La Isabela fue la primera
ciudad fundada en el Nuevo Mundo (América) por los españoles, en 1494. Cristóbal Colón eligió el emplazamiento en sustitución del Fuerte de La Navidad, en la costa norte de La Española (actual República Dominicana, provincia de Puerto Plata), y designó un consejo de gobierno para regirla, del que formaban parte entre otros Antonio de Torres y Bernardo Boyl. La ciudad fue una mezcla de puerto, astillero, aduana y almacén, a través de la cual se canalizaba todo el tráfico entre la isla y España. A partir de 1496 sus habitantes empezaron a emigrar a otras partes de la isla. Para 1500 había sido abandonada por completo. En la actualidad sus ruinas constituyen un parque arqueológico.
Los reyes Isabel y Fernando de Castilla y Aragón (más tarde conocidos como los Reyes Católicos) enviaron pocos meses después una gran armada a la Española, con 17 navíos y unas 1500 personas (entre marineros, soldados, colonos, peritos en varios oficios y seis frailes), al mando de Cristóbal Colón. Al llegar a la isla constataron que el fuerte Navidad había sido destruido y sus defensores muertos. Colón optó entonces por fundar una nueva población unas millas más al este, en una pequeña ensenada en la que desemboca un río, llamado Bajabonico por los españoles.[1] La construcción comenzó a finales de diciembre de 1493 y la villa fue inaugurada el 6 de enero de 1494 con el nombre de Isabela, en honor de la reina. Su primer alcalde, nombrado por Colón y ratificado por los reyes, fue Antonio de Torres.
Maqueta de la casa de Colón en el Museo de La Isabela (arriba) y restos de los cimientos de la casa del Almirante en La Isabela (abajo)
Cementerio de La Isabela (arriba) y esqueleto de un español descubierto en el cementerio de La Isabela (abajo)
La Isabela se compuso de varios edificios principales de piedra y una mayoría de chozas de madera. Según el cronista Bartolomé de las Casas:
"Dice aquí el Almirante que (...) hobo por alí muy buena piedra de cantería, y tierra buena para ladrillo y teja (...) dióse grandísima prisa (...) en edificar luego casa para los bastimientos y municiones del armada, e iglesia y hospital, y para su morada [de Cristóbal Colón] una casa fuerte, según se pudo hacer; y repartió solares, ordenando sus calles y plaza, y avecindáronse las personas principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor pudiere; las casas públicas se hicieron de piedra, las demás cada uno hacía de madera y paja, y como hacerse podía."
Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias (ed. M. Ginesta, 1875, vol. 2, p.21)
La Isabela fue golpeada por dos de los primeros huracanes observados por los europeos en 1494 y 1495. El hambre y las enfermedades diezmaron a los pobladores, entre los que además cundió el descontento por las escasas riquezas encontradas en la isla y la política autocrática de la familia Colón. En una ocasión un grupo de colonos, liderados por Bernal Díaz de Pisa, intentó capturar varias naves para regresar a España.
La Isabela a duras penas sobrevivió hasta 1496 cuando Colón regresó a España y su hermano Bartolomé fundó un nuevo asentamiento en el sur de la isla: Santo Domingo. En la Isabela se produjo entonces una sublevación liderada por Francisco Roldán, que triunfó y en 1498 consiguió de Colón numerosas concesiones. Por otra parte, el hallazgo de oro en La Vega llevó a la mayoría de los conquistadores a emigrar allí. Para el año 1500 la Isabela había quedado abandonada, ocupada solo por una población residual.[1]
La primera misa en América fue concelebrada en La Isabela el 6 de enero de 1494, en la solemnidad de la Epifanía, por el padre Bernardo Boyl y otros doce sacerdotes que llegaron junto con Cristóbal Colón en su segundo viaje. Todavía pueden apreciarse las ruinas de esta primera iglesia fundada en el Nuevo Mundo.[2]
Redescubrimiento
En los siglos siguientes la villa cayó en el olvido hasta que, con motivo de la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América en 1892, se publicaron varias noticias sobre ella y relatos de viajes a sus ruinas.[1] A mediados del siglo XX comenzaron las primeras de una serie de excavaciones arqueológicas que han ido revelando información sobre los edificios y los pobladores de la villa. En paralelo, las ruinas fueron sufriendo graves daños por parte de cazatesoros y de intervenciones desacertadas de las administraciones públicas.
En la actualidad
Hoy día las ruinas de la Isabela son un Parque Arqueológico muy cercano a la comunidad El Castillo / La Isabela Histórica, municipio de Luperón, provincia de Puerto Plata, República Dominicana.
En el complejo arqueológico de la Isabela se distinguen actualmente cuatro áreas:[1]
"El Castillo", núcleo principal.
"Las Coles", zona agrícola, ganadera y artesanal junto a la desembocadura del río Bajabonico.
Un área de canteras, de donde se extrajo la piedra para las edificaciones.
El puerto-astillero.
El Castillo era el núcleo principal de la villa. Estaba fortificado con un muro de piedra. De él se conservan los cimientos de piedra de varias edificaciones: la casa de Cristóbal Colón, la iglesia con su cementerio, un almacén real o alhóndiga, un "polvorín" y una torre de la muralla.[3][4] Los restos mejor conservados son los de la casa de Colón, cuyos muros sobresalen unos 60 cm del suelo.[1]
Del puerto-astillero no queda rastro alguno. Se cree que podría haber estado situado en la playa a los pies de la alhóndiga.[1]
Vista panorámica de la ensenada de La Isabela y el museo a la derecha
Vista panorámica del sitio arqueológico de La Isabela
↑ abcdefCampos Carrasco, Juan Manuel (2012). «Lugares para el encuentro: Guanahaní, Fuerte de la Navidad e Isabela». En David González Cruz (ed.), ed. Descubridores de América. Colón, los marinos y los puertos. Madrid: Sílex Ediciones. pp. 371-389. ISBN978-8-4773-7739-9.