Cuando Corea era un protectorado de Japón de 1905 a 1910, Japón estaba representado por un Residente General. Este puesto fue muy odiado entre los coreanos nativos, y la opinión internacional lo consideró nada más que una sanción imperial para alejar los intereses imperiales de China, Rusia y las potencias occidentales (colectivamente: Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos). Todos los generales residentes fueron asesinados o fueron blanco de asesinatos.