Una superficie abrasiva es aquella que se obtiene mediante el pegado de granos de algún material abrasivo a un substrato flexible.[1] Los substratos por lo general son papel, tela, fibra vulcanizada, y películas de plástico, y son provistas con tamaños de granos desde muy gruesos (~2 mm) a ultrafinos (submicrómetro). El estándar internacional para las superficies abrasivas es el ISO 6344.
El registro más antiguo de una superficie abrasiva se remonta al siglo XIII, cuando los chinos pegaron conchillas de mar partidas a un trozo de pergamino utilizando goma natural.[2]