La historieta o cómic bélico constituye uno de los genes grandes de los productores géneros de acción en los que puede dividirse la producción historietística.
Características
Temáticas
Suele presentar situaciones de riesgo, normalmente en escenarios de guerra;
Sus protagonistas suelen ser militares, pero abundan también los periodistas, como Ernie Pike o Frank Cappa.[1]
A principios de los años 30 aparecieron en Japón historietas bélicas como Norakuro (1931-41) de Suihou Tagawa.[3]
En Estados Unidos, Quality Comics lanzó, por su parte, el comic book Military Comics, cuyo personaje más importante era Blackhawk, mientras series de superhéroes como Capitán América y La Mujer Maravilla, todas de 1941, se dejaron imbuir del espíritu de la Segunda Guerra Mundial, presentando nombres o uniformes relacionados con sus símbolos nacionales, además de enfrentarse a los enemigos del país. Esto les permitió lograr un gran éxito comercial, pero también causaría el cierre de la mayoría de sus títulos al finalizar la guerra.
Tras la Segunda Guerra Mundial
Con un marcado carácter moral, típico de las historietas de la época, las Hazañas bélicas (1948) del español Boixcar son una serie de historias ambientadas mayormente en la Segunda Guerra Mundial con un estilo simplista en lo relativo a los personajes, pero extremadamente detallistas en la ambientación y documentación.
Ernie Pike (1957), de Héctor Germán Oesterheld se centra en relatar historias trágicas de los soldados, generalmente malentendidos o desencuentros que acaban mal: personajes que pierden la razón, que matan a sus amigos por error o por creer erróneamente haber sido traicionados, que buscan ser asesinados de una forma para evitar morir de otra más horrible, o que deben rematar a amigos mortalmente heridos, etc. Oesterheld utiliza la historieta bélica para reflejar su rechazo por la guerra.
En 1979, tras la muerte de Francisco Franco, comenzó a reflejarse la guerra civil española desde la perspectiva de los perdedores. Antonio Hernández Palacios inició así un ambicioso proyecto sobre los inicios de la guerra civil española en Madrid para la colección Imágenes de la Historia de la editorial Ikusager con el álbum Eloy, uno entre muchos, mientras Montesol/Roger realizaban su serie sobre Emili para la revista El Víbora. En palabras de la teórica Francisca Lladó, en ambas series vemos "una elección arbitraria de un personaje comprometido con una ideología y como tal padecerá las consecuencias del propio momento histórico".[4] Más pegado a la actualidad, el reportero Frank Cappa (1981) de Manfred Sommer da fe de conflictos como la Revolución Sandinista.