Tras procurarse la nueva nave tipo carabela, Enrique fue responsable del temprano desarrollo de la exploración portuguesa y del comercio marítimo con otros continentes a través de la exploración sistemática de África occidental, las islas del océano Atlántico y la búsqueda de nuevas rutas. Animó a su padre a conquistar Ceuta (1415), el puerto musulmán de la costa norteafricana situado al otro lado del Estrecho de Gibraltar desde la península ibérica. Conoció las oportunidades que ofrecía las rutas comerciales saharianas que terminaban allí, y quedó fascinado con África en general; lo que más le intrigaba era la leyenda cristiana del Preste Juan y la expansión del comercio portugués. Se le considera el mecenas de la exploración portuguesa.
En 1414 convence a su padre para montar una campaña para la conquista de Ceuta. La ciudad fue tomada en agosto de 1415, otorgando al reino de Portugal el dominio del comercio que la ciudad ostentaba. Ese mismo año fue nombrado caballero y recibió el título de duque de Viseo.[1]
Enrique tenía 21 años cuando él, su padre y sus hermanos capturaron el puerto moro de Ceuta en el norte de Marruecos. Ceuta había sido durante mucho tiempo una base de piratas berberiscos que asaltaban la costa portuguesa, despoblando pueblos al capturar a sus habitantes para venderlos en el comercio de esclavos africanos. Tras este éxito, Enrique comenzó a explorar la costa de África, en su mayor parte desconocida para los europeos. Sus objetivos incluían encontrar la fuente del comercio de oro de África Occidental y el legendario reino cristiano del Preste Juan, y detener los ataques piratas en la costa portuguesa.
Lagos, en el Algarve, se convirtió en un lugar de construcción naval gracias a su puerto. Desde allí partieron expediciones de la casa del infante Enrique. Uno de los primeros resultados fue el reconocimiento y, a partir de 1425, la colonización del archipiélago de Madeira por João Gonçalves Zarco y Tristão Vaz Teixeira.[1]
El 25 de mayo de 1420, Enrique fue nombrado gran maestre de la Orden de Cristo, que sucedió a la Orden del Temple, cargo que ostentaría hasta el final de sus días.
En 1426, sus navegantes descubrían las primeras islas Azores posiblemente por Gonçalo Velho Cabral, que también fueron colonizadas por los portugueses.[1]
Tras la muerte de Juan I en 1433, Eduardo I, hermano mayor de Enrique, sube al trono y le concede un quinto de todos los beneficios comerciales con las zonas descubiertas, así como el derecho a explorar más allá del cabo Bojador. En aquella época el cabo Bojador era el punto más meridional de la costa de África conocido por los europeos. Gil Eanes, que mandó una de las expediciones, fue el primero en pasarlo en 1434, acabando con el mito que hasta entonces se tenía sobre lo que se encontraría más allá del cabo.[1]
Enrique fue uno de los principales organizadores de la conquista de Tánger en 1437, que fue un gran fracaso, ya que su hermano más pequeño, Fernando, llamado el «Infante Santo», fue hecho prisionero con un cautiverio que duró seis años hasta su muerte.[2] Su reputación militar sufrió un serio revés y por ello dedicó los últimos años de su vida a la política y a las exploraciones.
El reinado del rey Eduardo duró apenas cinco años, tras los cuales Enrique apoyó a su hermano el infante don Pedro en la regencia, durante la minoría de edad de su sobrino Alfonso V, recibiendo a cambio la confirmación de su monopolio sobre las navegaciones al sur del estrecho de Gibraltar.[2] Procedió también durante la regencia a la colonización de las Azores.
Las expediciones cobraron un gran impulso con una nueva embarcación: la carabela. Nuno Tristão y Antão Gonçalves llegaron al cabo Blanco en 1441. La bahía de Arguin en 1443, donde construyeron un fuerte en 1448.[1] Entre 1444 y 1446 cerca de cuarenta embarcaciones salieron de Lagos.[1] Dinis Dias llegó al río Senegal, dobló la península de Cabo Verde en 1444 y visitó Guinea. Con ello los portugueses rebasaron el límite sur del gran desierto del Sahara. A partir de ahí el infante cumplió con dos de sus objetivos: evitar las rutas del comercio por el Sahara y acceder a las riquezas de África meridional.[cita requerida]
En el conflicto que se desató entre el regente don Pedro y el rey Alfonso V, Enrique apoyó a este último. En 1449 las fuerzas alfonsinas derrotaron en la batalla de Alfarrobeira a las de don Pedro, que murió en combate. Enrique recibiría después en recompensa el monopolio de los paños de lana, de la cual producían gran cantidad sus grandes territorios continentales y en las Azores.[2]
En 1452 la llegada de oro era suficiente como para que se acuñasen los primeros cruzados de oro portugueses. En 1455 y 1456 dos bulas papales (la Romanus Pontifex de Nicolás V y la Inter caetera de Calixto III) le reconocieron a Portugal el monopolio de la conquista, comercio y navegación al sur de los cabos Bojador y Não. La segunda de ellas establecía la autoridad eclesiástica sobre aquellas tierras de la Orden de Cristo dirigida por Enrique.[2] En 1460 Diogo Gomes descubrió el archipiélago de Cabo Verde.[1] Para este año los portugueses habían explorado la costa africana hasta Sierra Leona.
En 1443 el regente don Pedro le había otorgado al infante Enrique un territorio situado alrededor del cabo de San Vicente, en el extremo sudoeste de Portugal. Enrique se trasladó al Algarve en 1452 y a partir de 1457 se instaló en Sagres, donde murió tres años más tarde.[3] Su estancia allí dio lugar posteriormente, a partir de 1625,[3] al mito histórico de la denominada Escuela de Sagres, supuesto centro de estudio de navegación y astronomía de cuya existencia, sin embargo, dudan muchos historiadores.[4][5] Recibió sepultura en la Capela do Fundador en el monasterio de Batalha junto a sus padres.[6]
Recursos e ingresos
El 25 de mayo de 1420, Enrique obtuvo el nombramiento de Gran Maestre de la Orden Militar de Cristo, sucesora portuguesa de los Caballeros Templarios, que tenía su sede en Tomar, en el centro de Portugal.[7] Enrique mantuvo este cargo durante el resto de su vida, y la Orden fue una importante fuente de fondos para los ambiciosos planes de Enrique, especialmente sus persistentes intentos de conquistar las Islas Canarias, que los portugueses habían afirmado haber descubierto antes del año 1346.
En 1425, su segundo hermano, el infante Pedro, duque de Coimbra, realizó un viaje diplomático por Europa, con el encargo adicional de Enrique de buscar material geográfico. Pedro regresó con un mapamundi actual de Venecia.[8]
En 1431, Enrique donó casas para el Estudo Geral para enseñar todas las ciencias -gramática, lógica, retórica, aritmética, música y astronomía- en lo que más tarde se convertiría en la Universidad de Lisboa. Para otras asignaturas, como medicina o filosofía, ordenó que cada aula se decorase de acuerdo con la materia impartida.
Enrique también contaba con otros recursos. Cuando Juan I murió en 1433, el hermano mayor de Enrique, Eduardo de Portugal, se convirtió en rey. Concedió a Enrique todos los beneficios del comercio dentro de las zonas descubiertas por él, así como el derecho exclusivo de autorizar expediciones más allá del Cabo Bojador. Enrique también tenía el monopolio de la pesca del atún en el Algarve. Cuando Eduardo murió ocho años más tarde, Enrique apoyó a su hermano Pedro, duque de Coimbra para la regencia durante la minoría de edad del hijo de Eduardo, Afonso V, y a cambio recibió la confirmación de esta leva.
Enrique actuó como principal organizador de la desastrosa expedición a Tánger en 1437 contra Çala Ben Çala, que acabó con el hermano menor de Enrique, Fernando, entregado como rehén para garantizar las promesas portuguesas en el acuerdo de paz. Las Cortes portuguesas se negaron a devolver Ceuta como rescate por Fernando, que permaneció en cautividad hasta su muerte seis años después. El príncipe regente Pedro apoyó la expansión marítima portuguesa en el océano Atlántico y África, y Enrique promovió la colonización de las Azores durante la regencia de Pedro (1439-1448). Durante la mayor parte de la última parte de su vida, Enrique se concentró en sus actividades marítimas y en la política de la corte.[9][página requerida]
Legado
Se interesó por la predicción astrológica e impulsó la creación en la Universidad de Coímbra de una cátedra de astrología, disciplina que en aquella época también incluía lo que hoy día se conoce como astronomía.[3]
Los descubrimientos impulsados durante la época del Infante fueron la base para el posterior desarrollo del Imperio colonial portugués.
Sus viajes fueron homenajeados a través de una novela argentina representada por Guillermo Francella bajo el nombre de "Enrique el antiguo".
El sobrenombre de «Navegante»
Nadie en el siglo XV llamó «Navegante» al infante Enrique. El apodo lo acuñaron dos historiadores alemanes del siglo XIX, Heinrich Schaefer y Gustav de Veer. Más tarde fue popularizado por dos autores británicos que lo incluyeron en el título de sus biografías del infante: Henry Major en 1868 y Raymond Beazley en 1895.[3]
Contrariamente a sus hermanos, el infante Enrique no fue particularmente elogiado en vida por su intelecto. Fueron solo cronistas posteriores como João de Barros y Damião de Góis los que le atribuyeron un carácter erudito y un interés por la cosmografía. El mito de la denominada "escuela de Sagres" que habría fundado el infante Enrique fue creado en el siglo XVII, principalmente por Samuel Purchas y Antoine Prévost. La visión idealizada del Infante como un presunto pionero de la exploración y de la ciencia alcanzó su apogeo en el Portugal del siglo XIX.[10]
↑ abcdefghij«Henrique (D.). O Navegador.». Portugal - Dyhynjicionário Histórico, Corográfico, Heráldico, Biográfico, Bibliográfico, Numismático e Artístico(en portugués)III. 1904-1915. pp. 901-903. Consultado el 1 de noviembre de 2011.
↑ abcdRandles, W.G.L. (1993). «The alleged nautical school founded in the fifteenth century at Sagres by Prince Henry of Portugal, called the 'Navigator'». Imago Mundi45 (1): 20-28.
↑Alegria, Maria Fernanda; Daveau, Suzanne; Garcia, Joao Carlos; Relaño, Francesc (2007). «Portuguese Cartography in the Renaissance». En David Woodward (ed.), ed. Cartography in the European Renaissance. The History of Cartography 3. University of Chicago Press. p. 1002. ISBN0-226-90733-3.
Bibliografía
Amsler, Jean (1968). Historia Universal de las Exploraciones Tomo II. Madrid: Espasa-Calpe, S.A.