Alfonso III de Portugal, apodado el Boloñés o el Reformador (Coímbra, 5 de mayo de 1210-Alcobaza, 16 de febrero de 1279), fue rey de Portugal. Era el segundo hijo del rey Alfonso II el Gordo y de su esposa, la infanta castellana Urraca de Castilla; sucedió en el trono a su hermano, Sancho II, en 1248.
Biografía
Nacido durante el reinado de su abuelo Sancho I, el segundo rey portugués, su padre subió al trono en 1211. Como segundo hijo del rey, Alfonso no esperaba heredar el trono, que estaba destinado a su hermano Sancho. Vivió en Francia, donde se casó en 1238 con Matilde II, heredera de Boulogne, por lo que se convirtió en conde de Boulogne. En 1245[2] los conflictos entre su hermano, el rey, y la Santa Sede se hicieron más intensos. El papaInocencio IV excomulgó a Sancho y confió el gobierno del reino a su hermano. Alfonso no rechazó la orden papal y marchó hacia Portugal. Sancho no era un rey popular, por lo que no fue difícil cumplir la orden del Papa: tras una guerra civil, Sancho fue exiliado a Castilla pero, no obstante, Alfonso no tomó el título real hasta la muerte de su hermano en 1248. Para subir al trono renunció al condado en 1253 y se divorció de su esposa Matilde. Ese mismo año se casó con Beatriz de Castilla, hija ilegítima del rey Alfonso X el Sabio. El matrimonio funcionó como una alianza que puso fin a la lucha entre Portugal y Castilla por el Reino del Algarve. También resultó en más riqueza para Portugal cuando Beatriz, ya después de la muerte del rey, recibió de su padre, Alfonso X, una hermosa región al este del río Guadiana, que incluía los pueblos de Moura, Serpa, Noudar, Mourão y Niebla. Tal regalo se debió al apoyo que le brindó Beatriz durante su exilio en la ciudad de Sevilla.
Decidido a no cometer los mismos errores que su hermano, Alfonso III prestó atención a la clase media compuesta por los mercaderes y los pequeños propietarios de tierras. En 1254, asistió en la ciudad de Leiría a la primera sesión de las Cortes, asamblea general compuesta por la nobleza, la clase media y representantes de todos los municipios. Dictó leyes que evitaban que la clase alta abusara de la población más desfavorecida. Recordado como un gran administrador, Alfonso III fundó diversas ciudades y reorganizó la administración pública.
Seguro en su trono, Alfonso III entró en guerra con las comunidades musulmanas que aún residían en el sur. Durante su reinado, el Algarve se convirtió en parte del reino; tras la conquista de Faro, Portugal fue el primer reino de la península ibérica en completar su Reconquista en 1249. Después de vencer a los musulmanes, Alfonso III tuvo que enfrentarse a los problemas políticos crecientes en las fronteras con Castilla. El reino vecino consideraba que las tierras conquistadas del Algarve pertenecían a Castilla y no a Portugal, lo que llevó a una serie de enfrentamientos entre ambos países. Finalmente, se firmó un Tratado de Badajoz en 1267 que determinaba que la frontera sur entre Portugal y Castilla se establecía en el río Guadiana. En 1255 Alfonso III traslado su corte y la capital del reino de Coímbra a Lisboa; capitalidad que se mantiene hasta la actualidad.
Alfonso III el Boloñés falleció en 1279 y fue sucedido en el trono por su hijo Dionisio. Fue sepultado en el Monasterio de Alcobaza, donde también recibió sepultura su segunda esposa, Beatriz de Castilla, hija ilegítima de Alfonso X el Sabio.
Excomunión del rey y del reino
Al final de su vida, se vio envuelto en conflictos con la Iglesia, habiendo sido excomulgado en 1268 por el arzobispo de Braga y por los obispos de Coímbra y Oporto, además del propio Papa Clemente IV, como los reyes que le precedieron. El clero había aprobado un libelo que contenía cuarenta y tres denuncias contra el monarca, entre las que se encontraban el impedimento a los obispos para cobrar los diezmos, el uso de fondos para la construcción de los templos, la obligación del clero de trabajar en las obras de las murallas de las aldeas, arresto y ejecución de clérigos sin autorización de obispos, amenazas de muerte al arzobispo y obispos, y nombramiento de judíos para puestos de gran importancia. Para empeorar las cosas, este rey favoreció a las órdenes mendicantes, como los franciscanos y los dominicanos, siendo acusado por el clero de apoyar espiritualidades extranjeras. El gran conflicto con el clero también se debe a que el rey ha legislado para equilibrar el poder municipal en detrimento del poder del clero y la nobleza.
El rey, muy querido por los portugueses por decisiones como la abolición de la anúduva (impuesto gratuito al trabajo manual, que obligaba a las personas a trabajar en la construcción y reparación de castillos y palacios, muros, fosos y otras obras militares), recibió apoyo de las cortes de Santarém en enero de 1274, donde se nombró una comisión para investigar las acusaciones que los obispos hicieron al rey. La comisión, compuesta en su mayoría por partidarios del rey, lo absolvió. El Papa Gregorio X, sin embargo, no aceptó la resolución tomada en las cortes de Santarém y ordenó excomulgar al rey y puso en prohibición al reino en 1277.
Antes de su muerte en 1279, Alfonso III juró obediencia a la Iglesia y la restitución de todo lo que le había quitado. Ante esta actitud del rey, el abad de Alcobaza planteó su excomunión y el rey fue enterrado en el Monasterio de dicho nombre.
Sancha de Portugal (2 de febrero de 1264-1279); viajó con su madre y hermana Blanca a Sevilla donde falleció en 1279.[8] En 1302 sus restos fueron trasladados a Portugal donde fue sepultada en el monasterio de Alcobaza;[5][8][a]
María de Portugal[8] (1265-c. 1266), que murió antes de cumplir un año;[5]
Vicente de Portugal (1268), falleció el mismo año de su nacimiento según consta en la inscripción de su sepulcro en el monasterio de Alcobaza;[5][8]
Fernando de Portugal (n. 1269), solamente se menciona en 1269 y debió nacer y fallecer en el mismo año.[10][8] Fue sepultado en el monasterio de Alcobaza.
El rey Alfonso III tuvo unas nueve barraganas, entre ellas Aldonza Anes da Maia, Teresa Fernandes de Seabra, y Marina Peres de Enxara, aunque en algunos casos, no se conoce quien fue la madre de sus numerosos hijos bastardos:[10]
↑Algunos autores mencionan a otra hija llamada Constanza de quien, sin embargo, no existen pruebas documentales de su existencia y puede que se confunda con Sancha debido a que supuestamente murió muy joven en Sevilla y su cuerpo fue trasladado al monasterio de Alcobaza.[9]
Rodrigues Oliveira, Ana (2010). Rainhas medievais de Portugal. Dezassete mulheres, duas dinastias, quatro séculos de História(en portugués). Lisboa: A esfera dos livros. ISBN978-989-626-261-7.