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La esticomitia (del griego στιχομυθία, stichomythía) es un fenómeno métrico que tiene lugar cuando, en una sucesión de versos, la unidad sintáctica coincide con la unidad métrica,[1] esto es, consiste en el «ajuste entre la forma sintáctica y la forma versal»[2] o, en otras palabras, en la «correspondencia exacta entre las frases y versos de una estrofa, de forma que cada verso sea una frase».[3] Etimológicamente, deriva del griego στιχoϛ (‘fila, línea, renglón, verso’) + μυθoϛ (‘habla’).
El fenómeno opuesto a la esticomitia es el encabalgamiento, que se produce cuando hay una ruptura entre estas dos unidades porque la sintáctica excede los límites de la métrica o versal. Ello produce efectos estilísticos antitéticos a los producidos por la esticomitia, que Isabel Paraíso cifra en los siguientes pares: serenidad / agitación; lentitud / prisa; calma / angustia; inmovilidad / movimiento; racionalidad / emoción; etcétera.[4] Los ejemplos de dos poemas de José Hierro que allí menciona permiten observar dichos efectos:
Toqué la creación con mi frente.
Sentí la creación en mi alma.
Las olas me llamaron a lo hondo.
Y luego se cerraron las aguas.
Llega a mi lado. Trae
una rama. (Se mueve
irreal: su elemento
es la música. Viene
quebrando los silencios
maravillosamente).
Origen y cronología de uso
La tendencia natural de la poesía es a ocupar cada renglón o unidad rítmica con una unidad de sentido, de tal manera que este quede potenciado mediante ese aislamiento de la materia fónica entre el silencio inicial y la pausa final del verso. La esticomitia es, por tanto, más que una simple convención, y puede observarse en la lírica de casi todas las tradiciones: «La poesía grecolatina, la bíblica (originariamente prosa, dispuesta en esticomitia por San Jerónimo en su Vulgata), o en lengua española la épica y la lírica primitivas, respetan la esticomitia versal».[4]
A lo largo de toda la literatura hispánica hay un predominio de versos esticomíticos —la esticomitia puede encontrarse en las manifestaciones poéticas más antiguas, tanto en el Cantar de mio Cid[5] como en el mester de clerecía[6] y, en general, es común en los versos de arte mayor[7]—, pero pueden encontrarse ya algunos encabalgamientos desde el siglo xv. Esa tendencia aumentará en los siglos xix y xx, incluso con la popularización del verso libre; quienes empiezan a cultivarlo en Francia justifican su uso «precisamente por la esticomitia: cada línea poética debe contener un pensamiento completo, con independencia de su extensión; pero pronto el encabalgamiento gana terreno también en el verso libre».[4]
Bibliografía
- Estébanez Calderón, Demetrio (1996). Diccionario de términos literarios. Madrid: Alianza editorial.
- Gómez Redondo, Fernando, coord. (2016). Historia de la métrica medieval castellana. San Millán de la Cogolla: Cilengua.
- Lázaro Carreter, Fernando (2008). Diccionario de términos filológicos. Madrid: Gredos.
- Marchese, Angelo; Forradellas, Joaquín (2013). Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Barcelona: Ariel.
- Paraíso, Isabel (2000). La métrica española en su contexto románico. Madrid: Arco/Libros.
Referencias
- ↑ Real Academia Española. «esticomitia». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Consultado el 9 de diciembre de 2016.
- ↑ Marchese y Forradellas, 2013: p. 141.
- ↑ Estébanez Calderón, 1996: p. 374.
- ↑ a b c Paraíso, 2000: p. 98.
- ↑ Higashi, Alejandro (2005). «Notas sobre la 'divisio textus' y la disposición esticomítica en el Poema de Mio Cid». En M.ª J. Rodilla y A.Mejía, ed. Memoria y literatura: Homenaje a José Amezcua (México: Universidad Autónoma Metropolitana): 67-85.
- ↑ Grande Quejigo, Francisco Javier (2001). «Constantes rítmicas sintácticas: esticomitia (cap. 3)». Ritmo y sintaxis en Gonzalo de Berceo (Cáceres: Universidad de Extremadura).
- ↑ Lázaro Carreter, Fernando (1972). «La poética del arte mayor castellano». Studia in honorem Rafael Lapesa (Madrid: Cátedra): 343-378.