Paidós. 
  14. Anijovich, Rebeca (2014). Gestionar una escuela con Aulas Heterogéneas. Enseñar y aprender en la diversidad. Buenos Aires: Paidós. 
  15. Litwin, Edith (1998). «La evaluación: campo de controversias y paradojas o un nuevo lugar para la buena enseñanza.». La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo. Buenos Aires: Paidós. 
  16. Sánchez Mendiola, M. y Martínez González, A., ed. (2020). Evaluación del y para el aprendizaje: instrumentos y estrategias. Coordinación de Desarrollo Educativo e Innovación Curricular, Universidad Nacional Autónoma de México. ISBN 978-607-30-2345-0. Archivado desde el original el 7 de febrero de 2020. Consultado el 7 de febrero de 2020. 
  17. Carlino, Paula (2004). «Evaluar a través de la escritura: Vía regia para ocuparse del escribir y aprender en la universidad.». Acta Académica. Consultado el 25/05/22. 

Enlaces externos