La diversidad microbiana del suelo contribuye a que el suelo sea un recurso multifuncional, dado que este se caracteriza por su complejidad y variabilidad. El suelo está compuesto por partículas minerales, materia orgánica, agua, aire y organismos vivos. Además, alberga el 90% de las reservas alimentarias globales, sirve como fundamento para las actividades humanas y la configuración del paisaje, y actúa como fuente de materias primas. Dada su naturaleza no renovable, es fundamental implementar estrategias de preservación.[1]
Los principales grupos que integran la biota del suelo son:
Productores primarios: abarcan tanto plantas superiores como inferiores y se consideran organismos fotosintéticos que absorben dióxido de carbono del aire. A través de sus sistemas de raíces, penetran en el suelo y transportan los compuestos orgánicos que sintetizan en la parte superior de la planta.[4]
Herbívoros: Organismos que se nutren y procesan parcialmente los tejidos vivos de las plantas.
Macrofauna: organismos que alteran significativamente el suelo al construir estructuras, contribuyendo también al reciclaje de nutrientes. Pueden incluir depredadores, como ciertas especies de hormigas.[4]
Transformadores de hojarasca: invertebrados que se alimentan de restos orgánicos procesados por microbios y trituradores, haciendo el material más accesible para los descomponedores o estimulando el crecimiento microbiano a partir de sus excreciones.[4]
Descomponedores: como hongos o bacterias que degradan la celulosa, los cuales contienen enzimas especializadas en la descomposición de polímeros, responsables de gran parte del flujo de energía en la red alimentaria de los descomponedores.[4]
Depredadores: animales que controlan poblaciones de herbívoros, transformadores de hojarasca, descomponedores y microrreguladores a través de la depredación.[4]
Microrreguladores: organismos que intervienen en los ciclos de nutrientes mediante el forrajeo y otras interacciones con los microorganismos encargados de la descomposición.[4]
Microsimbiontes: microorganismos que viven asociados a las raíces, facilitando la absorción de nutrientes.
Plagas y enfermedades del suelo: pueden incluirse también especies que actúan como controladores biológicos, como depredadores, parasitoides e hiperparásitos de plagas y patógenos.[4]
Transformadores procariontes: arqueas y bacterias que participan en la transformación específica de carbono o nutrientes como el nitrógeno, el azufre o el fósforo, mediante procesos como la nitrificación y la fijación de nitrógeno.[4]