La inmigración croata en Argentina es un fenómeno poco conocido, aunque numeroso, dentro de las corrientes migratorias de Argentina. Esto es, en parte, a la escasa documentación y estudio de esta colectividad y que, a diferencia de otras inmigraciones como las de italianos y españoles, durante buena parte de la historia de la colectividad el pueblo croata no tuvo un Estado propio, siendo más bien una parte dentro de otros países como el Imperio austrohúngaro y Yugoslavia. Esto dificulta el rastreo a través de registros de llegadas en barcos y otras estadísticas migratorias.[cita requerida]
De acuerdo a cifras de la diáspora croata proporcionadas por el gobierno de Croacia, se estima que hoy viven en Argentina unos 250.000 mil descendientes de croatas, siendo la segunda más grande de América Latina después de Chile,[1] sólo en el Gran Buenos Aires, viven unos 40 mil descendientes.[2] Los inmigrantes croatas se repartieron geográficamente de forma equilibrada: hubo importantes colonias croatas en provincias tan distintas como Chaco, Chubut, Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Tierra del Fuego.
Además, la colectividad croata es una de las más antiguas y duraderas. Su historia se remonta a la época en que Argentina todavía era una colonia española, como lo atestigua la llegada, en 1749, del jesuita Nicolás Plantich (Nikola Plantić, 1720-1777) para ser profesor en la Universidad de Córdoba. Hacia finales del siglo XIX se aceleró la llegada de croatas coincidiendo con el gran aluvión de otras corrientes inmigratorias, y durante el período entreguerras alcanzó su mayor pico. Aunque lejos de los números de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la inmigración croata continúa hasta el día de hoy: luego de la caída de la Unión Soviética y del fin de Yugoslavia se reactivó la llegada de inmigrantes croatas, ahora con un país independiente y con un perfil más de intercambio cultural (sobre la base de las relaciones con las distintas comunidades de la diáspora croata), religioso (único entre los países de Europa del este, Croacia es un país católico, lo que le da mayor afinidad religiosa con Argentina) y financiero (Croacia forma parte de la Unión Europea, lo que la vuelve una opción para hacer negocios).
Corrientes migratorias
En la llegada de inmigrantes croatas a Argentina pueden distinguirse tres etapas:
la primera, en la que solo llegan individuos de forma aislada.
la segunda, en el período que va de la Primera a la Segunda Guerra Mundial. Llegan contingentes mayores escapando de las circunstancias económicas y políticas.
la tercera, tras la Segunda Guerra Mundial y la implantación del comunismo en la entonces Yugoslavia. Los inmigrantes de esta corriente emigraban sobre todo por motivos políticos.
Pioneros
Se sabe que en 1749 el jesuita Nicolás Plantich a la ciudad de Córdoba, para trabajar en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue, por poco tiempo, en 1765, rector del Colegio de San Ignacio.[3]
Originario de la República de Ragusa (conocida como Dubrovnik), desde el pueblo de Ošlje, Esteban Simonovich llegó a la ciudad de Mendoza en 1804, estableciéndose allí, donde se desarrolló su descendencia y luego la misma se establecieron en distintas zonas de la provincia de Mendoza, como Barrancas de Maipú, San Rafael, Junín y San Carlos. Actualmente la mayoría de sus descendientes viven en Mendoza y otros en Buenos Aires y en Estados Unidos.[cita requerida]
Desde el pueblo de Bol (Isla de Brač), Matías Nicolorich llegó a la ciudad de Rosario, según los historiadores en 1812 cuando era una pequeña aldea. Ayudó a organizar el pueblo, tuvo la primera casa de alto y la primera estafeta de correo. Se convirtió en Alcalde, Comisario y Juez de Paz. Todos los habitantes del pueblo ayudaron a la construcción de las baterías defensivas al ejército de Manuel Belgrano en 1812 a defender Rosario de los españoles, cuando crea la Bandera Argentina.[cita requerida]
También se sabe que a fines del siglo XIX vivía en Buenos Aires el empresario Santiago Buratovich, conocido como Mayor Buratovich, dedicado a la construcción de ferrocarriles (incluyendo tranvías), y telégrafos a nivel nacional.[4]
A finales del siglo XIX llega a Buenos Aires Nicolás Mihanovich, pionero de la Flota Mercante Argentina.
Llegado a Rosario en 1899, Cosme Budislavich fue el primer obrero que murió en Argentina por una manifestación, en 1901.
Segunda etapa
Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, la inmigración croata hacia Argentina se acentúa. Se sabe que muchos croatas de esta corriente provenían de regiones como Hvar, Lika, Eslavonia, Srijem y Kordun, además de Istria. No obstante, es difícil precisar su número puesto que -al no existir Croacia como un país independiente- los inmigrantes llegaban con pasaportes del Imperio austrohúngaro. Otro grupo entró al país con pasaporte italiano.
Tercera etapa
A diferencia de las dos olas inmigratorias anteriores, esta corriente está mejor documentada. Durante las décadas de 1940 y 1950, llegaron al país unos 35.000 croatas. El grueso de ellos había llegado al país por motivos políticos y se identificaban con el nacionalismo croata de extrema derecha (Ustaše). Entre estos inmigrantes figuraba Ante Pavelic Poglavnik, caudillo del Estado Independiente de Croacia y posterior jefe de seguridad de Juan Domingo Perón. De hecho, el médico de la familia y posteriormente ministro, fue Oscar Ivanissevich. Posteriormente Pavelic se fue del país para radicarse en España, dónde recibió asilo político por parte del régimen franquista, tras sufrir un atentado en 1957.[cita requerida]
A la vuelta de los siglos XIX y XX había 133 asentamientos,[cita requerida] con unos 150 000 croatas en Argentina, en su mayor parte provenientes de las regiones costeras de Dalmacia y el litoral croata, que fueron de los primeros inmigrantes europeos en establecerse en las pampas argentinas.
Croatas con pasaporte de otros países
Entre 1868 y 1918, el Reino de Croacia-Eslavonia y casi todo el resto de Croacia formó parte del Imperio austrohúngaro, por lo que los inmigrantes llegaban con esa nacionalidad y se los llamaba «austríacos».
Entre 1918 y 1947, la región croata de Istria y una parte considerable de Dalmacia estuvieron bajo control italiano. Durante este período, los ciudadanos croatas de estas regiones fueron sometidos a la política de italianización fascista instituida por el régimen de Benito Mussolini, por lo que les fueron cambiados sus apellidos. En algunos casos fueron modificados para poder leerse y en otros simplemente para borrar su identidad, por esta razón, fueron considerados ciudadanos «italianos» en sus pasaportes.
La gran mayoría de los inmigrantes que se radicaron en el centro-sur de la provincia de Santa Fe (donde en el sur hay descendientes en prácticamente todos los pueblos), llegaron de la isla dálmata de Hvar. De estos, Villa Mugueta, Chovet y Chabás, son los pueblos con más densidad de croatas. Siendo Chovet el extremo, dado que la mayor parte de sus habitantes tiene sangre croata.
La ciudad de Malagueño (cercana a la ciudad de Córdoba), y sus alrededores, tiene la particularidad de que la mayoría de sus inmigrantes croatas provienen solo de un pueblo. Su nombre es Prapoće y está ubicado en el noreste de Istria. Llegaron todos para trabajar en las canteras de cal.[cita requerida]
Instituciones
Hasta agosto de 2011, existían cerca de 28 instituciones (incluyendo institutos educativos y centros de descendientes) distribuidos entre la ciudad de Buenos Aires y 9 provincias.[6] La mayoría de estas instituciones se nucleaban en la Unión de Asociaciones Croatas de la República Argentina (UACRA).[7]