En la mitología griega, la Hidra de Lerna (Λερναῖα Ὕδρα / Lernaīa Hýdra) era una «enorme»[1] y «despiadada»[2] serpiente de agua («ὕδρα»)[3] de múltiples cabezas,[4] provista de colmillos[5] y un aliento venenoso letal.[6] Hércules la mató en el segundo de sus doce trabajos con la ayuda de Yolao,[7] e impregnó sus flechas con la bilis venenosa de la bestia.[8] La Hidra era el tercer descendiente monstruoso nacido de Tifón y Equidna.[9][10] Alumbró, por sí misma, a la Quimera.[11] Se dice que fue alimentada por Hera, irritada contra Heracles,[9] bajo un plátano cerca de la fuente Amimone en Lerna.[3]
Sobre su número de cabezas no hay consenso. Unos dicen que eran tres,[12] seis,[13] o nueve,[1][10][14] o bien cincuenta[15] o incluso cien.[16][17] Ya desde Alceo el número de cabezas quedó estandarizado como nueve en la versión más extendida del mito,[18] e incluso se especifica que ocho de ellas eran mortales pero la novena, ubicada en el centro, era inmortal.[1] Otros racionalizan que la Hidra tenía una sola cabeza[19][3] pero como tuvo muchas crías estas se interpretaron como cabezas añadidas de la madre.[19] O que la cabeza del medio estaba hecha de oro.[20]
Al igual que el número variable de cabezas la otra cualidad que destacaba de la Hidra era que «si alguien le cortaba una cabeza, hacía brotar muchas otras en lugar de aquella».[21] Diodoro dice que si se destruía una de estas cabezas, del lugar donde había sido cortada surgían otras dos y por esto se la había considerado invencible, por ser doble el esfuerzo.[17]
Su guarida era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida (cerca de Nauplia), si bien los arqueólogos han confirmado que este lugar sagrado es anterior incluso a la ciudad micénica de Argos, pues Lerna fue el lugar del mito de las Danaides. Bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba.[22]
La Hidra tenía muchos paralelos en las religiones del Medio Oriente antiguo. En particular, las mitologías sumeria, babilónica y de asiria celebraban las acciones de la guerra y del dios cazador Ninurta, a quien el Angrim atribuyó matar a once monstruos en una expedición a las montañas, incluyendo una serpiente de siete cabezas (posiblemente idéntica a Mushmahhu) y Bashmu, cuya constelación (a pesar de tener una sola cabeza) fue asociada más tarde por los griegos con la Hidra. La constelación también se asocia a veces en contextos babilónicos con el dragón de Marduk, el Mushhushshu.
Tras llegar a la ciénaga cercana al lago de Lerna, Heracles y su sobrino Yolao comenzaron a pescar lobinas en los carrizos, se cubrieron sus bocas y narices con una tela para protegerse del aliento venenoso de la Hidra. Heracles disparó flechas en llamas al refugio del monstruo (la fuente de Amimone) para obligarlo a salir. Entonces se enfrentó a ella con su espada y empezó a cortarle las nueve cabezas que tenía. Pero cada vez que se le cortaba una, otra renacía en el mismo lugar más fuerte que la anterior. Su sobrino lo ayudó quemando con una antorcha el cuello de la cabeza cortada para que no renaciera otra. Heracles enterró la última cabeza, que era inmortal, bajo una gran piedra, y donde la enterraron sigue odiando y soñando. Al final, la Hidra murió sin cabezas y Heracles mojó las puntas de sus flechas con la sangre de la Hidra para que así fueran mortíferas para quienes hiriese (entre ellos Neso).
Los detalles del enfrentamiento son explicados por Apolodoro:[23] advirtiendo que no podría derrotar a la Hidra de esta forma, Heracles pidió ayuda a su sobrino. Este tuvo la idea (posiblemente inspirada por Atenea) de usar unas telas ardiendo para quemar el muñón del cuello después de cada decapitación, cauterizando la herida y evitando así que las dos nuevas cabezas brotasen. Heracles cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, matando así a la Hidra. Heracles tomó entonces su única cabeza inmortal y la enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleunte,[24] mojando sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra y completando así su segundo trabajo.
En una versión alterna, Hera envía un cangrejo amigo de la Hidra para que mordiese los pies de Heracles y le estorbase, esperando provocar así su muerte. No obstante, Heracles aplastó con el pie al crustáceo y siguió luchando contra la Hidra. Por eso la reina del Olimpo puso al cangrejo en los cielos estrellados como la constelación de Cáncer.
Cuando Euristeo, el rey que asignaba Los trabajos a Heracles, supo que había sido su sobrino quien le había dado la antorcha, declaró que no había completado el trabajo solo y por tanto no contaba para el total de diez labores que se le habían asignado. Este elemento mítico es un ambiguo intento de resolver el conflicto entre los antiguos diez trabajos y los doce más recientes.
Los mitógrafos cuentan que la Hidra de Lerna y el cangrejo fueron puestos en el cielo después de que Heracles los matase. Hera puso al cangrejo en el Zodíaco para seguir al León,[26] creando la constelación de Cáncer. Cuando el sol está en el signo de Cáncer, al comenzar oficialmente el verano boreal y el invierno austral, la constelación Hidra tiene las cabezas cerca.
↑The World of Classical Myth: Gods and Goddesses, Heroines and Heroes (El mundo del mito clásico: dioses y diosas, héroes y heroínas. 1994. ISBN 0-89089-575-9