La obra, levantada en el siglo XV, quizá sobre una basílica visigoda anterior, fue remodelada en el XVIII y XIX. Su aspecto actual data de la reconstrucción prácticamente total realizada a principios de la pasada centuria según proyecto de Rafael Béjar Mendoza. Presenta cuerpo de tres naves con triple cabecera y camarín con rica decoración barroca de estucos y pinturas populares. Al exterior conserva la portada gótica de los pies, único vestigio del edificio primitivo, coronada por el escudo de los Suárez de Figueroa. Sobre el atrio delantero, y como obra independiente, se alza la hermosísima torre barroca concluida en 1772.