Su fundación data del año 1179 cuando, desde el monasterio de Santa Leocadia Castañeda, se mandó roturar los montes de San Pedro y los colonos construyeron el poblado frente al "mallo" (gran promontorio rocoso). Rodeado de una frondosa vegetación entre la que destaca "La encinal", con encinas centenarias, y sus sotos de castaños, cuyos frutos han constituido buena base de la alimentación de la zona a lo largo de los siglos.
Conserva muy pocos restos de su larga historia debido los frecuentes incendios a que se vio sometido por su singular situación y orografía. En las cuevas de las rocas aún puede observarse una interesante muestra de pintura rupestre.