El quitón (del griego χιτών), también denominado chitón o jitón,[1] es una prenda de vestir de la antigua Grecia. Era semejante a una túnica usada tanto por hombres como por mujeres con prenda interior. Se desconoce si debajo del quitón se llevaba otra prenda, como una camisa.[2]
Consistía en una pieza de tela de forma rectangular, y se colocaba alrededor del cuerpo: para sacar el brazo derecho por el lado cerrado se practicaba una abertura. Sobre el hombro izquierdo se ataban los dos extremos del lado abierto, mediante fíbulas.[2] En el lado izquierdo la abertura dejaba al descubierto hasta el muslo, debajo del cual se prendía el quitón con un alfiler o se cosían las puntas.[2]
Al principio era más corto y confeccionado en lana el conocido como quitón dórico,[1] que carecía de mangas.[2] Posteriormente, el conocido como quitón jónico —ya en la antigua Atenas— evolucionó siendo más largo y elegante y fabricado en lino.[1] Ganó entonces en amplitud para llevarse con un cinturón o una cinta en torno a las caderas. La parte inferior se podía alargar, estirándola por debajo del cinturón, o acortar estirándola por encima.[2] Más tarde, en época de Pericles, los atenienses adoptaron de nuevo el quitón corto dorio.[2]
Las mangas, que frecuentemente se cosían al quitón, podían cubrir hasta las muñecas, o únicamente la parte alta de los brazos.[2] El quitón con mangas largas lo lucen Escirón y Bóreas en la Torre de los Vientos de Atenas.[3]
El quitón de manga corta solían llevarlo los niños y las mujeres, como se aprecia en las representaciones artísticas. El quitón sin mangas era el distintivo de los ciudadanos libres.[3] Según los escritos, los artesanos y esclavos vestían quitón con ambos brazos al descubierto, al igual que la mitad del pecho.[3]
En los hombres podía cubrir la pierna hasta mitad del muslo o descender hasta el pie. Se podía adornar con dibujos geométricos para los días festivos y ser llevado con un pallium (un tipo de abrigo). Cuando dejaba libre los dos hombros, se podían distinguir los hombres libres del resto.[1]
Las mujeres lo llevaban largo. Con la aparición del lino, sustituyó progresivamente al peplo de lana, del que se diferenciaba en que no volvía a caer en pliegues sobre el pecho y se llevaba ahuecado sobre la cintura gracias a un cinturón.