Existen diferentes puntos de vista sobre lo que constituye una relación u otra actividad sexual, lo que puede afectar la visión de la salud sexual.[4]
Habitualmente el término relaciones sexuales se utiliza para referirse al cortejo y comportamiento sexual de los seres humanos y el término apareamiento se utiliza para referirse al resto de animales. En biología, el apareamiento es el conjunto de todos los comportamientos cortejo sexual y cría que realizan dos individuos de distinto sexo para procrear, y que culmina con la cópula; en oposición a la posibilidad de engendrar descendencia con uno solo (autofecundación de hermafroditas, partenogénesis).[5]
Terminología coloquial
En lengua española, multitud de términos se utilizan coloquialmente para hacer referencia, en los seres humanos, a las relaciones sexuales, al acto sexual, al coito; algunos de ellos: follar, coger, tirar, tener sexo, chingar, singar, cohabitar, bombear, pasar por las armas, garchar, dar para dentro, echar un polvo, checar medidas, tener junta de ombligos, darle de comer al chango, subir al guayabo, humedecer el pizarrín, fornicar, ponerle collar a la pescuezona, dar caldo, desflemar el cuaresmeño, pegarle al peluche, apuñalar el oso desde adentro, echar carne para adentro, hacer el delicioso, etcétera.[6]
Tipos de relaciones sexuales
Según la cantidad de personas involucradas en el mismo momento y lugar
Las prácticas pueden ser divididas, como primera aproximación, en coitales y no coitales. Dentro de las no coitales se encuentran tales prácticas como:
El coito, cópula (del latín: co-iter, ‘marcha en común’ o ‘ir en común’) o popularmente conocida como penetración, consiste en la introducción del pene en la vagina o el ano.[7][8][9] En los seres humanos el coito es una de las prácticas sexuales que forma parte de la relación sexual, además es la práctica normativa de las relaciones sexuales (véase Coitocentrismo). Los autores suelen usar la palabra coito para hacer referencia al vaginal. De las prácticas sexuales, es la práctica que más riesgos tiene de ser una vía de trasmisión de infecciones de transmisión sexual (ITS),[10] por ello es el blanco principal de las recomendaciones del sexo seguro.
Vaginal
El coito vaginal consiste en la introducción del pene en la vagina. Es la práctica sexual que, entre personas fértiles, tiene más probabilidades de resultar en la fecundación y embarazo por lo que es el blanco de algunos métodos anticonceptivos.
Aunque se tiende a pensar que la forma primigenia del coito vaginal en humanos es el llamado a tergo o ventro-dorsal —ya que ésta existe en los otros mamíferos de modo casi excluyente—, existen estudios que ponen en duda esta teoría y encuentran relación entre las coacciones de tipo morfológico y la preferencia por el coito ventro-ventral en el hombre y en el chimpancé bonobo.[11] La posición sexual a tergo —esto es, la penetración del pene en la vagina cuando la hembra se encuentra de espaldas al macho— suele ser llamada levrette, si la mujer está apoyándose sobre sus piernas y brazos, aunque también se realiza cuando la mujer es penetrada vaginalmente de espaldas (por ejemplo, acostada apoyando su espalda en el varón).
La forma más común de coito en humanos es la ventro-ventral o frontal,[12] coloquialmente llamada posición del misionero, ya que popularmente se atribuye la introducción de esta forma de coitar en Oceanía a los misioneros.
Otra posición frecuente durante el coito en los seres humanos es la posición de Andrómaca, con la mujer sentada sobre el hombre acostado. Esta pose da más posibilidad de movimientos tanto a la mujer como al varón, ya que ambos pueden usar sus manos para acariciar otras partes del cuerpo. La mujer puede estar de frente o de espaldas.
En el coito anal la penetración se realiza en el ano. En lenguaje académico también se utiliza a veces el término «pedicación» (del latín pœdicatio o pœdicationis).
La mucosa anal carece de lubricación y es todavía más fácil de irritar que la vagina, por lo cual, tiene mayor riesgo de transmisión de ITS, especialmente el VIH, si no se realiza de manera segura. Para ello es recomendable utilizar lubricantes a base de agua, que no afectan a los preservativos.[13] También se corre el riesgo de propagación de enfermedades infecciosas producto de los microorganismos patógenos en las heces y además puede producir hemorroides por el roce con las venas del ano.
Prácticas sexuales no consentidas
En nuestra cultura el requisito para considerar una práctica sexual como parte de una relación sexual válida y no un delito, es el consentimiento. Así, las prácticas sexuales pueden ser consentidas o no.
Algunas de las prácticas sexuales en las que falta el consentimiento de una persona tienen nombres particulares.
Violación que se produce cuando una persona tiene acceso sexual hacia otra, mediante el empleo de violencias físicas o psicológicas o mediante el uso de mecanismos que anulen el consentimiento de los ofendidos. También se habla de violación cuando la víctima no puede dar su consentimiento, como en los casos de incapaces mentales, menores de edad, o personas que se encuentran en estado de inconsciencia, a través de alcohol u otras drogas.
Abuso sexual infantil o pederastia: es toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder.
Otras prácticas donde falta el consentimiento son la necrofilia, práctica sexual entre una persona y un cadáver, y la zoofilia, la práctica sexual entre una persona y un animal.
Coitocentrismo
El coitocentrismo es la tendencia a jerarquizar la sexualidad en dos: por un lado las prácticas significativas, adultas y completas (el coito) y, por el otro, prácticas vanas, infantiles e inmaduras (las otras prácticas) al punto de llegar a confundir relaciones sexuales con el coito.[14] Es negar el nombre y el estatus de relaciones sexuales a las prácticas sexuales en las que no se ha producido coito o a no considerarlas una vía de obtención de placer u orgasmo.[15] Se ubica junto a otros mandatos de la masculinidad hegemónica como es el falocentrismo, es decir, la reducción del cuerpo masculino al pene, la negación de toda otra zona sensitiva y de placer; y la negación de la emotividad; todos estos atributos necesarios para relaciones armónicas al interior de la pareja.[16]
El coitocentrismo es ubicado como una de las características de la sexualidad hegemónica y normativa la cual además deberá ser procreativa, genital, monógama, en el matrimonio, naturalizada, por amor, en casa, de a dos, y, por supuesto, heterosexual. El resto de prácticas serán rechazadas y tachadas de anormales, innaturales, o enfermas.[17] Aunque se acepta que el coitocentrismo también está presente como norma en algunas relaciones homosexuales.[18]
En Occidente, la tradición judeocristiana ha estado vinculada en el sostenimiento del coitocentrismo. Según esta tradición, el acto sexual es válido solo en el matrimonio, y se vuelve un medio para expresar sentimientos íntimos, adquirir responsabilidades y, sobre todo, reproducir a la especie. Según esta doctrina, tanto la sexualidad no heterosexual como la heterosexual extramarital son inmorales. Para los libertarios, es la falta de consentimiento, o un desequilibrio de poder - como el coito obligado - lo que es inmoral; pero para muchos conservadores la coerción marital no es inmoral.[19] Se lo contextualiza como uno de los «lastres» patriarcales.[20]
La aparición del concepto de coitocentrismo y su crítica viene de la mano del feminismo, y los últimos avances tecnológicos en materia de anticoncepción y aborto y la reforma sexual ocurridos en el siglo XX gracias a los que está extendiendo la nómina de prácticas sexuales socialmente aceptadas.[21]
Efectos en la salud
Beneficios
En los seres humanos, se ha informado que las relaciones sexuales y la actividad sexual en general tienen beneficios positivos para la salud como una mayor inmunidad al aumentar la producción de anticuerpos en el cuerpo y la consiguiente disminución de la presión arterial, y un menor riesgo de cáncer de próstata.[22] La intimidad sexual y los orgasmos aumentan los niveles de la hormona oxitocina («la hormona del amor»), que puede ayudar a las personas a vincularse y generar confianza. Se cree que la oxitocina tiene un impacto más significativo en las mujeres que en los varones, lo que puede ser la razón por la que ellas asocian la atracción sexual o la actividad sexual con el romance.[23]
Riesgos
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son bacterias, virus o parásitos que se transmiten por contacto sexual, especialmente durante el coito vaginal, anal u oral, o por relaciones sexuales sin protección.[24] El sexo oral es menos riesgoso que el coito vaginal o anal.[25] Muchas veces, las ITS inicialmente no causan síntomas, lo que aumenta el riesgo de transmitir la infección sin saberlo a una pareja sexual u otras personas.[26]
Controversias sexuales
Las relaciones sexuales siempre han sido un tema controvertido a lo largo de la historia de todas las civilizaciones,[27] especialmente en la cultura judeocristiana.[28] Las religiones han influido de una forma importante en el concepto de la sexualidad.[29] En términos generales se sabe que realizar el acto sexual contribuye a la relajación.[30] Dentro de la cultura occidental, son ilegales determinados actos como la pederastia, el incesto, o la violación. La pederastia y la violación son delitos en casi todos los países del mundo.[31]
↑LÓPEZ GARCÍA, María Luisa. Educación afectivo-sexual: Planteamiento integrado e interdisciplinar y veinte unidades didácticas. Narcea Ediciones, 1995. Pág. 107 Vista previa en Google books
↑Leyton Lemp, Marianne. «Buenas prácticas para un sexo seguro». About.com. Archivado desde el original el 3 de abril de 2015. Consultado el 23 de febrero de 2015. «Recuerda verificar la fecha de vencimiento del condón antes de usarlo, y sólo utiliza lubricantes a base de agua ya que los lubricantes a base de aceite destruyen el látex.»
↑GALDEANO ARAMENDÍA, Jesus. (Pres) La vida en pareja. Evolución y problemática actual. Editorial San Esteban, 01/01/1995 pag 244 Vista previa en Google Books
↑PICHARDO GALÁN, José Ignacio [Opciones sexuales y nuevos modelos de familia pag 40 en TELLES INFANTES, Anastasia y MARTINEZ GUIRAO, Javier Eloy (Coord) Sexualidad, Género, Cambio de Roles y Nuevos Modelos de Familia 2008 Edita: (S.I.E.G.) Seminario Interdisciplinar de Estudios de Género del Vicerrectorado de Estudiantes y Extensión Universitaria de la Universidad Miguel Hernández ISBN 978-84-96297-88-3