Existen múltiples versiones sobre el origen de la expresión "poner los cuernos". Lo más probable es que esté ligado a la interpretación burlesca de episodios mitológicos unida a la idea cristiana de asociar el pecado a la imagen del demonio.[6]
A diferencia de la definición tradicional del término, en el uso fetichista un cornudo o consentido[7] es cómplice de la "infidelidad" sexual de su pareja obteniendo placer.[8]