La patrística dedicó una buena parte de su producción a la mariología. San Ireneo de Lyon llamaba a María "segunda Eva" porque a través de María y su elección voluntariamente aceptada de la elección de Dios (la Anunciación), Dios deshizo el daño hecho por la elección de Eva de comer el fruto prohibido (el pecado original). El poeta hispanolatino Prudencio parece conocer esta doctrina en uno de sus Himnos. San Jerónimo escribió La Perpetua Virginidad de María. San Agustín insistía en lo misterioso de la virginidad y la condición bienaventurada de María, destacando lo voluntario de su papel (creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó). Ya en época altomedieval aparecerá la obra de San Ildefonso de Toledo.[7]
El Concilio de Éfeso (tercer concilio ecuménico) debatió sobre si María debía ser llamada Theotokos o Christotokos. Theotokos significa en idioma griego "Madre de Dios"; esto implica que Jesús, a quien María dio a luz, es Dios. Los nestorianos prefieren la denominación Christotokos, que en griego significa "Madre de Cristo", no porque nieguen la divinidad de Jesús, sino porque creen que Dios Hijo (el Logos) existió antes del tiempo y antes de María, y que Jesús tomó su divinidad de Dios Padre y su humanidad de su madre; así que para ellos, llamar a María "Madre de Dios" es confuso y potencialmente herético. Otros, en el mismo concilio, creían que negando el título de Theotokos acarrearía la implicación de que Jesús no es divino. Al final, el concilio confirmó el uso del término Theotokos y con ello afirmaba la indivisibilidad de la divinidad y la humanidad de Jesús (unión hipostática o de las dos naturalezas de Cristo). Así, mientras que el debate trató sobre el título correcto para María, también se trataba de una cuestión cristológica sobre la naturaleza de Jesucristo, una cuestión que volvería a debatirse en el Concilio de Calcedonia (cuarto concilio ecuménico).
El nacimiento virginal de Jesús es dogma compartido por la mayor parte de las confesiones cristianas; en cambio, la virginidad de María[8] mantenida perpetuamente ("antes del parto, en el parto y después del parto")[9] es negada por algunas iglesias protestantes, que la consideran contradictoria con las referencias evangélicas a hermanos de Jesús (por ejemplo Santiago el Justo, y se supone que también habría tenido hermanas). Las iglesias católica y ortodoxa (e incluso el islam) insisten en ella, pues consideran que tales "hermanos" serían simplemente parientes de Jesús, y no hijos de María (en idioma arameo, el hablado por Jesús y los apóstoles, la misma palabra designa a los hermanos y a otros parientes, aunque el término usado en los Evangelios sea el griego ἀδελφός -"hermano"-).
Propia y verdaderamente la Madre de Dios, la Santa y siempre Virgen María (...) concibió sin semen viril, del Espíritu Santo, al mismo Verbo de Dios, y de manera incorruptible dio a luz