”…despliega una vistosidad en la que no abunda el cine argentino. La música es buena, también, y está heredada de la obra teatral homónima, gran hit del actual teatro chileno. El film puede verse con agrado muy superficial; el primer premio del Instituto Nacional de Cinematografía es, sin duda, una exageración.”[2]
”La ausencia de ideas y de un criterio plástico para resolver las escenas de conjunto hace más irritable ese continuo y pretencioso despliegue de gente.”[1]
Por su parte, Manrupe y Portela escriben:
”Una de las últimas superproducciones de la Sono, con gran despliegue escenográfico y de actores…tiene más de película española de los ’40 que otra cosa. Buena labor de Farías.”[1]