Cristina Iglesias Fernández Berridi[1] (San Sebastián, 8 de noviembre de 1956) es una artista de instalaciones y escultoraespañola. Perteneciente a una generación de artistas que desde los años 80 ha transformado el concepto de escultura en el ámbito de las instalaciones, sus obras reflejan un vocabulario estético basado en el uso de diferentes materiales (hormigón, alabastro, resina, hierro, vidrio, etc., a veces combinados con motivos vegetales) y diferentes técnicas (bajorrelieve, tapiz o serigrafía de gran formato, sobre seda y cobre) que reflejan el interés de la artista por el espacio, la arquitectura, la literatura y la geología.[2]
Su obra se encuentra repartida por museos y espacios públicos de varios países.[3][4]
Biografía
Cristina Iglesias nació en el seno de una familia donde los cinco hermanos han sido artistas. Comenzó estudiando Ciencias Químicas, carrera que abandonó para marcharse a Barcelona donde practicó dibujo y cerámica un tiempo.[5] Después, se formó en Escultura en la Chelsea School of Art en Londres.[3][6] Allí conoció al que sería después su marido, Juan Muñoz, y a otros artistas como Anish Kapoor.[6]
Su estancia en la capital británica —y también su paso por Italia— marcó su futuro como artista que deseaba, sobre todo, trabajar en el espacio y el contexto.[6] Al terminar en el Reino Unido, pudo acceder a una beca Fulbright para estudiar en la Escuela de Bellas Artes del prestigioso Instituto Pratt de Nueva York (1988).
Ya consagrada en Europa y Estados Unidos, en los años 2000, después de superar el fallecimiento de su marido,[6] participó en la Bienal de Taipéi (2003) y fue la primera española en ser invitada a participar en la Trienal de Folkstone (Reino Unido, 2011).[8]
La primera obra pública en España,[6] fue el encargo que le realizó Rafael Moneo de la puerta de entrada del nuevo edificio en la remodelación del Museo del Prado (2007), el Portón-pasaje, constituido por seis grandes planchas móviles con forma de vegetales fosilizados en bronce.[6]
La obra de Cristina Iglesias emplea todo tipo de materiales como hormigón, acero, agua, cristal, bronce, bambú, hojarasca, etc,[6][11] y ella misma se considera influida por el constructivismo ruso, los bajorrelieves asirios que pudo contemplar en el Museo Británico, la arquitectura italiana del renacimiento[6] y se califica como una escultora-constructora, atraída por la arquitectura.[12] La crítica, Nancy Princenthal, considera sus obras como «pantallas», que unas veces actúan para ocultar y, en otras ocasiones, son camino para atraer la atención del espectador hacia algo. Adrian Searle, por su parte, considera que las esculturas de Iglesias, con su geometría vegetal, recrean los espacios arquitectónicos y «alteran nuestra forma de mirar sus escenarios».[4]