Este pacto estuvo precedido por el Pacto de Tortosa del mes anterior (que agrupaba a los territorios de la antigua Corona de Aragón) y el pacto de Córdoba, constituido el 12 de junio por los representantes federales de las provincias de Andalucía, Extremadura y Murcia. Le siguieron el pacto de Éibar, para las Vascongadas y Navarra, y el de La Coruña, que agrupaba a Galicia y Asturias. A finales de julio se constituyó en Madrid un Pacto Nacional del que surgió un Consejo Nacional que debía entenderse «con las asambleas de los cinco Pactos».[2]
Contenido
Dicho acuerdo contenía dos objetivos fundamentales:
Reafirmar la necesidad de un cambio de régimen (la reina Isabel II acababa de caer y poco tiempo después se proclamaría la Primera República).
Garantizar que el nuevo sistema político que se constituya reconozca institucionalmente la identidad de Castilla como pueblo diferenciado, es decir con derecho a su propia articulación política.[3] Sin embargo, se insistía en que la forma republicana federal «lejos de determinar el rompimiento de la unidad nacional, la exige y estrecha más íntimamente».[2]
Cada estado tendría su propia capitalidad, la ciudad de Valladolid en el primer caso, la de Madrid en el segundo. En el Pacto Federal Castellano, la territorialidad de Castilla era la de los libros El valor de Castilla (1926) y Las Castillas y León. Teoría de una nación (1982) o la defendida desde la Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos (1936). En el mismo sentido, el filósofo Pedro González García (zamorano), en 1906, afirmaba que las fronteras entre la Castilla primigenia y León eran «meros accidentes de limitación histórica».[6] La procedencia de los equipos fundadores de la Federación Castellana de Fútbol (1932-1987) revelaba el reconocimiento, en gran medida, del mapa de Castilla de los autores citados y obras mencionadas por parte de los clubes.[7]
Otras propuestas similares en los territorios abarcados por el Pacto Federal Castellano
Tan solo unos meses después de la firma del Pacto Federal Castellano, en septiembre, representantes de Ciudad Real, Albacete y Cuenca del mismo Partido Republicano Federal firmaron el Pacto Federal Manchego, generando una dualidad entre los regionalismos manchego y castellano.[11]
Años después, en 1873, algunos sectores dentro de la Comisión Provincial de León del Partido Republicano Federal, elaboraron un escrito en el que se distanciaban del proyecto de constitución del «Estado Federal de Castilla la Vieja», aunque no existió posicionamiento común del Partido en esa provincia.[12] Años después, en 1883, republicanos federalistas de la provincia de León participaron en la firma de un nuevo pacto federal, conocido por Constitución Federal de Toro, con otros republicanos federalistas de Valladolid y Zamora.[13]
Por otra parte, catorce años más tarde, en 1883 se celebró en la ciudad riojana de Haro una asamblea presidida por el político federalista Juan Sayol en la que se aprobó la Constitución Republicana Federal del Estado Riojano para que La Rioja se constituyera como una república federal dentro de España. Sin embargo, como otras propuestas federalistas de la época, no se pudo poner en práctica y quedó en "mero papel".[14][15]
↑Investigaciones históricas. Valladolid: Secretariado de Publicaciones, Universidad de Valladolid, 1979
↑El Alma castellana. Salamanca: Andrés Iglesias, 1906, p. 15
↑Laita, José María. Libro de oro de la Federación Castellana de Fútbol. Madrid: [Federación Castellana de Fútbol]: Omnia, 1963
↑La prensa vallisoletana durante el siglo XIX. Valladolid, Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial, Institución Cultural
Simancas, 1977, p. 45
Castilla y su cultura, desde el siglo IX al XXI Real Asociación Española de Cronistas Oficiales en torno a varios libros de Juan Pablo Mañueco, en 2014, sobre la formación y desarrollo de la personalidad histórica, política y cultural de Castilla.