El saqueo, también llamado pillaje, es la toma o el apoderamiento ilegítimo e indiscriminado de bienes ajenos: por la fuerza, como parte de una victoria política o militar; en el transcurso de una catástrofe o tumulto, como en una guerra, o bien pacíficamente, aprovechando el descuido o la falta de vigilancia de bienes. La palabra designaba originalmente al asalto de aldeas, pueblos y ciudades, no solamente en situación de conflicto, sino también por parte de los mismos miembros de la comunidad. Por saqueo o expolio arqueológico y artístico, por otra parte, se entendía bien el reparto del patrimonio artístico y cultural del clero católico llevado a cabo durante las desamortizaciones del siglo XIX o bien el saqueo de los yacimientos arqueológicos por parte de profesionales con fines de lucro o por inexpertos coleccionistas de mercancías llegadas a la costa en los naufragios.
Historia
Algunos pueblos de la Antigüedad se dedicaban al pillaje, como es el caso de los fenicios (quienes se dedicaban también a la piratería) y los vikingos.
El pillaje estaba autorizado por las leyes militares romanas. Se permitía una vez dada la señal, que consistía en levantar como estandarte una lanza enrojecida en sangre. Durante la Edad Media se consideró lícito el pillaje hasta que en 1590 el rey de Francia Enrique IV prohibió que el saqueo de las ciudades durase más de 24 horas. Con todo, se conservó el pillaje en las colonias europeas de África con el nombre de razzias, so pretexto de que es una de las formas necesarias de la guerra en las condiciones en que allí se verificó.[1]
A lo largo del siglo XX, se produjeron saqueos por motivos ideológicos, como ataques a iglesias, sinagogas o locales políticos. En el contexto de la Primera y Segunda Guerra Mundial, el pillaje se extendió por las regiones ocupadas, y muchos bienes fueron sustraídos y tomados como botín de guerra.
A pesar de las prohibiciones internacionales contra la práctica del saqueo, la facilidad con la que se puede realizar significa que sigue siendo relativamente común, particularmente durante los estallidos de disturbios civiles en los que las reglas de la guerra pueden no aplicarse aún. La Revolución egipcia de 2011, por ejemplo, provocó un aumento significativo en el saqueo de antigüedades de sitios arqueológicos en Egipto, ya que el gobierno perdió la capacidad de proteger los sitios.[3]
Otros actos de saqueo moderno, como el saqueo y la destrucción de artefactos del Museo Nacional de Irak por parte de militantes del Estado Islámico, pueden usarse como una manera fácil de expresar desprecio por el concepto de reglas de guerra en general.[4]
En el caso de un cambio repentino en el gobierno de un país o región, puede resultar difícil determinar qué constituye saqueo en lugar de que un nuevo gobierno tome la custodia de la propiedad en cuestión. Esto puede resultar especialmente difícil si el nuevo gobierno solo es reconocido parcialmente en el momento en que se traslada la propiedad, como fue el caso durante la ofensiva talibana de 2021, durante la cual se recuperaron una serie de artefactos y una gran cantidad de propiedades de exfuncionarios del gobierno que habían huido. El país cayó en manos de los talibanes antes de que fueran reconocidos como el gobierno legítimo de Afganistán por otros países. Los talibanes han defendido que el gobierno legítimo de Afganistán tiene derecho a seguir saqueando e incendiando casas y pueblos civiles.[5]
El saqueo también puede ser común en casos en los que los disturbios civiles están contenidos en gran medida dentro de las fronteras de un país o durante tiempos de paz. Los disturbios a raíz de las protestas por la muerte de George Floyd de 2020 en numerosas ciudades estadounidenses provocaron un aumento de los saqueos, ya que los saqueadores se aprovecharon de la delicada situación política y los disturbios civiles que rodearon los propios disturbios.[6]