La hemimelia peronea es la ausencia congénita (o solo el acortamiento) del peroné. Llamada también hemimelia fibular o deficiencia fibular longitudinal, se trata de la más común de las ausencias congénitas que pueden afectar a los huesos largos de las extremidades.[1]
En los humanos, el trastorno puede ser advertido ya en el útero a través de ultrasonidos, con el objeto de preparar la amputación total del hueso o la compleja cirugía que permitirá su alargamiento.
La amputación se realiza normalmente a los seis meses, tomando fragmentos de las piernas para prepararlos para su uso pretésico. Los otros tratamientos, entre ellos la cirugía de alargamiento de piernas y repetidas osteotomías correctoras, son costosos y están asociados con alguna deformidad residual.[2]
Ausencia de la parte lateral del tobillo (debido a la ausencia del extremo distal del peroné) e inestabilidad de la parte que queda; el pie tiene una deformidad equinovaro.
En ocasiones, ausencia de parte del pie.
A veces, el pie puede utilizarse con normalidad; en otros casos, debe ser amputado.
La ausencia parcial o total del peroné es una de las anomalía más frecuentes en las extremidades, y la deficiencia más común en el caso de los huesos largos y de las deformidades del esqueleto en la pierna.
Lo normal es su presencia solo en un lado y su manifestación más frecuente es la hemimelia peronea paraxial, esto es, que solo esté afectada la porción postaxial de la extremidad.[3]