En 1483, adquirió junto con su esposa Catalina de Ribera la finca principal sobre la que se edificó el palacio de Sevilla conocido como Casa Pilatos, para residencia de la pareja.[1]
En tiempos de Enrique IV, mantuvo buenas relaciones con los dos bandos nobiliarios que rivalizaban en Sevilla y actuó como mediador entre ellos. Tras el ascenso al trono Isabel y Fernando, que era su sobrino, asumió una labor como representante de los monarcas en esta ciudad lo que le reportó numerosos privilegios, como ser desde 1478, uno de los veinticuatro regidores del concejo municipal de la ciudad y también señor de Tarifa.[1]
La situación económica del matrimonio con Catalina de Ribera era acomodada. Recibían elevadas rentas de sus propiedades agrícolas y de los beneficios de las almonas, en donde se fabricaba un jabón de excelente calidad. En segundo lugar, su actividad cortesana lo convirtió en una especie de conseguidor sobre asuntos variados, que le reportaba variados beneficios e igualmente participó activamente en el comercio marítimo. También obtuvo diversas recompensas de su participación en la guerra de Granada, como adelantado mayor de Andalucía, desde su primer matrimonio en 1460 con la mayor de las hermanas Ribera.[1]
Muerte y sepultura
Pedro Enríquez de Quiñones falleció en 1493 a la vuelta de la campaña de la toma de Granada en 1492. Recibió sepultura en la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla.
Casó en segundas nupcias (c. 1475) con Catalina de Ribera, IV condesa de los Molares, hermana de su primera mujer. A Catalina se debe a construcción de la Casa de Pilatos, erigida en 1500 por encargo suyo. Pedro y Catalina fueron padres de:
Ortega Gato, Esteban (1999). «Los Enríquez, Almirantes de Castilla». Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses (70). ISSN 0210-7317, pp. 23-65.