Alberto Schommer se introdujo en la fotografía de mano de su padre, Alberto Schommer Koch,[2] alemán afincado en Vitoria, médico de profesión pero que también se dedicó a la fotografía y abrió un estudio en esta ciudad durante la década de los 40. Posteriormente, Alberto hijo se formó académicamente en el campo de este arte en la ciudad alemana de Colonia y en París, aunque su interés artístico inicial, y que siguió practicando durante años, estuvo en la pintura.
Su carrera como fotógrafo profesional se inició gracias a que un publicista francés vio unas fotos suyas en el escaparate de la tienda de su padre en Vitoria y le invitó a ir a París. Allí comenzó a relacionarse y desarrollar su curiosidad artística como fotógrafo y trabajó para importantes personalidades del arte y de la sociedad, como Balenciaga.
Como reconocimiento a su carrera como fotógrafo y a haberse convertido en una personalidad de prestigio en el campo fotográfico, su ciudad natal tiene una calle nombrada en su honor en el barrio de Adurza.
Falleció el 10 de septiembre de 2015 en San Sebastián, a los 87 años de edad, debido a problemas respiratorios ocasionados por un proceso cancerígeno.
Obra
A lo largo de su historia realizó centenares de trabajos y viajes, habiendo editado cerca de un centenar de libros y colaborando como jurado o profesor en prestigiosos seminarios o concursos. Su obra se ha expuesto a lo ancho de todo el mundo, desde Japón a Estados Unidos (Centro para la fotografía creativa de Tucson) y ha recibido importantes y numerosos premios a su labor.
Uno de sus trabajos más conocidos son sus retratos, que llegaron al gran público por medio de su colaboración con los periódicos ABC y El País. Estos retratos, fundamentalmente sobre personalidades públicas y reconocidas de la vida española, aunque también mundiales, como Andy Warhol, han sido reconocidos como uno de sus mejores trabajos. Entre ellos es célebre su serie denominada Retratos psicológicos donde escenifica el poder, la economía y la cultura. Su peculiar forma de abordar el retrato tendrá gran repercusión durante los años setenta y ochenta, y sus fotografías se convertirán en una especie de crónica visual de la Transición. A pesar de su edad, Alberto Schommer siguió profesionalmente tan activo como siempre hasta su muerte[3] y se dedicó a explorar activamente todos los campos y temáticas fotográficas.
Entre otros homenajes que se le han hecho, durante el año 2008 fue felicitado y recibido con cariño por la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Álava. Posteriormente, a comienzos del año 2010, el Museo de Bellas Artes de Bilbao celebró una exposición retrospectiva de su obra.