La historieta o cómic policíaco, también denominada de serie negra o de crímenes constituye uno de los géneros de acción[1] en los que puede dividirse la producción historietística.
Características
Temáticas
En un principio, abarcan la actividad criminal, y su investigación, lo que, cuando la censura no lo impide, permite al autor "explorar las partes menos decorosas de nuestra sociedad".[2]
La historia puede contarse desde el punto de vista de las Fuerzas del Orden (policías, detectives) o de los criminales (ladrones, asesinos, gánsteres, yakuza), así como del justiciero urbano. Hay que resaltar, en este sentido, que los primeros cómics de serie negra "mantenían la primacía de la Policía o de personas allegadas a ella", a diferencia de la novela negra que "había entronizado el protagonismo del detective privado".[3] Otros personajes habituales son la femme fatal, que, aparentemente inofensiva, puede conducir a sus víctimas al peligro o a la muerte; los espías; y, obviamente, las víctimas.
También muestran una amplía variedad de "mensajes e influencias",[2] pudiendo orientarse hacia la aventura o la terror, o bien hacia el costumbrismo de los ámbitos de trabajo de los personajes.
Algunos títulos (en especial los publicados en formato pulp) suelen tener elementos de la ficción de explotación, incluyendo una temática lasciva de contextos eróticos o violentos.
Formales
"La iluminación y la composición pueden ser bastantes efectistas", "con abundante sombra y el uso del negro con decisión".[5]
En contra de lo que pudiera parecer, pueden recurrir a un estilo caricaturesco, como en el clásico Dick Tracy (1931) de Chester Gould o en el más moderno Taxista del español Martí Riera, a su vez influido por el primero.[6]
Historia
Precedentes (Mediados del siglo XVIII hasta comienzos del XX)
Como explica Pedro Porcel, muchos de los arquetipos de este género de historietas se pueden encontrar en los romances de ciego, muchos de los cuales abordaban la exposición de crímenes truculentos:
la figura del criminal como esencia del mal mismo que actúa por un ansía invencible de hacer daño sin otro motivo aparente; la bondad de las víctimas por el mero hecho de serlo y muy a menudo la localización del crimen en un medio urbano, al que intuimos como corrupto frente a la franqueza de costumbres del ámbito rural.[7]
El cómic policíaco clásico (1929-41)
Tras "un predominio abrumador del género humorístico que caracterizó al nuevo arte desde su nacimiento",[8] la Gran Depresión de 1929 y los cambios sociales de los años 30 conducen a un cambio en el gusto del público estadounidense, que se decanta mayoritariamente por las tiras de acción. Entre estas, surge también el género policíaco que
se halla directamente influido por los acontecimientos cotidianos reflejados en las primeras páginas de los periódicos y que describen la violenta lucha desatada entre las fuerzas de la ley y el gangsterismo".[8]
Su éxito propiciaría además la creación de series policíacas más estrictas como Radio Patrol (1933) de Eddie Sullivan/Charlie Schmidt; Secret Agent X-9 de Dashiell Hammett/Alex Raymond; Red Barry (1934) de Will Gould, Inspector Wade (1935), de Sheldon Stark/Lyman Anderson o Charlie Chan (1938-43) de Alfred Andriola.[8] La obra de Alex Raymond se muestra ya como totalmente opuesta a la de Chester Gould,[10] pero, como en el caso de Radio Patrol, se ha criticado la ingenuidad del planteamiento y desarrollo elemental de sus historias. Ambas tuvieron, sin embargo, una notoria influencia en los cuaderno de aventuras españoles de los años 40 y 50 que abordaban esta temática.[11]
La postguerra (1942-57)
En Estados Unidos, el comic-book de crímenes tuvo un breve auge a raíz de la aparición de Crime Does Not Pay (1942), luego de que el subgénero de los superhéroes decayera tras la Segunda Guerra Mundial. Crime SuspenStories ("SuspenHistorias de crimen") y Shock SuspenStories ("SuspenHistorias de impacto") de EC Comics se distinguían por abordar temas como el racismo, el sexo o las drogas, además de por sus finales impactantes. También se pueden mencionar series policíacas como Kerry Drake (1943-83) de Alfred Andriola,[8] Vic Flint (1946) de Ernest Lynn/Ralph Lane; The Saint, o From the files of... Mike Hammer (1953) por Mickey Spillane/Ed Robbins.
El contenido de los cómics sería, sin embargo, fuertemente controlado a partir de 1954, con la creación del Comics Code Authority, lo que limitó en enorme medida las referencias a actividades criminales o representaciones de asesinatos dentro de las historietas. En el mismo sentido se generó legislación restrictiva en Inglaterra[12] y Canadá. Con tales restricciones, el género comenzó a declinar fuertemente en Estados Unidos y eventualmente fue reemplazado por el resurgir de los superhéroes. En 1956, moriría también Alex Raymond, quien desde 1946 daba vida al elegante detective Rip Kirby.
Al mismo tiempo, la serie negra empezó a tener cierta presencia en otras lenguas.
Golgo 13, creado en 1968 por el mangakaTakao Saito ha sido conocido como la contrapartida japonesa de James Bond, pero con un carácter más oscuro, actitudes mucho más directas con el sexo y una total falta de moral. Lupin III, creado e ilustrado desde 1967 por Kazuhiko Kato (bajo el nombre de Monkey Punch) incorpora elementos del género aventurero con una vis cómica y erótica.
↑En Diccionario gremial, publicado en 1991, Jesús Cuadrado recoge en la entrada de género de acción, los de aventuras, crímenes, oeste y, de soslayo, fantasía heróica.