Alfredo Fernández Martínez, conocido artísticamente como Alfredo Mayo, (Barcelona, 17 de mayo de 1911-Palma de Mallorca, 19 de mayo de 1985) fue un actorespañol.
Sus padres fueron Felipe Fernández Mansilla y Emilia Martínez y Porcillo, quienes se habían casado en Barcelona en 1910. Tuvo un hermano llamado Felipe. Más tarde se irían a vivir a Madrid. Poco tiempo viviría en la capital al construir sus padres una casa en Castropodame (León), de donde era su padre, y donde habían pasado muchas vacaciones. Después de acabar el bachillerato, comenzó los estudios de medicina, pero pronto los abandonaría para entrar en una compañía teatral del terraconense Ernesto Vilches, director de Argentina quien había trabajado en Hollywood.[1] En 1934 hace la mili[cita requerida], y en la Nochevieja de aquel año mientras practicaba cada día el arte ecuestre.[cita requerida] (????)
En 1935 comienza en el mundo del cine con la película El 113 dirigida por el propio Vilches en donde interpreta a un joven ingeniero llamado Marcelo Brichot. Un año más tarde realizaría su primer papel protagonista en la película Las tres gracias, una producción hispano-lusa dirigida por José Leitão de Barro sobre la vida del poeta Manuel María Barbosa du Bocage, que interpretaría el propio Alfredo Mayo. Tras realizar la película, sirvió en las fuerzas aéreas en el bando sublevado, donde estuvo hasta el final de la guerra.
En 1938 fue profesor de la Escuela de Especialistas de Aviación de Málaga.[2]
Durante los años 1960 participa en casi cincuenta películas, aunque desempeña papeles menores en donde sólo aparece algunos minutos, como en El turista de 1963. Son conocidas sus colaboraciones en la película El millón de Madigan de Stanley Prager, junto Dustin Hoffman, y 55 días en Pekín con Charlton Heston.
Durante los años 1970 realiza una cincuentena de títulos de una gran diversidad: Los cántabros de Paul Naschy del género peplum, algunas del spaghetti western, comedias sin pretensión, históricas, pero también del destape, más críticas de la sociedad tradicional en varias historias contemporáneas o de terror. También aparece en la serie de televisión Cañas y barro, con éxito de audiencia. Su papel más reconocido de la década es el de don Pedro en la película La campana del infierno, que le vale un galardón del Sindicato Nacional de Espectáculo.
El 13 de mayo de 1985, según el cuadro clínico, ingresó en la clínica Mare Nostrum de Palma de Mallorca a las 12 de la madrugada por un infarto agudo de miocardio inferoposterior y desarrolló a las dos horas una parada cardiorrespiratoria refractaria, pero Alfredo Fernández, quien le atendió en UCI, explicó que no padecía ningún factor de riesgo para sufrir el infarto, salvo su tabaquismo. El actor mejoró el 17 de mayo, día de su 74.º cumpleaños, pero al día siguiente sufrió una reacción exógena, con una desorientación tempo-espacial, que aconsejó mantenerle en la clínica un par de días más. Falleció el 19 de mayo de 1985, a las 2 de la madrugada. Su mujer explicó que no se enteró de lo que le había pasado. En el momento de su fallecimiento estaba trabajando en el rodaje de la serie Tristeza de amor interpretando a Rivera, director de una cadena de radio; le sustituyó Eduardo Fajardo.[6][7]