La boda fue considerada por un espectador como «notable por su buen gusto y sencillez». El rey Luis II de Baviera (primo de Isabel) no asistió, ya que rara vez asistía a eventos públicos. Su ausencia, observó uno de los asistentes, significaba que los invitados a la boda «podían divertirse en una atmósfera de convivencia que rara vez se encuentra en las festividades de la corte».
En 1905, Isabel y su esposo, así como otros miembros de la Casa de Saboya, asistieron a una ceremonia en honor a la beatificación de un sacerdote francés. Asistieron el papaPío X, junto con 1000 peregrinos franceses y varios miles de fieles de otras nacionalidades, así como veintidós cardenales y la corte papal. El evento fue notable, ya que fue la primera vez que miembros de la Casa de Saboya asistieron a una función religiosa en presencia del papa.
Como duque y duquesa de Génova, Isabel y su esposo a menudo asistían a otras funciones reales como representantes de la Casa de Saboya. Por ejemplo, en 1911 asistieron a la inauguración de un gran monumento de Víctor Manuel II en Roma. El evento tuvo casi un millón de testigos, y también asistieron las reinas viudas María Pía de Portugal y Margarita de Italia, y el duque y la duquesa de Aosta.
En 1913, Isabel casi escapó de la muerte. Mientras untaba sus brazos y cuello con una preparación para el reumatismo, se acercó demasiado a una lámpara, lo que provocó que la preparación se encendiera. Solo sobrevivió porque su sirvienta sofocó rápidamente las llamas.
Muerte
El 26 de febrero de 1924 Isabel murió de neumonía en Roma, después de haber estado enferma durante varios días. Para su funeral se utilizó por última vez el carruaje llamado l'Egiziana, de 1819, propiedad de la Casa de los Saboya y ahora conservado en el museo de carruajes del Quirinal de Roma. Tomás moriría siete años después, en 1931.
Curiosidad
El municipio de Turín ha nombrado un puente sobre el río Po, el puente Princesa Isabel.