Las reformas y la reducción de la inversión pública, para los sindicatos convocantes, frenará el crecimiento económico y la creación de empleo, y tendrá como principales víctimas a los trabajadores en paro.[1]
Se da la circunstancia que un mes más tarde, uno de los sindicalistas que iban en la cabecera de la manifestación en Madrid, Valeriano Gómez, fue designado Ministro de Trabajo.[9]
Alternativas a las reformas: reivindicaciones sindicales
Para los sindicatos es necesaria una Europa más social en la que las negociaciones sociales dejen de estar sometidas a las fuerzas del mercado.[1]
Reducción del déficit público mediante el incremento de los ingresos y no mediante la reducción del gasto, y planificar el cumplimiento de los objetivos de déficit del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea en plazos compatibles con la reactivación económica y la creación de empleo.
Aumento de ingresos del Estado mediante la recuperación de impuestos suprimidos, aplicación de la progresividad fiscal. Eliminación del fraude fiscal que duplica las tasas medias de la Unión Europea.
Defensa de la negociación colectiva como marco de protección de las condiciones de trabajo, frente a los intentos de atribuir a las empresas la capacidad de incumplir los acuerdos alcanzados de forma unilateral.
Según el preámbulo del R.D. 10/2010, la reforma tiene como objetivo esencial contribuir a la reducción del desempleo (ver desempleo en España) e incrementar la productividad de la economía española. Se dirige a corregir la dualidad de nuestro mercado de trabajo promoviendo la estabilidad en el empleo y a incrementar la flexibilidad interna de las empresas.[10]
Objetivos concretos
Reducir la dualidad de nuestro mercado laboral, impulsando la creación de empleo estable y de calidad, en línea con los requerimientos de un crecimiento más equilibrado y sostenible.
Segundo, reforzar los instrumentos de flexibilidad interna en el desarrollo de las relaciones laborales y, en particular, las medidas de reducción temporal de jornada, como mecanismo que permita el mantenimiento del empleo durante las situaciones de crisis económica, reduciendo el recurso a las extinciones de contratos y ofreciendo mecanismos alternativos más sanos que la contratación temporal para favorecer la adaptabilidad de las empresas.
Elevar las oportunidades de las personas desempleadas, con particular atención a los jóvenes, reordenando para ello la política de bonificaciones a la contratación indefinida para hacerla más eficiente, haciendo más atractivos para empresas y trabajadores los contratos formativos y mejorando los mecanismos de intermediación laboral.
Desarrollo y valoración de la jornada de huelga
Los sindicatos CCOO y UGT calificaron la jornada de "éxito". A juicio del Gobierno, sin embargo, el paro tuvo una respuesta "desigual" y de "efecto moderado". Así, la huelga tuvo un seguimiento del 70% según UGT y CC.OO. El Gobierno, que no quiso entrar en una guerra de cifras, sólo dijo que en la Administración del Estado paró el 7,52% del personal. En la manifestación celebrada en Madrid al final de la jornada, 500.000 trabajadores, según los sindicatos, y unos 40.000, según la Policía, recorrieron las calles. El sistema Lynce de la agencia EFE contabilizó 17.228 asistentes a la manifestación de Madrid. El consumo de energía eléctrica, usado habitualmente para conocer el impacto de las huelgas, bajó un 16% en las doce primeras horas del día respecto a la previsión para la jornada. En la huelga general de 2002 contra el gobierno de José María Aznar, la demanda energética cayó un 19,8%, también en las primeras doce horas.[11]
La valoración y las cifras de seguimiento fueron dispares tanto por sectores como por zonas geográficas. El seguimiento fue alto en zonas industriales, siderúrgicas, astilleros, polígonos industriales y fábricas. Fue menor en las ciudades. En los sectores de la sanidad, la educación y el pequeño comercio el seguimiento fue escaso. En Cataluña se produjo la más alta participación, tanto en cifras sindicales, 80%, como de la patronal, del 16,5% al 65%, y de caída del consumo eléctrico, 22% -frente al 24% de la huelga general de 2002-.[16] En el País Vasco hubo convocatoria de huelga por parte de CCOO y UGT sin los sindicatos nacionalistas (otra fue convocada por LAB y ELA tres meses antes, el 29 de junio y apoyada por CCOO). Los sindicatos cifran el seguimiento en cifras superiores a un 70%, dependiendo de las comunidades autónomas de media, la patronal en cifras que van del 7 al 15%. La caída global del consumo eléctrico fue del 14%, en la huelga de 2002, contra el gobierno de José María Aznar, fue del 20%.[17][18][19]
Valoración en los medios de comunicación
Por los medios de comunicación, los diarios El País, La Vanguardia o El Periódico de Catalunyacalificaron el resultado de discreto éxito para los sindicatos, señalando que si la intención sindical era parar el país, los sindicatos no lo consiguieron.[20] Los diarios ABC, La Razón, El Mundo y El Economista, entre otros, calificaron la huelga de fracaso para los sindicatos porque no tenía sentido, "estaba dirigida contra la oposición y en defensa de los derechos sindicales",[21] el país estuvo funcionando sin pararse a pesar de la huelga,[22] no fue generalizada, siendo especialmente críticos con los piquetes, y negando ABC a los sindicatos "legitimidad para liderar una protesta general".[23] Todos los medios, en general, destacaron que los disturbios causados en Barcelona por los antisistema fue una manera de aprovecharse de una legítima convocatoria de huelga.[24]
Críticas, apoyos y valoraciones sobre la huelga general del 29-S
Para el Partido Popular, principal partido de la oposición, y en palabras de Mariano Rajoy, la huelga general es "lamentable". Su partido se opone a la huelga -los empresarios ya tienen bastantes problemas- y también a la reforma laboral del Ejecutivo por considerarla la reforma del "despido".[25]
Empresarios
Los representantes de las asociaciones empresariales están en contra de la huelga ya que consideran que solamente empeorará la situación económica. Para el sector empresarial la huelga es política ya que va en contra de decisiones tomadas en el Parlamento.[26][27]
En estas dos comunidades la huelga tuvo lugar el 29 de junio convocada por LAB y ELA, siendo apoyada -sólo en el País Vasco- por, entre otros, CCOO.[14]
Huelgas generales en Europa
A causa de la crisis financiera y la crisis económica de 2002-2010, se han producido recortes, dirigidos fundamentalmente contra los trabajadores; la respuesta sindical han sido manifestaciones y huelgas:[30] antes del 29-S (en Grecia y Francia), el mismo 29-S (manifestación en Bruselas y huelga general en España), y después (en Francia).[31][32] Para algunos autores, como Michael Hudson, las manifestaciones y las huelgas obreras europeas no son meras reacciones ante el desempleo y la recesión económica sino respuestas ante las drásticas propuestas neoliberales -promovidas por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI- de modificación de las leyes y la estructura de funcionamiento de la sociedad europea que afectarán a las próximas generaciones. Para este autor estas propuestas neoliberales pueden calificarse de golpe de Estado financiero.[33][34]